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Vlad Tepes, el empalador

La historia de Drácula es verdadera y ocurrió en Rumania

Existen trastornos en la sangre, enfermedades y psicopatologías que avalan la leyenda.

Yéssica Salazar Actualizado: 22 Jul 2023 - 07:19 CET
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Da escalofríos hasta el nombre.

El Conde Drácula puede ser uno de esos personajes ficticios que hace que se te pongan los vellos de punta, al igual que su homónimo histórico, Vlad III.

Conocido en su apogeo como Dracula, o Drăculea, en rumano antiguo, Vlad III era un príncipe medieval con una sed figurativa de sangre.

Apodado como «Vlad el Empalador«, este príncipe tenía una inclinación extrema por castigar brutalmente a sus enemigos. Sin embargo, gran parte de lo que los historiadores modernos saben sobre Vlad III proviene de folletos y otros textos impresos en el siglo XV, tanto durante como después del reinado de Vlad.

La exactitud histórica de estos textos, muchos de los que fueron escritos por los enemigos de Vlad, no se puede, por tanto, confirmar.

¿Fue Vlad III un monstruo, o un gobernante medieval como cualquier otro? Nunca podremos saberlo con seguridad, pero hay algunos datos menos conocidos sobre el Drácula real que ayudan a explicar por qué pudo ganarse una reputación tan desagradable.

Imagina pasar tus agitados años de adolescencia como un rehén político cuyo destino depende de las acciones de tu padre, gobernante de una región asolada por la guerra.

Así es como fue la adolescencia de Vlad III.

En 1442, Vlad III y su hermano menor, Radu, fueron entregados a Sultan Murad II, entonces gobernante del Imperio Otomano.

Los jóvenes fueron tomados como rehenes para garantizar que su padre, gobernante del principado de Valaquia, permaneciera leal a los otomanos durante su guerra en curso con Hungría.

Durante su cautiverio, Vlad y su hermano fueron educados en ciencia, filosofía y artes, equitación esgrima, así como en las artes de la guerra.

Algunos historiadores han argumentado que Vlad también aprendió el arte del empalamiento durante su tiempo como rehén, pero es algo que no se ha podido demostrar.

Independientemente de lo que aprendió de sus captores, Vlad no llevó muy bien aquello de estar preso.

Por el contrario, su hermano pequeño sí se adaptó bien al cautiverio, forjó una amistad con el hijo del sultán, Mehmet II, y finalmente se convirtió al Islam.

Es posible que esto propiciara su inclinación hacia la crueldad una vez llegó al gobierno.

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