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El eco de la “ética guerrera” resuena hoy en Washington

Trump firma una orden para que el Pentágono vuelva a llamarse ‘Departamento de Guerra’

El secretario de Defensa, Hegseth, promete pasar a la ofensiva

Periodista Digital 06 Sep 2025 - 08:37 CET
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La decisión de Donald Trump de renonbrar el Pentágono como “Departamento de Guerra” ha sacudido los cimientos de la política de defensa estadounidense y reaviva debates históricos sobre el papel militar del país.

A la espera de la respuesta del Congreso, el ahora “Departamento de Guerra”— inicia una nueva etapa marcada por la reivindicación del poder militar y la ofensiva estratégica.

La medida, más allá de su impacto simbólico, podría influir en la doctrina de seguridad nacional y en las prioridades presupuestarias de los próximos años.

En definitiva, el rebranding impulsado por Trump no solo reescribe una placa en la entrada del mítico complejo.

Plantea una redefinición del rol de Estados Unidos en el mundo y abre un debate sobre los límites entre defensa, disuasión y proyección de fuerza.

El eco de la “ética guerrera” resuena hoy en Washington, mientras el mundo observa expectante el rumbo de la mayor potencia militar del planeta.

A día de hoy, 6 de septiembre de 2025, la administración Trump ha firmado una orden ejecutiva que permite el uso oficial del nuevo nombre en comunicaciones y ceremonias, aunque la denominación legal aún depende del Congreso.

El presidente, flanqueado por el secretario de Defensa Pete Hegseth, justificó la medida como un regreso a los orígenes de la nación y una respuesta al contexto internacional actual.

“Creo que es un nombre mucho más apropiado, especialmente en vista de dónde está el mundo ahora mismo”, afirmó Trump en el Despacho Oval. La orden ejecutiva instruye a que se emplee el término “Departamento de Guerra” en documentos no estatutarios y que el secretario pueda adoptar el título de “Secretario de Guerra” en actos oficiales.

El trasfondo histórico y la lógica del cambio

El término “Departamento de Guerra” no es nuevo en la historia estadounidense. Fundado en 1789, el departamento gestionaba al Ejército, la Marina y el Cuerpo de Marines. Tras la Segunda Guerra Mundial, el presidente Harry Truman apostó por la integración de las fuerzas armadas bajo una sola organización, que fue rebautizada como “Departamento de Defensa”. Este cambio respondía a la necesidad de coordinar recursos militares, inteligencia y política exterior, además de reflejar un enfoque más global y menos agresivo en la terminología oficial.

La nomenclatura de “defensa” ha sido vista durante décadas como una declaración de intenciones: Estados Unidos se posicionaba como garante de la seguridad mundial, no como potencia belicista. Sin embargo, Trump ha criticado abiertamente esa perspectiva, calificando el nombre de “insuficientemente fuerte” y asegurando que el país “ganó la Primera y la Segunda Guerra Mundial antes de adoptar un enfoque blando”.

Hegseth y la nueva doctrina: ofensiva, no contención

La orden ejecutiva no solo cambia una etiqueta. El secretario Hegseth ha declarado que el objetivo es “restaurar la ética guerrera” en el seno de las fuerzas armadas y abandonar la retórica de la mera defensa. En palabras de Hegseth, se trata de “pasar a la ofensiva” en la política militar, lo que implica una revisión doctrinal de estrategias y prioridades.

Este giro retórico y simbólico tiene implicaciones:

El proceso legal y las limitaciones

Aunque la orden ejecutiva permite el uso inmediato del nuevo nombre en ámbitos no legales, el cambio formal requiere una ley del Congreso. Trump ha mostrado dudas sobre la necesidad de esa aprobación, pero ha admitido que “vamos a averiguarlo” y que el asunto se pondrá en manos del legislativo. Mientras tanto, el rebranding afectará inicialmente a papelería, comunicaciones oficiales y eventos, evitando grandes gastos o cambios estructurales.

El presidente ha subrayado que la transición será gradual y económica: “Sabemos cómo rebrandear sin volvernos locos. No tenemos que volver a tallar una montaña ni nada parecido. Cambiaremos la papelería según vaya tocando y cosas así”, explicó Trump, en referencia a los costes asociados a la medida.

Reacciones y posibles escenarios

El anuncio ha generado reacciones encontradas en la clase política y la sociedad estadounidense. Algunos sectores conservadores aplauden la decisión como una muestra de liderazgo y determinación. Otros alertan sobre el riesgo de alimentar percepciones de militarismo y de erosionar décadas de diplomacia basada en la seguridad compartida.

Analistas y expertos en relaciones internacionales advierten:

No obstante, la iniciativa encaja en la estrategia electoral de Trump, quien ha hecho de la fortaleza militar uno de sus ejes de campaña. En el contexto global actual, marcado por la inestabilidad geopolítica y la emergencia de nuevas amenazas, la apuesta por un lenguaje más directo y agresivo busca diferenciar a Estados Unidos de sus rivales y reforzar su posición como actor dominante.

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