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Y los jueces mirando para otro lado, mientras el Gobierno Sánchez y sus compinches alientan y promocionan la okupación.
La escena en la pedanía ilicitana de La Marina parece sacada de una película de terror: un chalet lujoso, unos okupas polacos con un historial delictivo reciente, dos albañiles alemanes que llegan para reparar daños y un pensionista que se encuentra al borde de la muerte tras recibir una paliza brutal.
Lo que debería haber sido una simple visita para evaluar desperfectos terminó convirtiéndose en un doble asesinato que ha encendido las alarmas sobre la ocupación violenta y la respuesta del sistema judicial.
Según las investigaciones, los fallecidos llegaron al inmueble junto a Gueter (también conocido como Gretuel en testimonios vecinales), un sexagenario alemán residente en la zona, para reparar los destrozos provocados por los propios okupas días antes. El resultado: dos muertos a causa de los golpes y un herido grave en el Hospital General de Elche.
El chalet donde ocurrió el ataque pertenece a unos propietarios alemanes que se encontraban fuera del país y lo habían alquilado a una mujer neerlandesa para pasar las navidades hasta febrero. Esa inquilina se topó con los okupas casi una semana antes: al volver de hacer la compra, se encontró con ellos dentro de la casa, “sin camiseta y en pantalón corto”, lo que le llevó a llamar a la Policía por temor.
En los días posteriores, los dos polacos, quienes ya habían sido desalojados varias veces, regresaron al chalet aprovechando que los dueños no estaban y causaron destrozos en puertas, rejas metálicas y vallas. Ante esta situación, los propietarios decidieron avisar a un albañil de confianza que llegó acompañado por otro trabajador y por Gueter, quien solía encargarse de vigilar la casa.
El objetivo era evaluar el estado del inmueble, arreglar los daños más urgentes y disuadir nuevos intentos de ocupación.
Entraron en el chalet con la intención de ahuyentar a los intrusos, según el relato del propietario transmitido por un intermediario. Pero no les dio tiempo. Dentro del inmueble estalló una violencia desmedida: los dos albañiles alemanes fueron asesinados tras recibir una brutal golpiza, mientras Gueter fue golpeado severamente en la cabeza, quedando en estado crítico.
Una amiga del pensionista relató que “le golpearon en la cabeza con un palo” y que los médicos consideran cruciales las próximas horas para determinar si sobrevive. Los dueños del chalet, consternados, reconocen que sus amigos probablemente “entraron para ahuyentarlos” y que eso les costó la vida.
Los okupas polacos: tres detenciones previas y una escalada de violencia
El aspecto que ha avivado el debate público es el historial delictivo de los dos presuntos homicidas. Tanto fuentes policiales como municipales confirman: ya habían sido detenidos al menos tres veces en las últimas semanas por intentar ocupar el mismo chalet de La Marina.
Datos relevantes:
- Fueron arrestados por Policía Local y Guardia Civil en tres ocasiones recientes.
- Las razones: intentos reiterados de ocupación y daños en la propiedad.
- Después de cada detención, quedaron en libertad a las pocas horas.
- Aprovechaban la ausencia de los propietarios, residentes en Alemania, para volver a entrar.
En el vecindario apenas eran conocidos. En una zona con numerosos residentes extranjeros —alemanes, neerlandeses, rusos y belgas—, estos polacos pasaron desapercibidos para muchos vecinos pero no para las autoridades. Este contraste —ser desconocidos socialmente pero reincidentes ante la ley— ha sido uno de los factores que han generado indignación tanto política como entre vecinos.
El alcalde de Elche, Pablo Ruz, ha sido especialmente contundente al señalar “fallos del sistema” y una ley que considera “hace aguas”. Ruz enfatiza que la reincidencia de los presuntos autores y su rápida liberación tras las detenciones anteriores “se ha llevado por delante la vida de dos personas”.
El asedio al chalet: 20 horas de tensión y un despliegue masivo
Después del doble crimen, los okupas se atrincheraron dentro del chalet durante casi 20 horas, lo cual llevó a montar un dispositivo intensivo en plena pedanía en el que participaron alrededor de unos 30 efectivos directamente en las negociaciones e ingreso al lugar, además de refuerzos adicionales.
Al menos 80 agentes entre Guardia Civil y Policía Local estuvieron involucrados durante toda la operación.
Se utilizaron negociadores junto con una traductora que se comunicaba con los atrincherados mediante megáfono. La Guardia Civil cerró el área e informó a los vecinos sobre el “grave peligro” ante un posible tiroteo.
La escena afuera era mezcla perfecta entre miedo y curiosidad. Algunos residentes colocaron sillas plásticas y se sentaron con latas de cerveza para observar el operativo desde primera fila; mientras tanto, una responsable de un negocio cercano decidió cerrar “por seguridad”.
Tras casi un día lleno de tensión, finalmente lograron detener a los dos sospechosos dentro del inmueble sin más víctimas que lamentar; lo cual fue recibido entre aplausos por parte de algunos vecinos.
Gueter, el pensionista alemán que pudo ser la tercera víctima
En esta trágica historia aparece una figura representativa del papel desempeñado por muchos residentes extranjeros en urbanizaciones como La Marina: Gueter, un jubilado alemán motero conocido entre sus compatriotas por su frecuente visita a un pequeño bar alemán local.
Según testimonios recopilados:
- Reside también en La Marina pero dentro del término municipal de San Fulgencio.
- Se encargaba regularmente de vigilar la vivienda ajena, pasando frecuentemente para asegurarse de todo estaba bien.
- Acompañó a los dos albañiles para revisar daños y terminó siendo atacado violentamente.
- Actualmente permanece hospitalizado en estado crítico en Elche y podría convertirse así en otra víctima mortal del suceso.
Amigos cercanos a Gueter han compartido su preocupación tras escuchar sobre su delicada situación médica; han indicado que las lesiones craneales son severas y las próximas horas serán decisivas para su recuperación. Los propietarios siguen impactados desde Alemania reconociendo que uno de sus amigos está “en el hospital luchando por su vida”.
Propietarios alemanes, miedo a viajar y sensación de indefensión
Los dueños del chalet son un matrimonio alemán que ha decidido no viajar por ahora hacia España después del doble crimen ocurrido. A través de intermediarios han descrito su mezcla emocional entre horror, culpa e inquietud.
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