Las llamaban las ‘ordeñadoras’.
Al igual que en las ‘herriko tabernas’ se hacían recogidas de dinero para ayudar a los terroristas presos y a sus familias, el mundo proetarra, tan sensible aparentemente con causas como la feminista, reclutaba ‘vascas patriotas’, para que fueran a visitar a los presos a la carcel y aalí se dedicaran a «aliviar su soledad».
En román paladino, para mantener relaciones sexuales en esos ‘vis a vis’.
En los ámbitos de lucha contra el terrorismo eran conocidas como las ‘visitadoras’ de ETA o más directamente, como las ‘ordeñadoras’.
Un modo de proceder que sus herederos de EH Bildu y su líder Arnaldo Otegi no tendrán ningún problema moral para asumir, cuando se manifiesten supuestamente en defensa de la mujer este 8 de marzo de 2021 o cuando sea.
«Alivio sexual de los encarcelados»
Solía tratarse de ‘simpatizantes’ de la causa etarra, relegadas al papel de objeto erótico: sabían que su misión era la de servir «de soporte anímico e ideológico y de alivio sexual» de los asesinos entre rejas.
Es decir, una utilización del cuerpo de la mujer que poco concuerda con el mensaje ‘progre’, que se difunde desde diversos ámbitos de la izquierda ‘abertzale’.
No esperen tampoco que la ministra de Igualdad, Irene Montero, que en la mañana de este 8 de marzo de 2021 se ha descolgado en RNE con unas declaraciones intolerables contra Isabel Díaz Ayuso, a la que ha tachado de «vocera de la criminalización del feminismo», censure estos comportamientos del mundo proetarra.
PSOE, Bildu y Podemos caminan de la mano.
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