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Liverpool 1- Real Madrid 0

Liverpool vs Real Madrid: Courtois evita una goleada de escándalo en Anfield

En una noche eléctrica en Anfield, la belga volvió a ser leyenda y Bellingham el alma de un Madrid que resistió hasta que el corazón ya no pudo más.

Paul Monzón 04 Nov 2025 - 23:30 CET
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Anfield volvió a encender su fuego. La lluvia caía con el peso de las noches grandes, esas en las que el viento parece soplar a favor del que más lo desea. Y fue el Liverpool el que creyó más, el que soñó más fuerte. No es el mejor Liverpool, pero tuvo más alma, más hambre, más fe que un Real Madrid sostenido hasta el límite por un hombre que ya juega en otra dimensión: Thibaut Courtois.

El portero belga convirtió cada ataque inglés en un desafío a lo imposible. Voló en cada balón como si el cielo no tuviera techo, como si los dioses le prestaran fuerza por un instante. A los 27 minutos, cuando Anfield preparaba el grito de gol, Courtois dijo no, con una mano que valía un suspiro colectivo. Luego, antes del descanso, volvió a hacerlo, dos veces, como quien grita que rendirse no es opción. Pero incluso los milagros tienen fecha de caducidad.

En la segunda parte, Szoboszlai colgó su enésimo centro con precisión de bisturí. Y allí donde todos veían el vuelo imbatible de Courtois, apareció Mac Allister para romper el hechizo. El ruido del estadio fue un rugido que dolio como verdad.

El Madrid quiso resistir su derrota, como tantas veces ha resistido la historia. Se aferró al talento de Bellingham, ese chico de mirada serena que juega como si cada gesto fuera un manifiesto. Con 22 años ya carga con la luz y el peso del escudo, y en Anfield volvió a dejar señales de que lo suyo no es solo fútbol, ​​es destino. Suya fue la mejor ocasión del Madrid, pero el guion de la noche ya había elegido bando.

En los costados, Vinicius se apagó poco a poco, atrapado en la maraña del joven Bradley; Mbappé, distante, vistió la sombra de lo que fue. Álvaro Carreras, en cambio, creció ante el fuego, secando a Salah con la personalidad de quien no sabe tener miedo. Huijsen, el más joven, sufrió el temblor del escenario: la camiseta blanca pesa, y más cuando enfrente el enemigo ruge.

Xabi Alonso había diseñado un plan para domar la tempestad. Durante media hora lo logró, hasta que el pulso lo traicionó y el Liverpool olió la sangre. Entonces, Anfield volvió a ser Anfield: un monstruo de coral, una sinfonía de piernas, empuje y fe.

El pitido final no sonó como una derrota completa. Fue más bien una advertencia: el Real Madrid sigue vivo, pero esta vez, no bastó con la épica. Courtois se fue del campo sabiendo que hizo todo lo que un portero humano puede hacer. Y eso, en el fútbol, ​​también es una victoria invisible.

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