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Tiene una cara que se la pisa.
Y miente como un bellaco.
En esta ocasión, con el principal propósito de distraer al personalm crear confusión y ver si se deja de hablar unos días de la corrupoción del PSOE, de las mangancias de sus parientes y de su papel como capo de la mafia socialista.
Pero le ha salido el tiro poir la culata.
Hoy, 26 de junio de 2025, la posición de Pedro Sánchez tras la última cumbre de la OTAN ha sido foco de una cobertura internacional poco habitual para la política española.
No se trata solo del clásico debate sobre el gasto en defensa, sino de un episodio que ha situado a España en una posición incómoda, casi de paria, dentro de la Alianza Atlántica.
Medios como Politico han llegado a calificar a Sánchez como «el nuevo villano de la OTAN» y a señalar a España como «el nuevo paria de la Alianza».
El detonante: el compromiso firmado por los 32 miembros de la OTAN para elevar el gasto en defensa hasta el 5% del PIB antes de 2035.
Un acuerdo inédito, exigido especialmente por Donald Trump, que busca reforzar las capacidades militares europeas ante amenazas crecientes.
Sin embargo, el marido de Begoña ha sido el único jefe de gobierno que, tras firmar el texto, ha anunciado públicamente que no piensa cumplirlo y que su Gobierno Frankenstein limitará el gasto al 2,1% del PIB.
“Todos contra Sánchez” en La Haya
La reacción ha sido inmediata. El resto de socios han mostrado su malestar y han criticado abiertamente la decisión española, recalcando que “no hay excepciones ni trato especial para nadie”.
La declaración final fue clara: todos deben alcanzar el objetivo del 5% en defensa para mantener la credibilidad y cohesión interna frente a Rusia y otros desafíos globales.
- Sánchez defiende su postura alegando que un aumento superior al 2,1% sería incompatible con el modelo social español.
- La OTAN y su secretario general, Mark Rutte, insisten en que no hay margen para excepciones y que España deberá subir al menos al 3,5% si quiere cumplir los compromisos reales.
Este desencuentro ha dejado a Sánchez aislado en las fotos y pasillos.
No hubo saludo ni intercambio con Trump; incluso evitó sentarse cerca del presidente estadounidense durante las sesiones plenarias.
La prensa internacional ha retratado una imagen de soledad diplomática pocas veces vista en un jefe de Gobierno español.
El choque con Trump: amenazas comerciales explícitas
La tensión alcanzó su clímax con las palabras del propio Donald Trump al cierre de la cumbre. Sin matices, el presidente estadounidense lanzó una amenaza directa:
“Es tremendo lo que han hecho. Son el único país que se va a quedar en el 2%. Su economía va muy bien y podría verse arrasada si eso ocurre”.
Trump anunció que negociará directamente con España un acuerdo comercial “para que paguen el doble”, sugiriendo represalias económicas inmediatas si Madrid mantiene su negativa a aumentar el gasto militar.
Esta amenaza va más allá del habitual ruido político. Trump advirtió sobre posibles aranceles incrementados a productos españoles —como el jamón—, restricciones a inversiones o incluso retirada de contratos empresariales en Estados Unidos. Aunque las exportaciones españolas a EEUU representan menos del 2% del PIB, los economistas avisan: Washington tiene mecanismos para “torcer el brazo” a España si decide aplicar sanciones o trabas regulatorias.
¿Hasta dónde puede llegar Trump?
- Doble arancel sobre productos agrícolas y manufacturados.
- Menor acceso para empresas españolas a contratos federales.
- Retrasos o bloqueos en inversiones tecnológicas y energéticas.
- Sanciones financieras selectivas.
Este tipo de medidas serían especialmente sensibles para sectores como alimentación, turismo o infraestructuras.
Un debate interno y externo
Mientras tanto, Sánchez presume ante los medios españoles de haber “salvado” al país del coste social de un gasto desproporcionado. Argumenta que su fórmula permite cumplir con las capacidades militares exigidas sin sacrificar políticas sociales clave. Sin embargo, ni los aliados ni los analistas internacionales aceptan esa interpretación. La OTAN insiste: solo un incremento real garantizará la solidaridad colectiva.
Las cartas cruzadas entre Moncloa y Bruselas dejan poco margen para interpretaciones ambiguas. Rutte admite flexibilidad política pero no técnica: España deberá aumentar sus capacidades militares o arriesgarse a quedar fuera del círculo nuclear duro aliado.
Las consecuencias políticas internas tampoco son menores. La oposición española acusa al presidente de poner en peligro las relaciones estratégicas con EEUU justo cuando Europa busca mayor unidad frente al auge ruso y chino.
¿Qué futuro espera a España en la OTAN?
La situación abre varias incógnitas:
- ¿Cederá finalmente Sánchez ante la presión aliada?
- ¿Se materializarán las amenazas comerciales estadounidenses?
- ¿Puede España permitirse quedar aislada dentro del bloque atlántico?
A día de hoy, ningún otro aliado ha secundado públicamente la posición española. La presión no solo viene de Washington; París, Berlín y Roma consideran “irresponsable” cualquier gesto que debilite la credibilidad militar europea.
Por otro lado, analistas coinciden en que Sánchez ha optado por una jugada política arriesgada: busca vender fortaleza interna frente a lo que presenta como injerencias externas, pero corre el riesgo de pagar un precio elevado si EEUU cumple sus advertencias comerciales.
En definitiva, hoy España se encuentra sola ante una OTAN cada vez más exigente y bajo amenaza explícita por parte de Donald Trump. El pulso entre ambos líderes marcará no solo las relaciones bilaterales sino también el papel internacional del país durante los próximos años.
La prensa internacional lo tiene claro: “España es ahora mismo ese país incómodo al que todos miran con recelo; ni villano clásico ni héroe rebelde: simplemente aislado.”
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