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USO DE FONDOS PÚBLICOS PARA IR A LA INTERNACIONAL SOCIALISTA

La malversación turca de Sánchez: el viaje a Estambul con 19 ‘colegas’ que pagó el sufrido contribuyente español

Uan 'excusión' partidista y de lujo usando un Airbus del Estado y fondos públicos de Hacienda

Periodista Digital 19 Jul 2025 - 08:39 CET
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A chupar del frasco, que paga el sufrido contribuyente español.

Y como si los bienes del Estado fueran suyos.

Es el estilo del marido de Begoña.

La política española no descansa ni en verano, especialmente cuando se trata de la gestión de los recursos públicos y la fina línea que separa lo institucional de lo partidista.

El viaje de Pedro Sánchez a Estambul, el 23 y 24 de mayo de 2025, en el marco del Consejo de la Internacional Socialista, vuelve a poner bajo el foco el uso de medios estatales para actividades, que deberían haber sido sufragadas por el PSOE y no por el bolsillo del sufrido contribuyente español.

El presidente no viajó solo: le acompañaron 19 ‘colegas en un Airbus oficial de las Fuerzas Aéreas españolas, un modelo reservado habitualmente para grandes delegaciones o visitas de Estado.

Sin embargo, en esta ocasión el motivo principal fue presidir una reunión internacional de carácter netamente partidista, donde Sánchez lució su cargo como líder global del socialismo democrático, cargo que ostenta desde noviembre de 2022.

 ¿Viaje oficial o gasto partidista?

Uno de los aspectos más llamativos del caso es que fue el Ministerio de Hacienda, bajo la dirección de María Jesús Montero, quien gestionó y costeó parte significativa de la estancia presidencial en Estambul. Según documentación oficial, se activó el contrato centralizado de agencia de viajes del Estado para gestionar los desplazamientos, un mecanismo reservado habitualmente a actividades estrictamente gubernamentales. Las facturas recibidas y validadas hasta la fecha rondan los 621 euros, aunque fuentes oficiales reconocen que la liquidación completa aún está pendiente y los gastos totales serán superiores.

La presencia de la delegación española se justificó inicialmente con una reunión bilateral entre Sánchez y el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, celebrada en el Palacio Dolmabahçe. Como si fuera poco, tras este encuentro institucional —en el que se intercambiaron regalos tan hispánicos como aceite de oliva y monedas conmemorativas—, Sánchez asistió al cónclave socialista junto con figuras del partido como Santos Cerdán, entonces secretario de Organización del PSOE.

Entre los viajeros figuraban altos cargos como Emma Aparici (Secretaria General de Asuntos Exteriores), Jorge Mijangos (Director General de Protocolo) o Alexandra Gil (Secretaría de Estado de Comunicación), además del personal habitual del gabinete presidencial. No faltaron tampoco asesores internacionales y miembros del departamento de información internacional.

Acto oficial como coartada

No es la primera vez que se denuncia esta fórmula. Según fuentes políticas y expertos consultados por medios nacionales, Sánchez habría utilizado en ocasiones anteriores una estrategia similar: programar una reunión institucional —en este caso con Erdoğan— como pretexto para justificar el uso del Falcon o el Airbus oficial en desplazamientos cuyo objetivo real es asistir a eventos del partido. De este modo, los gastos acaban imputándose a los presupuestos generales del Estado y no a las cuentas del PSOE.

Este modus operandi no pasa desapercibido ni dentro ni fuera del Gobierno. La controversia se amplifica al conocerse detalles como la estancia presidencial en un hotel turco valorado en más de 1.000 euros por noche, o la elección del Airbus (con mayor capacidad que el Falcon) para acomodar a toda la comitiva.

Memes y resignación

Como era previsible, las reacciones no se han hecho esperar:

En redes sociales han proliferado memes sobre “la malversación turca”, con imágenes ficticias del presidente pilotando un avión cargado de socialistas rumbo a disfrutar baklava con cargo al contribuyente. El humor, ya se sabe, es un bálsamo ante los excesos presupuestarios.

¿Dónde acaba lo institucional y empieza lo partidista?

El episodio vuelve a plantear una pregunta recurrente en democracia: ¿hasta dónde puede llegar un jefe del Ejecutivo usando recursos públicos para actividades vinculadas más al partido que al Estado? La legislación actual deja cierto margen interpretativo, pero cada vez son más las voces —tanto jurídicas como políticas— que reclaman una regulación clara para evitar este tipo de situaciones ambiguas.

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