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La batalla por redefine el frente oriental y el destino de todo el Dobás

Las tropas rusas cercan Pokrovsk e inician el asalto, luchando encarnizadamente, casa a casa, contra los defensores ucranianos

Combates urbanos encarnizados que facilitarán nuevas conquistas y alterararán el panorama diplomático.

Periodista Digital 08 Nov 2025 - 09:59 CET
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Lentamente, pero de forma constante, se va inclinando la balanza.

En medio de ríos de sangre, mutilados y muertos.

Porque Putin y el Kremlin han puesto en marcha, hace ya mucho, la máquina de picar carne humana, y no cesarán hasta alcanzar sus objetivos.

El estruendo de la artillería y el zumbido de los drones han reemplazado al bullicio habitual en Pokrovsk, una ciudad que antes de la guerra era hogar de más de 60.000 personas y que hoy se ha convertido en el escenario de la confrontación más decisiva del Donbás desde que comenzó la invasión rusa.

En las últimas horas, las tropas rusas han conseguido avanzar hacia los barrios centrales, donde los enfrentamientos se desarrollan edificio por edificio, en una demostración brutal de lo que muchos ya denominan una máquina de picar carne humana.

Las fuerzas rusas aseguran haber tomado casi 70 edificios en tan solo 24 horas, estrechando el cerco sobre las tropas ucranianas y presionando los últimos corredores de suministro y retirada que aún permanecen abiertos.

Por su parte, los ucranianos desmienten un cerco total y sostienen que todavía existe un estrecho paso de unos 5 kilómetros por el cual pueden replegarse o recibir refuerzos, aunque reconocen que la situación es cada vez más delicada.

Una batalla que puede cambiar el rumbo del conflicto

Pokrovsk no es solo un punto estratégico; su caída podría abrirle a Vladimir Putin la vía para avanzar hacia las dos grandes ciudades que todavía están bajo control ucraniano en el Donbás: Sloviansk y Kramatorsk. La toma de estas urbes significaría un golpe devastador para Kiev y un impulso político y militar para Moscú, que podría presentarse ante la comunidad internacional —y frente a Estados Unidos— con la victoria más significativa desde la captura de Bajmut en 2023.

En términos diplomáticos, apoderarse de Pokrovsk fortalecería la posición negociadora de Rusia, evidenciando su determinación y capacidad de desgaste, justo en un momento en que en Occidente surgen dudas sobre el envío continuo de ayuda militar y financiera a Ucrania. La imagen de Putin reunido con su círculo cercano envía un mensaje claro: determinación frente a las vacilaciones occidentales.

Cronología y dinámica del asedio

La batalla recuerda por su ferocidad y simbolismo a la librada en Mariúpol en 2022, donde la acería Azovstal se convirtió en último bastión de resistencia. Moscú intenta repetir ese guion: asfixiar al enemigo con fuego constante y ofrecer una salida negociada solo después de haber destruido su capacidad defensiva local.

Una “máquina de picar carne” en Donbás

El costo humano de esta ofensiva es inmenso. Las estimaciones apuntan a unas 30.000 bajas rusas al mes en todo el frente, cifra que iguala el ritmo al que Moscú repone sus tropas, según analistas ucranianos. En Pokrovsk, Rusia habría perdido cerca de 1.500 soldados solo en la última semana, mientras que alrededor de 314 infiltrados rusos están actualmente activos en la ciudad, según cifras proporcionadas por Zelenski.

Por parte ucraniana, la presión es abrumadora. El Estado Mayor ha reforzado la zona con fuerzas especiales y asegura que la defensa sigue activa; sin embargo, algunos oficiales ya plantean una retirada táctica para evitar un cerco total y salvar lo que queda del contingente militar, tal como ocurrió meses atrás en Bajmut.

¿Qué puede suceder a continuación?

Las lecciones del asedio

En este momento, Pokrovsk se erige como un termómetro del conflicto en Ucrania. Su resistencia o caída determinará el tono para los próximos meses. La ciudad simboliza el brutal costo asociado con la guerra urbana moderna: cada edificio se convierte en fortaleza; cada calle es potencialmente mortal; cada jornada dedicada al combate implica una sangría incesante tanto de recursos como de vidas humanas.

Ambos bandos están utilizando todos los medios disponibles. Rusia concentra refuerzos mientras multiplica sus ataques mediante artillería y drones. Ucrania apuesta por movilidad e inteligencia junto con un espíritu resistente alentado por visitas frecuentes de altos mandos e incluso del propio Zelenski al frente. La batalla por Pokrovsk se presenta como una guerra total concentrada: territorio, narrativa e incluso psicología están todos en juego.

El futuro inmediato del este ucraniano está siendo decidido casa a casa entre las ruinas de Pokrovsk. La contienda aún no ha concluido; sin embargo, tanto el invierno como la presión militar podrían inclinar la balanza hacia uno u otro lado en cualquier momento. Las repercusiones irán mucho más allá del Donbás.

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