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Fulminado.
Con precisión quirúgica.
Como casi siempre.
Este domingo, 29 de junio de 2025, Israel ha dado un nuevo golpe a la cúpula de Hamás con la eliminación de Hakham Muhammad Issa Al-Issa, considerado el cerebro detrás del brutal asalto del 7 de octubre.
La noticia llega en un contexto marcado por una ofensiva constante sobre las estructuras dirigentes de Hamás, Hezbolá y otros grupos armados hostiles al Estado hebreo.
La sistemática eliminación de sus líderes es ya una seña de identidad en la estrategia militar israelí.
La muerte de Al-Issa no solo significa la desaparición de una figura clave en la planificación y ejecución del ataque más letal sufrido por Israel en décadas, sino que también evidencia el alcance y determinación con que Tel Aviv persigue desarticular el aparato operativo de sus enemigos en Gaza y más allá.
La figura de Hakham Muhammad Issa Al-Issa
La operación, realizada en coordinación entre el ejército israelí y el Shin Bet, tuvo como objetivo a uno de los fundadores del ala militar de Hamás. Al-Issa era responsable directo del cuartel general de apoyo al combate y supervisaba tanto ataques a civiles como a objetivos militares israelíes. Su papel fue central en la organización logística y táctica del asalto múltiple del 7 de octubre, que se saldó con al menos 1.200 víctimas mortales y más de 200 secuestros.
Además de planificar ataques, Al-Issa estaba implicado en la reconstrucción operativa y logística de Hamás bajo el fuego constante del ejército israelí. Su muerte supone un golpe sensible para las capacidades inmediatas del grupo islamista, aunque la experiencia demuestra que estas organizaciones poseen mecanismos internos para reemplazar rápidamente a sus líderes abatidos.
Estrategia: Eliminaciones selectivas como doctrina
Desde el reinicio intensivo de las hostilidades el pasado marzo, tras una tregua temporal, Israel ha redoblado los ataques selectivos contra altos mandos tanto en Gaza como en Líbano o Siria. El caso reciente más destacado es el del propio Al-Issa, pero le preceden otros nombres importantes:
- Arafat Dhiab, implicado en la matanza del festival Nova.
- Ibrahim Biari, otro cabecilla eliminado tras ataques aéreos sobre campos de refugiados.
- En Líbano, más de 500 combatientes y varios comandantes destacados de Hezbolá han sido abatidos por operaciones israelíes desde octubre pasado.
Esta política busca descabezar las estructuras militares y logísticas que permiten a estos grupos planificar e implementar ataques complejos. Los mandos intermedios suelen asumir responsabilidades tras cada baja, pero el desgaste acumulado genera dificultades crecientes para mantener la operatividad al nivel previo.
Hezbolá: otro frente en tensión
Mientras Hamás sigue sufriendo pérdidas notables entre sus altos cargos, Hezbolá —el movimiento chií libanés apoyado por Irán— vive una situación similar. Tras la masacre del sur israelí, Hezbolá incrementó su apoyo militar a Hamás disparando miles de cohetes y drones sobre territorio israelí. La respuesta ha sido contundente: bombardeos precisos sobre posiciones y comandantes clave en Líbano y Siria.
Las operaciones sobre ambos frentes han obligado a decenas de miles de israelíes a abandonar las zonas fronterizas norteñas, mientras que el sur libanés sufre también una fuga masiva ante el temor a escaladas mayores.
Balance humano y político
La intensidad renovada del conflicto desde marzo ha supuesto un incremento dramático del número de víctimas civiles palestinas: solo desde esa fecha se contabilizan más de 6.000 muertos adicionales en Gaza, elevando el balance total desde octubre pasado por encima de los 56.000 fallecidos según fuentes locales. La infraestructura civil y militar está devastada, mientras que Hamás guarda silencio sobre las últimas bajas entre sus filas.
Israel insiste en que estos ataques son imprescindibles para garantizar su seguridad nacional frente a organizaciones que han dejado claro su objetivo: repetir acciones similares al 7 de octubre tanto en el sur como —según analistas militares— en el norte si se dieran las condiciones propicias.
¿Hacia dónde evoluciona el conflicto?
Pese al éxito táctico que suponen estas eliminaciones selectivas, los expertos advierten que no resuelven por sí solas el problema estructural: tanto Hamás como Hezbolá han demostrado resiliencia organizativa. Cada líder caído es sustituido rápidamente por otro miembro formado en años previos, aunque la calidad estratégica puede verse resentida con el tiempo.
El riesgo inmediato es una escalada regional aún mayor si alguna acción cruza ciertas líneas rojas —como un atentado espectacular o un ataque masivo sobre Tel Aviv o Haifa— o si Irán decide implicarse abiertamente.
Israel sostiene públicamente que continuará con esta política todo el tiempo que sea necesario para evitar nuevas tragedias como la vivida hace apenas ocho meses. De fondo permanece la presión internacional para buscar una salida negociada o al menos humanitaria al drama civil palestino, algo que hasta ahora parece lejano.
Claves para entender la situación actual
- La eliminación sistemática: Israel prioriza atacar a los líderes operativos para debilitar la capacidad ofensiva enemiga.
- Hamás y Hezbolá: Ambos grupos mantienen redes internas capaces de regenerar cuadros directivos pero sufren desgaste continuado.
- Impacto civil: El coste humano es enorme, especialmente entre los palestinos.
- Riesgo regional: Cada ataque puede desencadenar respuestas inesperadas e incluso ampliar el conflicto hacia otros países vecinos.
- Estrategia israelí: El mensaje es claro: ningún responsable directo o indirecto estará seguro mientras continúe la amenaza sobre Israel.
La muerte este domingo del siniestro Hakham Muhammad Issa Al-Issa marca otro hito sangriento en este ciclo interminable donde cada golpe táctico parece acercar solo un poco más —y nunca lo suficiente— una posible resolución definitiva.
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