La situación en Gaza ha alcanzado un punto crítico.
Y la presión militar israelí, para aqcabar con los terroristas de Hamas, no cesa.
La presión internacional, unida a imágenes de niños famélicos y hospitales colapsados, ha empujado al gobierno de Israel a anunciar la apertura de corredores humanitarios y pausas en sus operaciones militares para facilitar el paso de ayuda urgente.
La medida llega tras semanas de denuncias sobre muertes por hambre y la desesperación visible entre la población palestina.
Las palabras clave de enfoque —ayuda humanitaria, crisis alimentaria, Gaza, Israel, presión internacional— marcan el eje central del debate global sobre cómo abordar un conflicto que ya ha dejado miles de víctimas civiles y amenaza con una hambruna a gran escala.
Los acontecimientos de los últimos días han acelerado este giro.
Al menos 25 personas murieron esperando ayuda cerca del paso de Zikim, algunas por disparos cuando intentaban acceder a los camiones con alimentos.
Organizaciones como la ONU alertan del inminente riesgo de hambruna: “La población entera está expuesta al riesgo de inanición”, denuncian responsables humanitarios.
Las cifras son devastadoras: desde abril, el número de niños fallecidos por desnutrición se ha disparado y más de 6.500 menores reciben tratamiento según datos recientes.
Pausas humanitarias y corredores: ¿Solución o parche temporal?
La reacción israelí responde a un clamor global sin precedentes.
El ejército ha confirmado que desde hoy se implementarán “pausas humanitarias” en zonas densamente pobladas y se habilitarán corredores para que los convoyes, especialmente los gestionados por Naciones Unidas, puedan distribuir suministros esenciales.
Esta decisión va acompañada del reinicio —controvertido— de lanzamientos aéreos de comida y medicinas sobre el enclave palestino, tanto por parte del ejército israelí como mediante iniciativas apoyadas por Jordania y Emiratos Árabes Unidos.
No obstante, persisten dudas sobre el alcance real del alivio que estas medidas puedan proporcionar. Las autoridades israelíes insisten en que no existe límite para la entrada de camiones con víveres, aunque trabajadores humanitarios denuncian obstáculos burocráticos y restricciones militares que impiden una distribución eficaz. El propio ejército acusa a Hamas de apropiarse o entorpecer el reparto, mientras que la ONU sostiene que no recibe permisos suficientes para operar con seguridad dentro del enclave.
Puntos clave sobre las medidas anunciadas:
- Israel anuncia pausas humanitarias en ciertas franjas horarias y lugares aún no detallados.
- Se habilitan corredores seguros para convoyes internacionales.
- Airdrops (lanzamientos aéreos) reiniciados: principalmente alimentos básicos como harina, azúcar y conservas.
- Participación internacional: Jordania, Emiratos Árabes Unidos y Reino Unido refuerzan el envío aéreo de suministros.
- Persisten los combates contra objetivos considerados terroristas por Israel; las operaciones militares continúan fuera de los periodos designados para el paso seguro.
Vida bajo asedio: desesperación diaria en Gaza
El día a día en Gaza sigue marcado por la escasez extrema. Las listas para recibir raciones son interminables; muchos no consiguen nada tras horas esperando bajo el sol o incluso arriesgando sus vidas ante posibles tiroteos. El acceso al mar —tradicional fuente alternativa de proteínas para los gazatíes— permanece prohibido por decisión militar israelí, lo que elimina cualquier posibilidad de pesca local. Esta restricción agudiza aún más la precariedad alimentaria: “Los palestinos están desesperados por conseguir pescado. Pero Israel ha vetado totalmente el acceso al mar”, relatan medios internacionales.
Las cocinas comunitarias tratan de paliar la emergencia con recursos menguantes. Organizaciones como World Central Kitchen han reanudado sus actividades a pequeña escala pero solo pueden ofrecer menos de la mitad de comidas diarias respecto al mes anterior debido a la falta crónica de suministros.
Estrategia militar: el objetivo sigue siendo Hamas
El gobierno israelí justifica su control férreo sobre las fronteras y el flujo de ayuda alegando que su objetivo prioritario es desmantelar las estructuras armadas y logísticas de Hamas, organización catalogada como terrorista por Estados Unidos, Israel y la UE. Desde Tel Aviv recalcan que “los únicos que no pasan hambre son los terroristas”, acusando a Hamas de acaparar recursos y obstaculizar deliberadamente la llegada de asistencia a la población civil.
Sin embargo, esta narrativa se enfrenta al escepticismo creciente fuera del país. Más de un centenar de organizaciones humanitarias han exigido el fin inmediato del bloqueo alegando que las restricciones actuales vulneran principios básicos del derecho internacional humanitario.
Controversia internacional e impacto político
La respuesta internacional se ha endurecido notablemente en las últimas 48 horas:
- Países occidentales como Reino Unido presionan abiertamente para acelerar los corredores humanitarios.
- ONG internacionales advierten que ni siquiera sus propios equipos consiguen raciones suficientes.
- Naciones Unidas insiste en que las acciones bélicas deben cesar al menos temporalmente para evitar una catástrofe mayor.
En paralelo, las negociaciones para una tregua definitiva entre Israel y Hamas siguen bloqueadas tras el abrupto parón ordenado por Estados Unidos e Israel esta semana. Egipto y Catar insisten en que es solo una pausa táctica pero no hay fecha clara para retomar los contactos diplomáticos.
Mirando hacia adelante: ¿alivio real o ciclo sin fin?
Mientras continúe el bloqueo marítimo, las restricciones terrestres y los combates activos fuera de las ventanas humanitarias anunciadas, el margen para mejorar sustancialmente las condiciones en Gaza parece limitado. La combinación entre presión internacional —visible estos días— y necesidades sobre el terreno podría forzar ajustes adicionales por parte del gobierno israelí si se agrava aún más la crisis.
En definitiva, aunque la apertura parcial de corredores y pausas supone un alivio inmediato para algunos gazatíes, persisten interrogantes profundos sobre si estas medidas bastarán para evitar una tragedia humanitaria mayor o si solo representan una solución provisional mientras las causas estructurales del conflicto permanecen intactas.
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