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LA CRUEL VENGANZA DEL CONQUISTADOR MACEDONIO

Cuando Alejandro Magno arrasó Gaza: el asedio que cambió Oriente Medio

El asedio de Gaza en 332 a.C. revela el lado más implacable de Alejandro Magno y su determinación por dominar la ruta hacia Egipto

Mario Lima 23 Ago 2025 - 19:39 CET
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La imagen de Alejandro Magno como conquistador visionario suele asociarse a gestos de grandeza y estrategia, pero el asedio de Gaza en 332 a.C. muestra otra faceta mucho más sombría y feroz.

La ciudad, situada sobre una colina y protegida por imponentes murallas, era el último bastión persa antes del acceso a Egipto, un punto clave para controlar el Mediterráneo oriental.

Su comandante, el eunuco Batis, se preparó para una defensa desesperada, aprovisionando Gaza con soldados y víveres capaces de resistir durante meses.

El contexto era claro: tras someter Tiro, Alejandro tenía que asegurarse la ruta hacia Egipto antes de enfrentarse al núcleo del imperio persa.

Gaza, con su posición estratégica entre Siria y el mar Rojo, se convirtió en un reto militar y simbólico. La ciudad no solo era un cruce comercial vital, sino también un símbolo de resistencia frente al avance macedonio.

El asedio: máquinas de guerra y presagios siniestros

Alejandro no escatimó recursos. Mandó construir un gigantesco terraplén para poner sus máquinas de asalto a la altura de las murallas, repitiendo la táctica que le había funcionado en Tiro. Además, ordenó a sus zapadores excavar minas bajo los cimientos para debilitar las defensas gazatíes. El uso de túneles en Gaza no era novedoso ni exclusivo del siglo XXI; ya entonces se emplearon para socavar los muros e iniciar la ofensiva final.

Durante los preparativos, un pájaro carroñero dejó caer una piedra sobre la cabeza del rey justo cuando ofrecía un sacrificio a los dioses. El adivino Aristandro interpretó este hecho como una señal: la ciudad sería tomada, pero Alejandro debía ser cauto ese día. Sin embargo, la prudencia duró poco. Ante el ataque enemigo desde las alturas, Alejandro salió en defensa de los suyos y fue herido en el hombro. Su reacción fue casi supersticiosa: si parte del presagio se había cumplido, la conquista estaba asegurada.

Cien días de resistencia y sangre

El sitio duró alrededor de cien días. Los defensores lucharon hasta el último aliento; incluso cuando las murallas cedieron tras ser golpeadas y socavadas, los soldados gazatíes siguieron combatiendo en cada rincón asignado por su comandante. Las bajas fueron enormes en ambos bandos: según fuentes clásicas como Arriano y Quinto Curcio Rufo, perecieron cerca de 10.000 defensores entre persas y árabes.

El asalto final fue brutal. Las fuerzas macedonias irrumpieron por las brechas abiertas en las murallas y arrasaron la ciudad calle por calle. Los macedonios también sufrieron pérdidas considerables; Gaza no cayó sin infligir dolor al ejército invasor.

La venganza contra Batis: una lección cruel

La caída de Gaza marcó uno de los episodios más crueles de la campaña alejandrina. Enfurecido por la tenaz resistencia y sus propias heridas, Alejandro decidió dar ejemplo con una venganza memorable contra Batis, el comandante enemigo. Según relatan las crónicas antiguas, Batis fue ejecutado con extrema brutalidad: atado vivo a un carro y arrastrado alrededor de la ciudad hasta morir, imitando el castigo que Aquiles infligió a Héctor ante las murallas de Troya.

La violencia no se detuvo ahí:

Este destino era similar al sufrido por los habitantes de Tiro meses antes: una aplicación despiadada de las leyes de guerra antiguas que buscaba castigar la resistencia extrema y disuadir futuras rebeliones.

Gaza tras Alejandro: el legado del asedio

La victoria sobre Gaza permitió a Alejandro acceder sin resistencia al rico territorio egipcio; los egipcios odiaban a sus gobernantes persas y recibieron al conquistador macedonio como liberador. Sin embargo, las consecuencias culturales del asedio dejaron una huella indeleble:

A día de hoy, 23 de agosto del 2025, Gaza sigue siendo un enclave disputado y testigo recurrente del choque entre imperios y civilizaciones. La brutalidad con que Alejandro Magno sometió la ciudad resuena aún como advertencia sobre los límites entre gloria militar y humanidad.

Entre mito y realidad: ¿quién fue Alejandro Magno en Gaza?

El episodio muestra cómo la figura histórica puede oscilar entre genio estratégico e instrumento implacable del terror militar. En Gaza no hubo clemencia; solo cálculo frío y venganza ejemplar. Los relatos antiguos destacan tanto la astucia técnica como la ferocidad personal del conquistador.

La conquista no solo abrió las puertas hacia Egipto; sentó las bases para la dominación helenística en Oriente Medio e inspiró leyendas que perviven hasta hoy en grabados históricos y crónicas literarias.

Alejandro Magno cruzó las murallas de Gaza no solo como conquistador sino como símbolo ambiguo: héroe para unos, verdugo para otros.

Así es como un asedio puede definir siglos enteros.

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