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La Cerámica fue un hervidero para un Barça que cerró 2025 a lo grande: líder sólido, la mejor regularidad de LaLiga y una pegada que no perdona. Cuando el ataque azulgrana se activa, aparece la figura sideral de Joan García bajo los palos, capaz de convertir un partido en un festival defensivo para el rival. Yamal, una vez más, se desborda con su magia habitual, mientras Raphinha vuelve a rendir a un nivel diferencial y decide el tempo del choque.
El encuentro tuvo ritmo desde el inicio. Villarreal, obligado a buscar la victoria para soñar con un título que parece lejano, salió más entonado y con las ideas claras. Ayoze y Pépé llevaron peligro al área blaugrana en los primeros compases, pero la defensa azulgrana respondió con rigor y ojo clínico para cortar los acercamientos. Fue en una acción aislada cuando el Barça, con paciencia y claridad, encontró la ventaja: un criterio penalti convertido por Raphinha tras una falta de Comesaña sobre el brasileño.
El concierto ofensivo azulgrana se estalló poco después, cuando Raphinha, en apenas cuatro minutos, compuso un doblete espectacular con un remate lejano que tocó el larguero y entró. El Barça, que dominaba el trámite, vio cómo el VAR y la definición de su guardameta evitaban más sustos ante un Villarreal que, aun con dominio de balón y ocasiones, no lograba materializarse frente a un Joan García en plan implacable.
La jugada clave del partido llegó en el minuto 39: Renato Veiga recibió la roja directa tras una entrada dura a Lamine Yamal. Con un hombre menos, el Villarreal ascendió su espíritu competitivo pero se encontró con una pared llamada Joan García, que sostuvo la portería azulgrana y dejó el marcador 0-2 para los visitantes al descanso.
La segunda mitad dio paso a un guion ya conocido: dominio del Barça, orden defensivo y la misión de amarrar el triunfo. Lamine Yamal amplió la ventaja en el minuto 62, aprovechando un saque corto en el área tras varias rechaces. Mikautadze tuvo la oportunidad del gol de la honra para el Villarreal, pero Joan García apareció de nuevo para mantener su portería a salvo y sellar un triunfo que ratificó al Barça como campeón de invierno.
Con este resultado, el Barça no solo se mantiene como líder, sino que refuerza su identidad: juego coral, una pegada brutal cuando llega y una solvencia defensiva que asusta a cualquiera. El viaje hacia 2026 ya está en marcha, y por ahora, Flick puede celebrar la consistencia de su equipo, que continúa dejando claro que, hoy por hoy, es el equipo a batir en LaLiga.
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