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Isabel Pantoja vuelve a Madrid y huye de Cantora. La folklórica lleva años alejada de todo en el finca que heredó de Paquirri. Un refugio dorado que ha ido despoblándose con el tiempo. Tras la muerte de su madre y la ruptura de las relaciones con sus hijos Kiko e Isa, el círculo familiar de la tonadillera parece reducido a su hermano Agustín y su sobrina Anabel. La sevillana está dispuesta a volver a la capital en un momento en el que, después de muchas vueltas que nunca eran definitivas, ha retomado su carrera artística con una gira a ambos lados del Atlántico y un importante proyecto discográfico para el que ha fichado con una nueva discográfica.
Según el periodista Antonio Rossi, Isabel se trasladará en breve a la urbanización Santo Domingo a las fueras de Madrid, donde tendrá como vecinos a nombres como Penélope Cruz, Rocío Carrasco o Aitana. Según los datos ofrecidos por Telecinco see trataría de una espectacular vivienda de 650 metros cuadrados de vivienda útil y 3.000 metros cuadrados de jardín. Contaría con cinco habitaciones y cinco cuartos de baño, añadiendo un dormitorio más para el servicio privado en caso de que lo contrataran. Esta lujosa vivienda tendría un precio de alquiler entre los 4.500 y los 8.500 euros al mes.
Esto supone la vuelta a la folklórica a Madrid. En 2014, antes de su ingreso en prisión, para pagar sus deudas con la Justicia se deshizo de su espectacular casa en Madrid en la urbanización de La Moraleja donde era vecina de otras famosas como Rocío Jurado o Ana Obregón. A este histórico epicentro del pijerío nacional llegó de la mano de Encarna Sánchez. Una de las personas que la actriz y cantante querría borra de su controvertida biografía.
Cuando Isabel y Encarna se conocen, la sevillana tenía su centro de operaciones en la capital hispalense. Sin embargo, la locutora convenció a Isabel para trasladarse a La Moraleja, la urbanización donde ella vivía. «Una estrella de tu categoría tiene que vivir en Madrid que es donde se cuece todo», argumentó la estrella de las ondas para convencer a la cantante.
María del Monte e Isabel Pantoja fueron carne de las revistas del corazón.
A sueldo de Encarna
El dinero, siempre el gran problema en al vida de Pantoja, era lo que no convencía a la cantante para adquirir una propiedad en La Moraleja. Isabel tenía varias propiedades y familiares que mantener. Estaba en su mejor momento artístico y económico pero el dinero casi tenía ya destino antes de cobrarlo. Encarna encontró la solución: le pondría un sueldo a su amiga.
Así, además, de joyas y otros regalos, Isabel debe en gran parte a la locutora hacerse con una casa en la elitista urbanización. La locutora, tal y como demostró en su día El Cierre Digital, contrató para la COPE a su íntima con la excusa de «colaboración publicitaria». Así, por ejemplo, Isabel Pantoja se endosó la cifra de 8.874 euros (1.437.000 de las pesetas de entonces, un pastizal).
Isabel realizaba estos trabajos a través de su empresa Pantomar S.L. (de la que tanto se hablaría después en el Caso Malaya). Encarna Sánchez, a su vez, pagaba a través de su empresa Tween S.A. Como dato curioso, recordar, que en ese momento, la empresa de la cantante estaba domiciliada en la misma sede en la que Encarna tenía sus empresas: el Cuarto Derecha del número 28 la madrileña calle O’ Donnell. Otra propiedad que, dicen, fue testigo de la unión entre ambas y que le costó a la estrella radiofónica unos 150.00 euros.
En la primera de 1995 la relación entre las mujeres se rompió. Encarna no toleró la llegada de María del Monte a la vida de Isabel. El enfado de la locutora al descubrir lo que consideró una traición. prohibió la entrada de Isabel en la COPE y, por supuesto, terminaron los pagos mensuales en concepto de «colaboración publicitaria». Sin embargo, la tonadillera, ya lejos de la vida de Encarna, terminó de pagar su mítica casa en La Moraleja que estaba muy cerca de la de su amiga.
Por su parte, la casa de Encarna Sánchez fue vendida a su muerte al futbolista Davor Suker que no estaba muy contento con la actividad paranormal que, según él, había en la casa. Su novia de entonces, la actriz Ana Obregón, también vecina de la urbanización, y conocedora de quién era su anterior propietaria decidió organizar una especie de exorcismo en la casa.
Por su parte, Isabel siguió siendo una de las vecinas más ilustres de La Moraleja unos años más, hasta que puso su objetivo en Marbella. Con respecto a la casa de Encarna, que ella tan bien llegó a conocer, tal y como desveló Juan Luis Galiacho en su reciente biografía de Encarna Sánchez, Isabel intentó velar el cuerpo de la locutora pero no le dejaron.
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