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Pintan bastos para el chavismo.
Y el tirano está cada día más asustado.
La imagen de un gigantesco petrolero abordado por fuerzas estadounidenses frente a las costas venezolanas parece sacada de una película. Sin embargo, representa un cambio en la estrategia de Donald Trump: pasar de un castigo financiero amplio a un ataque preciso sobre la logística del crudo venezolano, que es la principal fuente de ingresos del Gobierno de Nicolás Maduro.
En menos de un día, Washington ha transitado desde mostrar la incautación del buque Skipper hasta anunciar sanciones contra seis compañías navieras y seis superpetroleros relacionados con el transporte del petróleo venezolano. El mensaje es claro: quien se atreva a mover ese crudo se coloca en la línea de fuego.
Medidas tomadas por Estados Unidos
El nuevo conjunto de acciones del Departamento del Tesoro combina dos ataques simultáneos: uno dirigido a la red familiar y política de Maduro, y otro a la infraestructura que respalda las exportaciones petroleras.
Acciones destacadas:
- Sanciones financieras dirigidas a:
- Tres sobrinos de la mujer de Maduro, Cilia Flores: Efraín Antonio Campo Flores, Francisco Flores de Freitas y Carlos Erik Malpica Flores.
- El empresario panameño Ramón Carretero Napolitano, señalado como intermediario en contratos y envíos de productos petroleros para el Gobierno venezolano.
- Ataque al sector petrolero:
- Seis compañías navieras que transportan crudo venezolano, incluidas entidades registradas en paraísos fiscales como Myra Marine Limited, Arctic Voyager Incorporated, Poweroy Investment Limited, Ready Great Limited, Sino Marine Services Limited y Full Happy Limited.
- Seis superpetroleros que han cargado recientemente en puertos de PDVSA, cuatro bajo bandera panameña y dos registrados en Islas Cook y Hong Kong.
En términos prácticos, estas sanciones:
- Congelan activos bajo jurisdicción estadounidense.
- Prohíben a empresas y ciudadanos estadounidenses hacer negocios con los afectados.
- Emiten una advertencia clara a aseguradoras, puertos, bancos y operadores que faciliten el comercio del crudo venezolano.
La administración Trump lo presenta como un intento por “negar recursos financieros al régimen ilegítimo” y cortar “las fuentes que alimentan el narcotráfico y la criminalidad” en el hemisferio.
La incautación del petrolero: una advertencia en alta mar
El detonante visible de este nuevo ciclo ha sido la notable incautación del petrolero Skipper frente a las costas venezolanas.
El abordaje fue liderado por el Servicio de Guardacostas estadounidense con apoyo naval, bajo autoridad del FBI.
El buque navegaba bajo bandera de Guyana, que luego negó su registro oficial, sugiriendo un uso indebido de bandera. Anteriormente conocido como Adisa, ya había sido vinculado por autoridades estadounidenses a redes de contrabando de crudo iraní investigadas durante años.
El Gobierno de Trump ha dejado claro su intención de quedarse con el cargamento una vez finalizado el proceso legal correspondiente.
Desde Caracas, la respuesta ha sido contundente. El Ejecutivo venezolano ha calificado el hecho como “robo descarado” y “acto de piratería internacional”, insistiendo en que esta operación confirma que el objetivo real de Washington no es promover la democracia ni combatir el narcotráfico, sino apoderarse de las riquezas petroleras del país.
Maduro, el petróleo y la narrativa del saqueo
La argumentación utilizada por Nicolás Maduro no es nueva; sin embargo, Caracas sostiene que los EEUU emplea acusaciones sobre narcotráfico y violaciones derechos humanos como fachada, el verdadero propósito sería forzar un cambio de régimen para controlar las mayores reservas probadas de petróleo del mundo.
Esta ofensiva estadounidense forma parte de un conjunto de medidas que incluye sanciones financieras a miembros específicos de la cúpula chavista (algunos desde 2019), restricciones al espacio aéreo y persecución activa tanto a cargamentos como a los buques involucrados en su transporte.
En actos públicos, Maduro mezcla denuncias políticas con mensajes internos sobre resistencia: “Los imperialistas pensaron que nuestro pueblo flaquearía; aquí nadie flaquea ni flaqueará jamás”.
Para el chavismo, la incautación del Skipper junto con las sanciones impuestas refuerzan su narrativa sobre asedio externo. Además, les permite trasladar parte del coste económico y social derivado de la crisis hacia las decisiones tomadas en Washington.
¿Está Trump realmente tras el petróleo venezolano?
Esa pregunta ha resonado durante años: “Maduro afirma que Trump quiere apoderarse del petróleo venezolano. ¿Es ese realmente el objetivo primordial de EEUU?”
Los acontecimientos recientes permiten matizar:
- Interés económico y geopolítico indiscutible
- Venezuela produce actualmente menos de 900.000 barriles diarios; está muy lejos de su potencial debido a la destrucción de la industria petrolera por parte del chavismo, pero sigue siendo un jugador relevante en el mercado global.
- Sus principales compradores son hoy China y otros países asiáticos en menor medida, frecuentemente ofreciendo descuentos significativos debido al riesgo sancionador y a la competencia con Rusia e Irán.
- Debilitar esa capacidad exportadora:
- Aumenta la presión sobre Caracas.
- Alinea a Venezuela dentro del grupo de productores altamente sancionados por la inestabilidad que ocasionan (Rusia e Irán), lo cual permite a Washington utilizar el petróleo como herramienta geopolítica.
- Objetivo político explícito: cambio de régimen
- La Casa Blanca califica al Gobierno madurista como “régimen ilegítimo” tras el fraude electoral perpetrado por Maduro, y lo vincula al narcotráfico y a otras organizaciones criminales internacionales como el Cartel de los Soles, el Tren de Aragua o Hezbolá.
- Ha elevado considerablemente la recompensa por capturar al líder chavista e incorporado al llamado Cartel de los Soles en su lista negra como organización criminal extranjera.
- A su vez, mantiene una presencia militar sin precedentes recientes frente a las costas venezolanas dentro del marco operativo denominado Operación Lanza del Sur, oficialmente dirigida contra el narcotráfico.
- El petróleo como palanca más allá del botín
- Más que apropiarse directamente del crudo venezolano, la estrategia actual se centra en impedir que Maduro convierta esos recursos en ingresos utilizables para continuar su régimen de terror.
- La lógica es clara:
- Cuanto más difícil sea colocar ese petróleo, menor será la capacidad financiera del Estado venezolano.
- Se busca forzar concesiones políticas e idealmente, provocar un cambio dentro del poder.
Dentro de este marco, las palabras de Maduro sobre que “siempre se trató acerca nuestras riquezas”, replicada por la izquierda para justificar la continuidad de una dictadura afín, no abordan plenamente la complejidad detrás de la estrategia estadounidense. Es simplemente un mantra que oculta una realidad innegable: que la dictadura chavista al fin está siendo enfrentada con fuerza por actores internacionales.
El impacto en el mercado y economía venezolana
La ofensiva contra navieras y petroleros llega en un momento crítico para un sistema energético venezolano ya dañado por años de desinversión, corrupción y sanciones.
Consecuencias previsibles:
- Mayor prima para quien se involucre con crudo venezolano
- Aseguradoras y bancos reducirán su exposición a operaciones vinculadas con PDVSA.
- Las navieras temerán ver sus buques objeto de sanciones o incautaciones.
- Puertos y operadores logísticos evitarán escalas o cargas comprometidas.
- Incremento en dependencia hacia rutas arriesgadas
- Aumento en operaciones utilizando banderas convenientes.
- Uso intensivo de flotas no registradas junto con triangulaciones con terceros países.
- Mayor protagonismo para intermediarios dispuestos asumir riesgos políticos o legales a cambio mayores márgenes.
- Presión adicional sobre una población ya empobrecida
- Según estimaciones citadas por expertos, el 78%de los venezolanos vive bajo umbral pobreza.
- Cualquier nueva caída en los ingresos provenientes del petróleo disminuirá aún más la capacidad estatal para importar alimentos esenciales medicinas bienes básicos, que sostiene el régimen clientelar diseñado para maniatar a la población.
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