En defensa de la Libertad

En defensa de la Libertad

Hace pocos días que se ha celebrado el cuadragésimo primer Congreso Federal del PSOE. El encuentro no ha sido más que un acto reivindicativo de la figura de Pedro Sánchez, quien se ha elegido a sí mismo como su sucesor. ¡Que los dioses le acompañen! Aparte de tomar ciertas decisiones sobre la Ley Trans, la creación de una empresa pública para construir vivienda, menciones al horario laboral y demás simpleces insignificantes, me llamó la atención, que dejó caer, de nuevo, su ánimo por coartar la libertad de expresión de los medios, cosa que lleva haciendo durante este año, desde que empezó a emplear el término “pseudomedios”. Su idea, es que los periodistas demuestren de donde han sacado la información cuando escriban algo que al político de turno no le siente bien, es decir, a él. Pues muy bien señor Sánchez, yo le voy a explicar cuales son mis fuentes desde este momento, en espera de que le valgan para todo el año 2025, ya que serán las mismas.

Para comenzar, le diré que lo que me legitima es el uso de mi libre albedrío que como ser humano que soy tengo la capacidad de hacer uso de él cuando me plazca. Me veo obligado a escribir las siguientes líneas, porque no se puede permitir una injerencia en las libertades como la que usted pretende. Cuando le criticamos algo sobre sus propuestas en materia laboral, cuando defendemos la propiedad privada ante sus continuos desplantes por el control de los alquileres, cuando pedimos aclaraciones por el fraude sistemático que vemos a diario, cuando el nepotismo nos sobrepasa, cuando la economía se resiente por el excesivo intervencionismo, cuando el aumento del gasto público es indefinido, cuando la presión fiscal aumenta por momentos -precisamente en estos-, cuando potencia políticas ecologistas y alarmistas que perjudican de forma crítica al desarrollo económico y cuando, cuando, cuando… Así podría rellenar un folio tras otro, y eso sin mencionar la corrupción; ¡disculpe!, ya la he mencionado.

He de decirle que en cualquier economía moderna, que se quiera diferenciar, es fundamental establecer unos límites necesarios entre Mercado y Estado. Si esto no existe, la ecuación se convierte en inecuación. Fíjese si esto es importante, que Hesíodo (750-760 a.C.), en sus escritos sobre pensamiento económico, hacía balance sobre la diferencia entre Mercado y Estado. De igual forma hizo Jenofonte (431-354 a.C) en su obra Medios y Formas donde escribía cómo dirigir y administrar un Estado. Luego el concepto no es cosa mía. Sólo para terminar esta introducción con la que le estoy ilustrando, le voy a exponer una frase a ver qué le parece: “El gobernante sabio y bueno es benevolente sin gastar fortunas; pone cargas sobre el pueblo sin ser feroz”. Bonita reflexión contra las subidas de impuestos asfixiantes con los que su vicepresidenta, Yolanda Díaz, nos quiere obsequiar. La frase no se la cobro, la dijo Confucio, pensador chino del siglo VI-V a.C.

Le acabo de dar tres autores de gran valor, todos de la Antigüedad, de esta época hay muchísimas más, le anticipo que será una de mis fuentes habituales y recurrentes a lo largo de todo el año que viene. Le aviso para que no obligue a repetirlo, si es posible claro.

Aunque sin duda alguna, le he de expresar que en materia de economía mi referente será la Escuela de Salamanca del siglo XVI; la que luego desarrollará la Escuela Austriaca de Menger, seguirá con Von Mises e implantará en el siglo XX Hayek. Creo conveniente que lo que voy a explicar a continuación lo deberían conocer tanto su Ministra de Hacienda, María Jesús Montero, como la Ministra de Trabajo y Economía, Yolanda Díaz.

La Escuela de Salamanca fue una escuela de pensamiento económico que se creó en el siglo XVI por un grupo de teólogos y juristas concentrados en la Universidad de Salamanca. Su legado para el desarrollo de la economía europea de los siglos posteriores fue esencial. Crearon la teoría cuantitativa del dinero, entre otras muchas cosas y sus principales miembros fueron: Francisco de Vitoria, Tomás de Mercado, Domingo Soto, Luis de Molina, Juan de Mariana, Martín de Azpilicueta y Juan de Lugo.

Adelantaron fundamentos que los teóricos de Viena estudiarían en el siglo XIX. Uno de los principales derechos que defendían era el libre albedrío, al que me referí al comenzar mi exposición, el cual tenemos por el simple hecho de haber nacido. Defendieron con fruición la libre circulación de mercancías y la libre fijación de los precios. Aquí hemos tocado con la piedra angular. No se debe fijar precios en una economía de libre mercado. Señor Sánchez y señora Díaz, no se pueden intervenir los precios de nada, ni de carburantes, ni de alquileres, ni de productos básicos, ni de nada, de nada. Es así de simple, o si no interésese por lo que pasó en Rusia cuando lo hizo Lenin, se lo cuento: destruyó el mercado y provocó el caos, el desabastecimiento, la hambruna y la muerte. Para que vean que no soy tan sectario como ustedes les voy a contar un secreto. El general Franco intentó lo mismo, durante la posguerra, claro está que lo hizo con la intención de poder abastecer al pueblo de productos básicos a un precio bajo, pero la realidad fue la contraria: comenzó el estraperlo.

Juan de Lugo dijo que dar el “precio justo” es tan difícil que sólo lo podía dar Dios, y por eso Juan de Salas apostillo que: “Ningún gobernante debería jugar a ser Dios”. Es decir, existen tantos factores para poner un precio, no solo los de producción, sino, los de transportes, los ambientales, las crisis, las devaluaciones, etcétera, que es imposible dar un “precio justo”. Por este motivo el precio de los productos los debe regular el mercado, no queda otra. A este empeño de imponer precios, lo llamó Hayek la “fatal arrogancia del socialismo” por estar exenta de realidad.

La Escuela de Salamanca no hizo más que definir lo debería ser la dignidad del hombre: libertad, propiedad e igualdad ante la ley. El padre Juan de Mariana fue el máximo exponente en defensa de la propiedad que, para él, era promotora de trabajo, caridad y gratitud. Además de ser un derecho natural tal y como ya había expresado Aristóteles. Esto le debería valer, señor Sánchez, para dejar en paz a los propietarios de viviendas que no son los culpables de que en España, hoy en día, no haya oferta de la misma. ¿Sabe por qué no la hay?, porque el suelo disponible está cogido por las administraciones y desde que solicita un permiso de construcción hasta que se concede pueden pasar años. En Madrid, hasta más de veinte años para algunas promociones de gran envergadura, eso es una auténtica desfachatez. En un país con una de las densidades geográficas más bajas del mundo, ¿cómo es posible que no haya vivienda? ¡Si España está vacía, no tenemos más que campo! Me parece que hay que cambiar un concepto clave: en vez de permitir que se edifique donde permite la ley, hagámoslo al revés; dejemos edificar donde se quiera, siempre y cuando no sea un espacio regulado. Y por supuesto, que se acaben las trabas burocráticas municipales, comarcales, diputacionales, provinciales, autonómicas y nacionales -seguramente me habré dejado alguna-.

Para acabar con la Escuela de Salamanca le voy a dar la solución que dio el Padre Mariana para bajar la pobreza: bajar impuestos y permitir el libre comercio. Parece que se lo acaba de decir un adversario del PP o de VOX, pues no, esto ya estaba postulado en el siglo XVI. Entonces señor Sánchez, no haga difícil lo fácil. Señor Presidente, si conociese bien todas estas cosas, y más que usted las dos ministras a las que aludí con anterioridad, menudas vaciladas se podría pegar en Europa. Ante cualquiera, somos el país que en el año 654 el rey visigodo Recesvinto promulgó el Liber Iudiciorum, que significó el primer reglamento jurídico unitario civil, penal y eclesiástico que ha tenido España. Con un antecedente como este deberían funcionar los Poderes del Estado mejor que en ningún otro país de Europa, por lo tanto, no interfiera, por favor.

Le acabo de dar otra de mis fuentes esenciales, y sólo porque es usted, ya que de lo contrario no lo habría hecho, porque la Escuela de Salamanca es un pozo de sabiduría que considero como algo mío y no soportaría que alguien lo aprovechase más que yo. Confío en su discreción.

Para continuar con el fascinante recorrido del que estamos disfrutando, esto es como viajar en el Orient Express, salimos de París con tesón nos vamos acercando a Estambul y ahora nos encontramos en los Cárpatos rumanos, le voy a contar un suceso muy importante que sucedió durante el siglo XX. De hecho, en materia económica, llegó a ser conocido como “el debate del siglo”; fue el enfrentamiento entre Kaynes y Hayek.

Comienzo por Kaynes por ser el primero que aplicó su doctrina económica, cosa que sucedió tras la triste situación en la que se encontraba Occidente al acabar la Primera Guerra Mundial, acaecer después la Gran Depresión de Wall Street y en la siguiente década el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Las economías tanto de Estados Unidos como de Europa estaban totalmente hundidas. Ante esta situación el economista John Maybard Keynes expuso una teoría económica para salir de la crisis, en ella primaba la intervención estatal. Keynes abogó por las tasas de interés bajo para estimular la actividad económica y reducir el desempleo, es cierto que también advirtió del peligro que corría la economía al intervenir directamente sobre el tipo de interés. La cuestión es que los países occidentales le hicieron caso, liderando la operación Estados Unidos. En este sentido, el Presidente Roosevelt confeccionó un paquete de medidas intervencionistas denominado “New Deal”, con el único fin de levantar la economía del país. Estas medidas sentaron en gran medida el avance de las economías americana y europeas.

Aquí hago un inciso señor Sánchez, porque me lo estoy imaginando relamiéndose por creer que le estoy dando la razón con la teoría de Keynes, pero nada más lejos de la realidad, no se me emocione en exceso, por el bien de su salud. Keynes desarrolló estas medidas para una época de crisis extrema que los países industrializados no habían vivido antes, y en una coyuntura del periodo entre guerras con unas peculiaridades específicas, por lo tanto, está claro que funcionaron, pero ahora verá lo que pasó después. Y espero que tome nota, porque con su afán desmedido de querer controlar todo, le podría pasar lo que va a ver ahora.

La economía iba de maravilla hasta que llegó la década de los años 70, del siglo pasado, y todo se estancó. Miento, se produjo una recesión de importancia generándose un aumento sustancial del desempleo y, lo que es peor, de los precios.

Es entonces cuando se rescata un libro que fue escrito por Friedrich Hayek en 1944 bajo título Camino de Servidumbre, en él Hayek argumentaba que cuanto más control tenían los gobiernos sobre la economía, de menos libertad disponían los ciudadanos. Fue en ese momento en el que comenzó la disputa entre las dos tendencias (Keynes/Hayek). Hayek dijo una cosa que ya hemos escrito aquí: Abro comillas. El sistema de precios no sólo proporciona los incentivos adecuados que alinean el interés individual con el bien común, sino que también recopila y distribuye una cantidad de información que ningún gobierno podría recopilar de forma eficiente. A través de la oferta y la demanda, el sistema de precios captura, de manera continua y automática, las preferencias de cada individuo y los costes a los que se enfrenta cada empresa. Cierro comillas.

¡Toma ya!, ni más ni menos que lo dijo nuestro ilustre jesuita Juan de Lugo, el “precio justo” no es posible, éste se deberá regular por el mercado. ¿Lo ve señor Sánchez?, cuanto más intervenida esté la economía, más se asfixia ella misma. No haga ni caso a sus amigos del Grupo de Puebla, porque precisamente ellos no le podrán enseñar los avances económicos de sus países, ¿no cree? Usted sí podría, si quisiera, y de paso que aprendiesen algo sobre derechos humanos y libertades individuales.

Claro está, que Hayek apostaba por la economía de libre mercado con la privatización de empresas que pudiesen ascender gracias a sus beneficios, amparadas por la liberalización del mercado. En la actualidad las economías avanzadas y modernas trabajan con un sistema mixto, es decir, Mercado y Estado se deben complementar, pero nunca el Estado ha de prevalecer en un régimen ordinario de la economía. Queda patente que el Estado no debe intervenir en el Mercado para que éste fomente el desarrollo económico y el progreso social. Mis dos últimas fuentes son de total fiabilidad y actualidad, generan la controversia de las economías actuales, luego confío en que las dará por buenas: Kaynes y Hayek, Cambridge versus Viena, intervencionismo frente a libertad de mercado

Le acabo de escribir cuales van a ser mis referencias a la hora de escribir, de hablar, de debatir, y creo que con poco que me haya prestado atención se dará cuenta de una cosa. Mis fuentes se basan en el conocimiento adquirido por el ser humano a lo largo de los siglos, luego son pruebas irrefutables, no hace falta que mande a nadie que me investigue. Si alguna vez no está de acuerdo con algo que escribo, busque la fuente que cito, y si no la cito, me la pide y yo se la hago llegar. Para saber de donde saqué mi información lo único que tendrá que hacer es indagar en libros y documentos. Le invito a hacerlo.

OFERTAS ORO

¡¡¡ DESCUENTOS ENTRE EL 41 Y EL 50% !!!

Una amplia variedad de las mejores ofertas de nuestra selección de tiendas online

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído