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El aceite de oliva en España es una joya de la que no siempre somos conscientes de su valor. Es en momentos críticos como la guerra de Ucrania en la que miramos con interés especial a nuestro Oro Líquido.
Actualmente, debido a la escasez de aceite de girasol, de Ucrania y Rusia, el aceite de oliva parece que toma protagonismo. Pero lo sorprendente es que la demanda se focaliza en su versión mas “básica”, el aceite de oliva refinado.
Recordemos que este tipo de aceite de oliva proviene de aceitunas en mal estado, y que su aceite extraído, en segundas o terceras presiones, tiene un mal sabor y olor. De hecho, este aceite se denomina “lampante”, porque antiguamente servía como combustible para las lámparas de aceite.
De este modo, el aceite lampante no es apto para el consumo, y por ello debe ser refinado, mediante procesos térmico-químicos, para eliminar su mal olor y sabor.
El aceite de oliva ya refinado resultante no posee ni sabor ni olor, pero también ha perdido en el camino los pocos antioxidantes y vitaminas que pudiera tener. Realmente solo sirve para freír porque mantiene un punto de humeo elevado (de hecho, más alto que el AOVE).
Siempre optar por aceite de oliva virgen extra
Por desgracia en España el precio del buen aceite virgen extra es demasiado bajo, y esto no es bueno. Aun no se lo valora lo suficiente por lo que el precio en origen no permite al agricultor normal sacar beneficios suficientes y reinvertir en mejorar su producto.
La presión la ponen los otros aceites vegetales, como el de girasol, y en particular las grandes superficies, que siguen tratando al aceite de oliva como un producto “commodity”, que debe ser barato.
El aceite de girasol por ejemplo no posee ni de lejos la calidad organoléptica del aceite de oliva Virgen Extra, y menos aun los beneficios para la salud del AOVE. Incluso para freír es menos resistente a las altas temperaturas que el aceite de oliva, contrariamente a la creencia popular.
Cocinas y freír con aceite de oliva virgen extra es actualmente la mejor opción. No solo proporciona unos aromas frescos e inconfundibles, sino que traspasa literalmente a los alimentos sus polifenoles, antioxidantes y vitaminas. Por ello, consumir aceite de oliva virgen extra de calidad no es un gasto, ¡es una inversión en salud!
Son de hecho muy numerosos los estudios que correlacionan inequívocamente el menor índice de cáncer y Alzheimer en los países mediterráneos con el consumo de AOVE.
Por otro lado, no siempre deben ser aceites de Jaén, España tiene numerosas zonas donde se producen aceites de oliva de altísima calidad, Ciudad Real, Toledo, Albacete, Lérida, y por supuesto Córdoba, Málaga o Sevilla.
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