En un lunes que ha amanecido con más nervios que café en Ferraz, Santos Cerdán, exsecretario de Organización del PSOE y hasta hace poco uno de los hombres fuertes de Pedro Sánchez, se ha sentado en el banquillo del Tribunal Supremo.
La noticia, que ha corrido como la pólvora por los pasillos del poder, no es menor: la Fiscalía Anticorrupción solicita prisión provisional sin fianza para Cerdán por su presunta participación en la llamada «trama Koldo», un escándalo de supuestas mordidas a cambio de adjudicaciones públicas que amenaza con devorar a buena parte de la vieja guardia socialista.
La expectación era máxima. No solo por la gravedad de las acusaciones, sino porque la petición fiscal supone cruzar una línea roja: hasta ahora, ni José Luis Ábalos ni Koldo García —los otros dos nombres propios del caso— han pisado la cárcel, aunque se mantienen bajo estrictas medidas cautelares (retirada de pasaporte, prohibición de salida del país y comparecencias quincenales ante el juez). Pero con Cerdán, el Ministerio Público eleva la apuesta y reclama mano dura.
La estrategia de defensa: negar la mayor y cuestionar las pruebas
El abogado de Cerdán, Benet Salellas, ha llegado al Supremo con una estrategia bien definida: negar la autenticidad de las grabaciones que supuestamente incriminan a su cliente y poner en duda toda la cadena de custodia. Según la defensa, los audios —grabados por el propio Koldo García— podrían estar manipulados o incluso alterados, y el contrato privado que vincula a Cerdán con Servinabar (empresa beneficiaria de adjudicaciones) carecería de validez jurídica.
La táctica recuerda poderosamente a la empleada por Ábalos hace apenas una semana. El exministro también rechazó reconocer su voz en los audios y calificó las pruebas como «inteligibles», insistiendo en que jamás participó en cobros ilegales ni recibió comisiones. El juez Leopoldo Puente, instructor del caso, consideró suficientes las medidas cautelares para Ábalos y no decretó su ingreso en prisión, pero advirtió que existen «sólidos indicios de criminalidad» tanto para él como para Koldo García.
Un Partido Socialista expectante… y tocado
En Ferraz se respira un ambiente mezcla de resignación y tenso estoicismo. Fuentes socialistas reconocen que asisten «con expectación pero sin temor» a la declaración de quien fuera su secretario de Organización; insisten en que no hay miedo a lo que pueda decir Cerdán —al menos en público—, pero admiten que el caso ha provocado un «dolor profundo» entre dirigentes y militantes.
El propio PSOE apuesta porque Cerdán siga el guion marcado por Ábalos: negarlo todo y cuestionar las pruebas. La consigna es clara: resistir hasta donde aguanten los cimientos.
No faltan quienes dentro del partido observan con recelo cómo el escándalo puede pasar factura al liderazgo de Pedro Sánchez. Por si fuera poco, voces como la de Eva García Sempere (Izquierda Unida) reclaman transparencia absoluta y depuración ejemplar de responsabilidades. El Gobierno, mientras tanto, se aferra al discurso institucional: plena confianza en la justicia y tolerancia cero con la corrupción —palabras textuales del ministro Marlaska—.
Koldo García y Ábalos: ¿chivos expiatorios o cómplices?
El papel desempeñado por Koldo García y José Luis Ábalos sigue siendo objeto de disputa judicial y política. Según el sumario instruido por la UCO (Unidad Central Operativa), Cerdán habría gestionado más de 600.000 euros en comisiones para ambos a cambio del amaño sistemático de contratos públicos durante los peores meses de la pandemia. Sin embargo, tanto Koldo como Ábalos han intentado desmarcarse alegando desconocimiento o incluso sentirse utilizados por Cerdán.
El juez investiga tres posibles delitos: integración en organización criminal, tráfico de influencias y cohecho. Si se confirma el reparto organizado de mordidas entre cargos socialistas y empresarios afines, el caso podría convertirse en uno de los mayores escándalos políticos recientes.
Lo que está en juego para Pedro Sánchez
Para Pedro Sánchez, el golpe es doble. No solo ve cómo uno de sus hombres clave cae bajo sospecha judicial, sino que además se reavivan viejos fantasmas sobre la capacidad real del partido para regenerarse internamente tras años defendiendo un discurso implacable contra la corrupción ajena.
El presidente resiste —por ahora— gracias al cierre de filas interno. Pero cualquier decisión judicial adversa (especialmente si implica cárcel sin fianza) podría abrir una crisis política sin precedentes desde tiempos del «caso Filesa» o incluso remontándonos al «GAL». No hay peor pesadilla para un Gobierno progresista que verse atrapado entre titulares sobre mordidas, comisiones opacas y grabaciones clandestinas.
Curiosidades y datos llamativos
- Santos Cerdán pidió expresamente que su declaración ante el Supremo fuera retransmitida en directo para evitar filtraciones interesadas; sin embargo, el magistrado lo ha denegado siguiendo la Ley de Enjuiciamiento Criminal.
- El contrato privado encontrado durante los registros atribuye a Cerdán un 45% de Servinabar.
- En una muestra poco frecuente de transparencia patrimonial, el abogado Benet Salellas planea aportar todos los datos públicos sobre los bienes e ingresos familiares del ex dirigente socialista.
- En el interior del PSOE hay cierta ironía amarga: algunos ya hablan entre bambalinas del «caso Cerdán» como posible nueva denominación para una trama que hasta ahora llevaba nombre propio ajeno.
- José Luis Ábalos confesó recientemente sentirse emocionalmente devastado por las filtraciones sobre su vida personal derivadas del caso.
En España siempre hay héroes anónimos… aunque esta vez no llevan capa, sino toga judicial.
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