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TENSIÓN POLÍTICA Y RELIGIOSA EN MURCIA

VOX sacude a los obispos tras el ‘desbarre’ de la Conferencia Episcopal conJumilla: “Si quieren defender el islam, es su problema”

El enfrentamiento entre VOX y la Conferencia Episcopal se recrudece tras la polémica prohibición de actos religiosos musulmanes en Jumilla

Periodista Digital 08 Ago 2025 - 19:05 CET
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Jumilla, musulmanes y un polideportivo municipal: cuando Europa defiende sus valores sin complejos no es islamofobia

La murciana Jumilla se convierte en la primera ciudad española que veta las celebraciones islámicas en la calle

Son un partido laico y lo han de¡jado claro los de Abascal.

Porque lo fácil, en este asunto, es ponerse meapilas.

La noticia saltó esta semana en Jumilla, un municipio murciano donde el Ayuntamiento ha aprobado una moción que prohíbe actos religiosos en los espacios deportivos municipales.

El detonante: las celebraciones islámicas que, cada año, congregan a buena parte de los cerca de 2.000 musulmanes censados en el polideportivo local durante festividades como Eid al-Fitr y Eid al-Adha.

La nueva normativa, impulsada por el Partido Popular y con apoyo puntual de VOX, limita el uso de estos espacios únicamente a actividades deportivas o institucionales, dejando fuera cualquier evento religioso, cultural o social ajeno al consistorio.

La reacción no se hizo esperar e incluye, como no, a los obispos, habitualmente tan cautos y silentes.

El falso escándalo de Jumilla es el ejemplo perfecto de cómo maneja la izquierda la propaganda y los sintonizada que esta con sus maniobras la Brunete Pedrete mediática.

Lo único que ha pedido la alcaldesa de esa localidad murciana, Seve González, es que las instalaciones deportivas se empleen para ese fin o para actividades municipales.

La comunidad musulmana local se declaró “en shock” y la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas denunció públicamente lo que consideran “racismo” e “islamofobia”, además de anunciar una impugnación legal contra la medida.

Para muchos habitantes de Jumilla —donde conviven hasta 72 nacionalidades— la decisión supone un giro inesperado en la convivencia multicultural que caracteriza la ciudad.

En el trasfondo, resuena la pregunta: ¿será Jumilla el primer capítulo de un cambio más profundo en la relación entre valores europeos, libertad religiosa y gestión política en España?

Y el mensaje, que pocos se atreven a firmular, pero esta en el aire y respaldan cada día más ciudadanos es claro: Si quieres vivir en España debes hacer un mínimo esfuerzo por aceptar sus valores y costumbres.

No ser solo ‘europeo‘ para chupar subsidios y disfrutar de la sanidad gratuita.

La Conferencia Episcopal interviene: ¿defensa de derechos o polémica innecesaria?

En este contexto, la Conferencia Episcopal Española (CEE) se posicionó abiertamente en contra del veto, recordando que limitar las manifestaciones religiosas en espacios públicos es “una discriminación incompatible con los principios democráticos”. Los obispos apelaron a la Constitución Española, que garantiza la libertad religiosa y criticaron la medida por atentar contra derechos fundamentales.

Sin embargo, este gesto fue recibido con frialdad —y cierta hostilidad— desde las filas de VOX. El partido respondió con contundencia: “Si quieren defender el islam, es su problema”, marcando distancia con la postura eclesiástica y acusando a los obispos de alinearse más con intereses ajenos que con los valores cristianos tradicionales. Para VOX, el debate no gira en torno a la libertad religiosa sino a la defensa de “la identidad nacional” y a evitar lo que consideran una “presión islamista” sobre las instituciones públicas.

Silencio sobre Mozambique: un reproche añadido

El rifirrafe adquiere tintes más ásperos al sumar otro elemento: la denuncia por parte de sectores conservadores del “silencio” episcopal ante recientes masacres de cristianos en países como Mozambique. Mientras los obispos se movilizan para defender las celebraciones islámicas en España, critican algunos representantes políticos y mediáticos, apenas han dedicado palabras a las persecuciones sufridas por comunidades cristianas fuera del país. Esta acusación añade presión sobre la CEE y alimenta el discurso de VOX sobre el supuesto abandono de los valores cristianos por parte de una jerarquía eclesiástica “más preocupada por el multiculturalismo que por sus propios fieles”.

Reacciones sociales y políticas: entre el diálogo y la polarización

La polémica ha desatado una auténtica tormenta mediática. Desde el Gobierno central, la ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz, calificó la moción como “xenófoba y racista” y exigió al Ayuntamiento pedir perdón. Saiz alertó del riesgo de “bochorno internacional” y del impacto negativo que puede tener sobre la integración social y económica en municipios como Jumilla, donde cerca del 20% de los afiliados a la Seguridad Social son extranjeros. Por otro lado, partidos como el PSOE e IU han tachado la medida de “sectaria”, defendiendo que el Ayuntamiento debe garantizar derechos para todos sus vecinos sin distinción.

Mientras tanto, representantes municipales insisten en que no existe discriminación religiosa alguna. La alcaldesa María Belén Ruiz (PP) defendió que los recintos deportivos fueron construidos para fomentar exclusivamente el deporte. Prometió buscar alternativas para las celebraciones multitudinarias religiosas mediante convenios específicos en otros espacios públicos como centros socioculturales o recintos feriales.

Claves del conflicto

Un debate abierto sobre religión y espacio público

La controversia en Jumilla trasciende lo local y refleja tensiones latentes en toda España sobre cómo gestionar la pluralidad religiosa en espacios públicos. El enfrentamiento entre VOX y los obispos ilustra cómo las cuestiones espirituales pueden convertirse rápidamente en campo de batalla política e identitaria. La respuesta episcopal —centrada en el respeto constitucional— choca frontalmente con la narrativa populista del partido liderado por Santiago Abascal.

Por debajo del ruido mediático quedan interrogantes sobre cómo garantizar efectivamente derechos fundamentales sin avivar discursos excluyentes o polarizadores. Y sobre todo, cómo construir convivencia real entre comunidades diversas sin caer ni en el paternalismo ni en el abandono silencioso ante persecuciones internacionales.

Este episodio deja claro que religión, política e identidad siguen siendo ingredientes explosivos cuando convergen en escenarios cotidianos como un simple polideportivo municipal.

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