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EN BUSCA Y CAPTURA

Martiño Ramos, exlíder de En Marea y socio de Yolanda, Iglesias y compañía, huye tras ser condenado a 13 años de cárcel por violar a una menor

La desaparición del ex dirigente de En Marea, condenado a 13 años por violación, deja a Ourense conmocionada y a la Justicia en entredicho

Periodista Digital 24 Oct 2025 - 12:37 CET
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Otro pervertido más entre los zarrapatriosos de la izquierda española.

El caso de Martiño Ramos Soto ha provocado un auténtico terremoto en los cimientos sociales y políticos de Orense.

Martiño ha mantenido estrechas relaciones con líderes de la izquierda, desde históricos como Xosé Manuel Beiras, a ‘estrellas’ como Yolanda Díaz o Pablo Iglesias.

Y ahora, cuando huye como un conejo, la indignación crece ante las evidentes fallas del sistema judicial.

Este ex dirigente político y profesor de música se encuentra en busca y captura desde septiembre, tras recibir una condena de 13 años y medio de prisión por haber violado repetidamente a una alumna menor de edad.

Su fuga, después de un largo proceso judicial sin medidas cautelares efectivas, ha puesto en el centro del debate la protección de las víctimas y la eficacia de las instituciones encargadas de velar por su seguridad.

Una condena firme, una fuga inexplicable

El Tribunal Supremo impuso una condena de 13 años y medio de prisión a Ramos junto con 21 años y medio de inhabilitación para ejercer cualquier profesión relacionada con menores. Además, se le prohibió acercarse a la víctima durante 20 años e impuso una indemnización económica de 30.000 euros. Sin embargo, hasta ahora no se ha logrado hacer efectiva la orden de detención: Ramos lleva más de un mes desaparecido después de huir antes de que la Policía pudiera ejecutar el mandato judicial.

La controversia aumenta al constatar que durante los cuatro años del proceso judicial no se solicitaron medidas cautelares como la prisión provisional ni por parte de la Fiscalía ni por parte del abogado particular. Esto permitió que Ramos continuara dando clases incluso tras haberse presentado la denuncia; esta situación ha generado un profundo malestar entre la comunidad educativa y entre los ciudadanos gallegos.

Un perfil público, una doble vida

Martiño Ramos Soto, con 50 años, era un rostro conocido en la ciudad gallega por su labor como docente y como activista político.

Su trayectoria se ha desarrollado en movimientos de izquierda e incluye militancia en Izquierda Unida y En Marea, donde llegó a integrar el comité electoral. Su presencia en actos feministas y su defensa de la escuela pública proyectaban una imagen de compromiso social que ocultaba una realidad inquietante.

A lo largo de los años, compaginó su labor docente con su participación política y cultural en Orense. Para quienes lo conocían, era un hombre involucrado en causas progresistas que abogaba por la igualdad y los derechos humanos.

Sin embargo, esta fachada se desmoronó al revelarse su implicación en uno de los casos más graves de abuso infantil en Galicia durante la última década.

El tribunal determinó que Ramos aprovechó su posición como profesor y su conocimiento sobre la víctima —a quien había dado clases desde Infantil hasta sexto de Primaria— para establecer contacto con ella a través de Instagram mediante un perfil falso. Haciéndose pasar por un apoyo emocional, logró que le enviara fotos y vídeos íntimos, escalando la relación hasta conseguir encuentros físicos.

La víctima, que contaba apenas 12 años en 2019, atravesaba una situación personal y familiar vulnerable que facilitó que Ramos se convirtiera en una figura de confianza. En marzo de 2021, la menor solicitó conocerlo personalmente y se dio cuenta entonces que quien había estado manipulándola era su propio profesor. Desde ese momento, los abusos se repitieron al menos diez veces, tanto dentro del colegio—en baños y aulas—como fuera del centro educativo, donde incluso fue trasladada oculta en el maletero del coche del docente.

La sentencia detalla episodios extremadamente violentos y prácticas que fueron calificadas como «sadismo». En uno de esos encuentros, el profesor golpeó fuertemente a la menor antes de abandonarla en un lugar aislado; tras este incidente, ella bloqueó todo contacto con él y decidió denunciarlo ante la Guardia Civil.

Las secuelas para la víctima han sido devastadoras. Ahora mayor de edad, arrastra graves problemas psicológicos: autolesiones, ingresos hospitalarios por cuestiones psiquiátricas e incluso riesgo suicida según consta en el expediente judicial. Al principio, el relato dela joven fue recibido con incredulidad dentro del entorno educativo que confiaba plenamente en la inocencia del profesor; esto retrasó las reacciones institucionales y agravó aún más el sufrimiento experimentado por ella.

La investigación reveló también que Ramos contactó a otras estudiantes del colegio siguiendo patrones similares: perfiles falsos, promesas engañosas de apoyo emocional y solicitudes para enviar material sexual. Este caso ha puesto al descubierto las vulnerabilidades existentes entre los menores dentro del entorno escolar así como la necesidad urgente de protocolos más eficaces para prevenir y detectar abusos.

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