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Respiro en la frontera

Sheinbaum y Trump posponen aranceles y abren ventana al diálogo

El acuerdo de última hora entre México y Estados Unidos frena temporalmente una escalada comercial y deja 90 días para evitar una guerra arancelaria. La diplomacia evita el choque, pero no disipa las tensiones

Paul Monzón 01 Ago 2025 - 02:57 CET
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Por ahora, se ha esquivado el golpe. México y Estados Unidos han decidido extender por 90 días su acuerdo comercial vigente, una medida que, en lo inmediato, evita el alza de aranceles programada para este 1 de agosto.

La presidenta Claudia Sheinbaum lo anunció con alivio, subrayando que «se evitó el alza arancelaria» y se ganó tiempo para «construir un acuerdo de largo plazo basado en el diálogo». Pero lo cierto es que el reloj sigue corriendo, y la amenaza persiste.

Detrás del gesto diplomático, el trasfondo sigue siendo complejo. Fue durante una llamada telefónica con el presidente Donald Trump que se concretó esta prórroga. Ambos líderes calificaron la conversación como positiva. Trump, fiel a su estilo, se adelantó con el anuncio en Truth Social y aprovechó para recordar que ciertos aranceles seguirán vigentes: 25% al fentanilo, 25% a los automóviles y 50% al acero, aluminio y cobre. No es menor: se trata de sectores estratégicos para la economía mexicana.

El llamado «arancel del fentanilo» —una medida simbólica y política más que estrictamente económica— sigue siendo un punto de fricción. La Casa Blanca lo ha utilizado como carta de presión en la cruzada contra el tráfico de drogas, mezclando la política de seguridad con la agenda comercial. México, por su parte, enfrenta el dilema de sostener su soberanía mientras mantiene a flote su economía exportadora.

A pesar de los gestos cordiales, la relación sigue siendo tensa y asimétrica. Trump, en tono de victoria, afirmó que México ha aceptado eliminar sus barreras no arancelarias y que continuará colaborando en materia de seguridad fronteriza. «Cada vez nos conocemos y entendemos más», dijo el expresidente, una frase que suena tan conciliadora como ambigua.

México es uno de los tres principales socios comerciales de EE. UU., junto con Canadá y China. Pero en esta ecuación, la política electoral estadounidense juega un rol clave. En un año preelectoral, Trump vuelve a posicionarse como el negociador duro, mientras Sheinbaum, en sus primeros meses de gobierno, debe equilibrar firmeza y diplomacia.

El acuerdo de hoy es un alivio temporal. Pero no es una solución. La amenaza de nuevos aranceles sigue latente, y con ella, el riesgo de una guerra comercial que podría dañar severamente a ambos países. La prórroga de 90 días es una oportunidad: para negociar con seriedad, para enfriar los ánimos, y sobre todo, para construir una relación más estable, menos reactiva y menos dependiente de impulsos políticos.

Habrá que ver si ambos gobiernos están realmente dispuestos a aprovecharla.

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