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UN ICONO DE ESTADOS UNIDOS ENTRE EL MITO Y LA CONTROVERSIA

¿La cabeza de Trump en el Monte Rushmore? Viaje a un monumento icónico entre la historia, la polémica y la cultura popular

El Monte Rushmore es mucho más que cuatro rostros en granito: historia, política, arte y debate racial se dan cita en este destino imprescindible para entender EE UU

Periodista Digital 14 Jul 2025 - 00:38 CET
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Viajar hasta el Monte Rushmore es lanzarse a explorar uno de los símbolos más potentes y discutidos de la identidad estadounidense.

Este monumento se ha convertido en escenario de debates políticos y sociales, epicentro de anécdotas surrealistas y destino soñado por millones de turistas.

¿Por qué visitarlo?

Porque es imposible entender buena parte del relato nacional de Estados Unidos –y sus contradicciones– sin enfrentarse cara a cara con los gigantescos presidentes tallados en la montaña.

Además, la reciente polémica sobre si añadir la cabeza de Donald Trump ha vuelto a poner este icono bajo los focos internacionales.

Sin espacio para más rostros y en el centro de la polémica

El icónico Monte Rushmore, con los rostros de Washington, Jefferson, Lincoln y Roosevelt tallados entre 1927 y 1941, no admite nuevas caras.

Según el Servicio de Parques Nacionales (NPS), la geología de la montaña no da más de sí: «No hay espacio viable para más tallas», sentencia.

Pero no es solo una cuestión de roca. Dan Wenk, exsuperintendente del monumento, lo compara con un cuadro de Da Vinci: «Añadir otra cara sería como alterar La Última Cena«.

Diseñado por Gutzon Borglum, un escultor con vínculos al Ku Klux Klan, el monumento simboliza para muchos el nacimiento, crecimiento, preservación y desarrollo de EE UU. Sin embargo, para miles de indígenas, es un emblema del supremacismo blanco.

Los sioux, dueños originales de las Colinas Negras según el Tratado de Fort Laramie de 1868, denuncian que Washington y Jefferson esclavizaron afroamericanos, Roosevelt intentó evangelizar tribus y Lincoln ordenó en 1862 la mayor ejecución masiva de nativos en la historia del país.

Tras la apropiación de estas tierras por el oro, el Supremo reconoció en 1980 la violación del tratado, pero los sioux rechazaron una indemnización de 1.300 millones de dólares, exigiendo sus derechos territoriales.

En 2020, la visita de Trump al monte desató tensiones.

El presidente de los Oglala Sioux pidió demoler las esculturas, mientras la gobernadora Noem juró proteger el monumento.

Paralelamente, Trump impulsa el Jardín Nacional de los Héroes Estadounidenses, un proyecto con 250 estatuas para celebrar el 250.º aniversario de EE UU en 2026. Dakota del Sur apuesta por ubicarlo cerca de Rushmore, con una partida aprobada de 40 millones de dólares, aunque el Senado aún no da luz verde.

Entre los héroes, destaca un español: Bernardo de Gálvez.

Sin embargo, la donación de 16 hectáreas para el proyecto por una empresa minera ha reavivado la oposición de grupos indígenas, que consideran sagrada la zona.

Cómo llegar al Monte Rushmore desde España

El viaje arranca con un vuelo desde Madrid o Barcelona con escala en una ciudad estadounidense como Chicago o Denver. Desde allí, lo más habitual es volar hasta Rapid City, la urbe más cercana al monumento (a unos 45 km). Varias aerolíneas conectan estas ciudades en vuelos internos frecuentes. Una vez en Rapid City, el alquiler de coche es la mejor opción: la carretera hasta el Monte Rushmore está bien señalizada y recorre las impresionantes Black Hills.

Coste y precios para dos personas

Mejor estación del año para visitar

La mejor época para visitar el Monte Rushmore va desde finales de primavera hasta principios de otoño (de mayo a septiembre). El clima es cálido y agradable; los días son largos e ideales para recorrer tanto el monumento como los parques naturales cercanos. Los meses de verano (junio-agosto) concentran la mayor afluencia turística y los precios suben; sin embargo, también es cuando hay más actividades culturales y eventos especiales.

En primavera (abril-junio) hay menos visitantes y temperaturas suaves. El otoño (septiembre-octubre) ofrece paisajes espectaculares por el cambio de color en los bosques, mientras que el invierno puede resultar muy frío y con nieve abundante.

“Visitar el Monte Rushmore antes de las 10:00 h te garantiza menos afluencia, temperaturas más agradables en verano y una luz perfecta para tus fotos”.

Restaurantes imprescindibles

La oferta gastronómica no es sofisticada pero sí auténtica:

Documentación necesaria

Para viajar desde España se necesita:

Moneda

La moneda oficial es el dólar estadounidense (USD). Se recomienda llevar alguna cantidad en efectivo pero casi todo se puede pagar con tarjeta sin problema.

Claves y trucos para disfrutar al máximo

Curiosidades y anécdotas del lugar

El proyecto nació con vocación turística gracias al historiador Doane Robinson, aunque originalmente pensó en homenajear a figuras del Oeste como Lewis & Clark o Sacajawea. El escultor elegido fue Gutzon Borglum, cuyo pasado afiliado al Ku Klux Klan sigue generando controversia hoy día. El monumento tardó catorce años en completarse (1927–1941), empleó a unas cuatrocientas personas… ¡y no hubo víctimas mortales durante la obra!.

Los presidentes elegidos –George Washington, Thomas Jefferson, Theodore Roosevelt y Abraham Lincoln– representan respectivamente nacimiento, expansión, desarrollo y conservación del país.

Entre las anécdotas más famosas destaca el intento fallido de crear una cámara secreta detrás de las cabezas presidenciales –la “Sala de los Recuerdos”– que debía albergar documentos clave sobre EE UU. Hoy solo existe una pequeña cueva inaccesible al público.

Así es la historia de un monumento levantado por un escultor afiliado al Ku Klux Klan

El legado racista del escultor Borglum –con vínculos directos con el Klan durante otros proyectos como Stone Mountain– añade una capa amarga al mito del Rushmore. Además, el monte está situado sobre tierras sagradas para los lakota sioux (“Los Seis Abuelos”), arrebatadas tras varios tratados incumplidos. Para muchos nativos americanos, este monumento simboliza una herida abierta.

¿La cabeza de Trump en el Monte Rushmore?

La idea ha circulado varias veces desde que Donald Trump llegó a la Casa Blanca. En 2020 llegó incluso a preguntar a la gobernadora de Dakota del Sur por los trámites necesarios para añadir su rostro junto a los otros presidentes; ella le regaló una réplica con su busto incluido. Técnicamente sería muy difícil –el granito restante no permite tallar otra cabeza sin dañar las existentes– y políticamente supondría reabrir viejas polémicas raciales e identitarias. La propuesta ha generado debate mediático pero ningún paso real hacia su ejecución.

¿Podría Trump ganar el Nobel de la Paz? ¿Y Elon Musk?

Aunque ambos nombres han sonado ocasionalmente entre nominados mediáticos al Nobel –Trump por sus iniciativas diplomáticas en Oriente Medio; Musk por su papel tecnológico– lo cierto es que no figuran como favoritos reales según las casas de apuestas ni entre expertos habituales.

Diez curiosidades sobre el Monte Rushmore

  1. No hay cuerpos ni cámaras funerarias dentro; solo una cápsula del tiempo inaccesible.
  2. Más del 90% del tallado se hizo usando dinamita.
  3. Cada nariz mide seis metros; cada ojo casi tres.
  4. El mantenimiento anual requiere trabajos verticales extremos.
  5. El parque recibe más visitas nacionales que internacionales; tras la Estatua de la Libertad es el destino turístico más popular dentro del país.
  6. Keystone –el pueblo base– vive casi exclusivamente del turismo generado por el monumento.
  7. El proyecto costó casi un millón de dólares… hace casi cien años.
  8. Solo uno de los presidentes representados vivió durante la Guerra Civil estadounidense: Lincoln.
  9. Hay un sendero circular que permite ver detalles imposibles desde lejos.
  10. El Rushmore aparece habitualmente en películas (Con la muerte en los talones, Team America), cómics e incluso videojuegos.

Visitar este lugar no solo sirve para admirar un logro técnico asombroso sino también para reflexionar sobre qué significa ser parte –y cuestionar– una nación construida sobre relatos heroicos… y silencios incómodos. La pregunta sobre si debe tallarse otra cabeza –ya sea Trump u otro presidente futuro– revela que estos debates siguen vivos setenta años después.

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