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La Casa Blanca advierte de despidos inminentes

800.000 empleados federales han dejado ya de percibir su salario por el cierre del Gobierno de EE.UU: ¿Quién pestañeará para poner fin a esta crisis?

El estancamiento político en Washington acerca a miles de empleados públicos a despidos y paraliza servicios esenciales sin una solución a la vista

Periodista Digital 03 Oct 2025 - 00:09 CET
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La falta de acuerdo presupuestario en el Congreso de Estados Unidos ha dejado a más de dos millones de empleados públicos en una situación crítica, poniendo en riesgo sectores fundamentales.

En un reciente comunicado, la Casa Blanca ha señalado que los despidos son “inminentes” si no se logra un desbloqueo pronto, intensificando así la presión sobre los legisladores y los trabajadores.

La atmósfera en Washington está marcada por la incertidumbre, con la vida política y administrativa del país atrapada en un tira y afloja partidista que parece no tener fin.

Desde la medianoche del sábado, el gobierno federal opera bajo un estado de emergencia.

Muchos servicios considerados “no esenciales” han cesado sus actividades, mientras que otros, como el control alimentario o la gestión de aeropuertos, funcionan a mínimos.

Este estancamiento no solo impacta a los empleados federales, sino también a millones de ciudadanos que dependen de trámites y ayudas públicas.

La dimensión humana y económica de la crisis

Las repercusiones de este cierre son cada vez más palpables:

La Casa Blanca ha sido clara: si no se logra un acuerdo presupuestario en los próximos días, comenzarán los despidos masivos en diversas agencias federales. Esta advertencia se produce en un momento crítico, cuando la confianza en las instituciones está en uno de sus niveles más bajos en toda una década. La incertidumbre está generando inquietud entre los mercados y alimentando las preocupaciones tanto en empresas como entre consumidores.

Un pulso político sin precedentes

La parálisis actual es consecuencia de una profunda fractura entre republicanos y demócratas en la Cámara de Representantes. Los primeros exigen recortes drásticos en programas sociales y modificaciones en políticas migratorias; por su parte, los segundos se niegan a negociar bajo presión y demandan una financiación limpia, sin condiciones añadidas. La retórica se vuelve más dura con cada día que pasa, y ninguno de los líderes parece dispuesto a ceder terreno.

En este contexto, surge una pregunta crucial: ¿quién tomará la iniciativa para romper el bloqueo? La experiencia sugiere que cierres anteriores —como los ocurridos en 2013 y 2018-2019— terminaron cuando el coste político y social resultó insostenible para alguna de las partes. Sin embargo, la actual polarización junto con la cercanía electoral complica aún más cualquier intento de negociación.

¿Cómo terminó en otras ocasiones?

La historia reciente proporciona algunas pistas sobre cómo podrían desarrollarse los acontecimientos:

Año Duración del cierre Resolución principal
2013 16 días Acuerdo bipartidista
2018-2019 35 días Presión social y mediática
1995-1996 21 días Cesión parcial de ambas partes

En todos estos casos, fue la presión ejercida por la opinión pública, el desgaste económico acumulado y el creciente número de problemas administrativos lo que llevó a los legisladores a buscar soluciones. Sin embargo, las tensiones políticas actuales y la falta de interlocutores claros dificultan enormemente cualquier desenlace favorable.

El impacto en la sociedad y los mercados

Más allá del cruce político, la vida diaria comienza a verse alterada:

Las grandes compañías vinculadas a contratos federales ya han comenzado a ajustar sus previsiones. Sectores como el turismo, el transporte y la industria defensiva son algunos que están sufriendo las consecuencias del parón administrativo.

Escenarios a corto plazo

Sin visos claros para una negociación cercana, los expertos contemplan varios posibles escenarios:

  1. Acuerdo in extremis: Alguna parte cede ante las presiones sociales y mediáticas para aprobar una prórroga temporal del financiamiento.
  2. Desbloqueo parcial: Se aseguran fondos solo para áreas críticas, dejando fuera otros servicios.
  3. Cierre prolongado: La crisis se alarga con despidos masivos y efectos duraderos sobre la economía.

Por ahora, el desenlace sigue siendo incierto. La presión sobre los líderes políticos crece cada día más mientras que la sociedad estadounidense observa con inquietud este tira y afloja que afecta todos los aspectos de su vida nacional. Los próximos días serán cruciales para determinar si prevalece el interés común o si el enfrentamiento partidista establece un nuevo récord histórico de parálisis institucional.

En Washington, parece que nadie desea ser el primero en dar su brazo a torcer; sin embargo, el coste humano y económico que implica mantener este cierre podría obligar pronto a un giro inesperado en el panorama político estadounidense.

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