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El país encara un nuevo ciclo político tras la penosa era Morales

Paz vs Quiroga: el balotaje que pone fin a dos décadas de izquierdismo e indigenismo del MAS en Bolivia

La histórica segunda vuelta entre el senador y el expresidente cierra veinte años de dominio izquierdista y clausura el proyecto indigenista y cocalero en Bolivia

Paul Monzón 18 Ago 2025 - 07:53 CET
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La noche electoral del 17 de agosto dejó una imagen inédita en la historia reciente de Bolivia: Rodrigo Paz y Jorge Quiroga se enfrentarán en la primera segunda vuelta presidencial desde la Constitución de 2009, marcando el ocaso del largo ciclo del Movimiento al Socialismo (MAS).

El desenlace, celebrado y criticado a partes iguales, certifica el derrumbe del “sectario indigenismo” y del modelo de izquierdismo cocalero que ha definido la política boliviana en los últimos veinte años.

A día de hoy, 18 de agosto del 2025, el panorama político boliviano ha cambiado radicalmente.

Con el 32% de los votos, Paz —hijo del expresidente Jaime Paz Zamora— encabeza la primera vuelta, seguido de Quiroga, que obtuvo el 27%.

El MAS, arrinconado por sus divisiones internas y una crisis económica sin precedentes, queda relegado a la irrelevancia parlamentaria, tras haber sido el partido dominante desde 2006.

El fin de una era: MAS y el agotamiento del modelo

Durante dos décadas, el MAS supo capitalizar el descontento de los sectores indígenas y rurales, impulsando políticas de inclusión, nacionalización de recursos y una narrativa de justicia social. Pero la fórmula se agotó. La fragmentación interna, la caída de los precios internacionales del gas y los escándalos de corrupción han minado la autoridad del partido y de sus figuras históricas.

El deterioro económico es palpable. Bolivia sufre inflación, desabastecimiento de gasolina y productos básicos, y una caída del poder adquisitivo que ha disparado el malestar social. La ciudadanía, hastiada de promesas incumplidas, ha optado por el cambio.

Como señala el politólogo José Exeni, “la crisis, la desconfianza, la polarización y la incertidumbre” resumen el clima actual.

El MAS, dividido en tres facciones irreconciliables, apenas ha conseguido mantener presencia en el Parlamento: de 130 diputados, solo uno pertenece al partido, y en el Senado ha perdido toda representación.

Paz y Quiroga: dos proyectos, un mismo desafío

Ambos candidatos representan, en buena medida, la vuelta de la política tradicional boliviana, aunque con estrategias y perfiles diferentes:

En esta nueva etapa, el indigenismo militante y el modelo cocalero pierden centralidad. La izquierda, encarnada por Andrónico Rodríguez —delfín de Evo Morales—, apenas alcanzó el 8% de los votos y se queda sin capacidad de influencia institucional.

Un Parlamento irreconocible y la desaparición del MAS

La composición del nuevo Congreso refleja el colapso de la hegemonía masista. El Partido Demócrata Cristiano de Paz controlará la primera minoría en el Senado, seguido por la Alianza Libre de Quiroga. El MAS, que llegó a tener mayorías absolutas, se enfrenta a la desaparición institucional. La lucha fratricida entre Evo Morales, Luis Arce y Andrónico Rodríguez ha dinamitado el instrumento político, sindical y social que, durante años, monopolizó el poder estatal y la agenda pública.

En las calles, la economía domina las conversaciones. La escasez de gasolina, el aumento de los precios y la falta de dólares han hecho mella en la confianza ciudadana. Muchos bolivianos sienten nostalgia por los años de bonanza exportadora, pero la realidad actual exige respuestas nuevas y un ajuste estructural.

El fin del sectarismo y el desafío de la gobernabilidad

La retirada del MAS abre la puerta a una política menos marcada por el sectarismo identitario y más orientada al pragmatismo. Sin embargo, el país se enfrenta a enormes desafíos:

La tarea del próximo presidente será titánica: recuperar la confianza en las instituciones, estabilizar la economía y evitar el estallido de un descontento social que sigue latente. La segunda vuelta, prevista para el 19 de octubre, decidirá si Bolivia apuesta por una transición moderada con Paz o por una restauración conservadora con Quiroga. Lo que está claro es que el ciclo del “indigenismo militante” y del “izquierdismo cocalero” ha llegado a su fin.

En palabras de un comerciante de La Paz, “lo que queremos es un gobierno que arregle esto”. La ciudadanía ha hablado y exige soluciones, no eslóganes. Bolivia, tras veinte años de hegemonía de un solo partido, entra en un territorio desconocido pero lleno de expectativas.

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