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La inmigración ilegal y los delitos asociados, como la violación en Alcalá, la brutal paliza a un jubilado en Torre Pacheco o el escalofriante caso de la chica quemada viva en Canarias, están generando una oleada de indignación que impulsa a miles de ciudadanos hacia VOX.
El partido de Santiago Abascal, con su discurso firme y sin rodeos contra la inmigración ilegal, se presenta como la única fuerza política que aborda de frente estas preocupaciones, ganándose el apoyo de quienes buscan soluciones tajantes frente a la inseguridad.
En el verano de 2025, España se ha consolidado como el país europeo con mayor flujo de inmigración irregular, superando con creces a sus vecinos del continente.
El último año cerró con casi 64.000 llegadas irregulares por mar y tierra, una cifra que solo encuentra parangón en los picos de la crisis migratoria de 2018.
Este fenómeno, lejos de amainar, se ha intensificado en los primeros meses del año, con las costas de Canarias, Almería y Baleares como principales puntos de entrada.
El debate se ha instalado con fuerza en la opinión pública: la inmigración es, por primera vez, el principal problema para los españoles, por delante del desempleo, la crisis económica o la corrupción política.
Esta preocupación social no es un fenómeno aislado, sino la respuesta a una realidad demográfica apabullante: por cada nuevo español registrado en el último año, han llegado casi cinco extranjeros.
España lidera la estadística europea de llegadas por mil habitantes, quintuplicando a Francia y dejando atrás a otros países tradicionalmente receptores de migrantes.
Las consecuencias de este flujo masivo no solo se perciben en las grandes ciudades, sino que han empezado a transformar la vida en municipios pequeños y medianos, donde la presión sobre los servicios públicos y el mercado laboral es palpable.
VOX capitaliza el malestar: el giro electoral
En este contexto, el discurso de VOX ha encontrado un terreno fértil para crecer.
Abascal y su equipo han convertido la inmigración irregular en el eje central de su estrategia electoral, prometiendo medidas drásticas que incluyen la deportación inmediata de los inmigrantes ilegales y también de los legales que delincan.
El propio Abascal ha puntualizado públicamente ante Alberto Núñez Feijóo, líder del Partido Popular, la necesidad de una política “sin complejos”, criticando la “tibieza” del Gobierno de Pedro Sánchez y sus “compinches políticos” por, según VOX, ocultar datos y recurrir al “buenismo” frente a la presión migratoria.
Las propuestas de VOX no se quedan en la retórica: la formación habla abiertamente de un plan para expulsar a millones de extranjeros —incluidos aquellos de segunda generación nacidos en España—, bajo la premisa de preservar la identidad nacional y frenar la “inseguridad” en barrios y pueblos.
La diputada Rocío de Meer ha explicitado la hoja de ruta, anunciando una “remigración masiva” que, de aplicarse, sería traumática y sin precedentes en la historia reciente de Europa. Este mensaje, de tintes identitarios y con ecos de la extrema derecha continental, resuena con fuerza entre los votantes desencantados, que perciben que la situación se ha descontrolado y que los partidos tradicionales solo ofrecen parches.
Los datos tras el debate: trabajo, delincuencia y percepción social
El debate político se alimenta de cifras que, según quién las maneje, pueden pintar un panorama muy distinto. Por un lado, el Real Instituto Elcano señala que la población inmigrante ya supera los nueve millones de personas en España y crece a un ritmo de 600.000 al año desde la pandemia.
El 90% de los nuevos empleos creados en el último año y medio han sido ocupados por inmigrantes, que representan el 23% de la población ocupada. Sectores como la hostelería o el trabajo doméstico dependen en gran medida de esta mano de obra. Sin embargo, el nivel educativo medio de los recién llegados es bajo y el abandono escolar entre los jóvenes inmigrantes triplica al de los autóctonos, lo que dificulta la integración social y laboral a medio plazo.
En el ámbito de la delincuencia, el debate se ha enconado especialmente tras las declaraciones de la ministra Pilar Alegría, quien reconoció recientemente que los inmigrantes, siendo el 13% de la población, están implicados en el 27% de los delitos cometidos en España.
Este dato, ampliamente utilizado por VOX y otros sectores críticos con la política migratoria actual, ha exacerbado el clima de alarma social. La percepción de inseguridad, real o alimentada mediáticamente, se ha instalado en barrios populares y zonas rurales, donde muchos vecinos culpan a la inmigración de la degradación de la convivencia y el aumento de la criminalidad.
Europa endurece su postura, España mira hacia otro lado
Mientras países como Italia, Hungría, Dinamarca o Austria han optado por políticas migratorias drásticas —desde el blindaje de fronteras hasta la deportación exprés de ilegales—, el Gobierno de Pedro Sánchez se mantiene en una posición de aparente pasividad, priorizando los discursos de integración y diversidad.
Las críticas de la oposición y de los ciudadanos se centran en la supuesta ocultación de estadísticas y en la falta de un plan serio para gestionar el fenómeno.
El “buenismo” oficial, tal como lo define la oposición, contrasta con la dureza de las propuestas de VOX, que ha logrado arrastrar incluso al Partido Popular a posiciones más restrictivas.
En la calle, el ambiente es de crispación creciente. Las manifestaciones de vecinos en Canarias, Murcia o Ceuta contra la apertura de nuevos centros de acogida se suceden semana tras semana. El temor a la pérdida de identidad y a la competencia por los recursos públicos ha calado en amplias capas de la sociedad, alimentando el voto de protesta y el auge de VOX en las encuestas.
Claves para entender el auge del voto a VOX
- Factor emocional: El voto a VOX ya no es solo estratégico, sino eminentemente emocional, nacido del enfado y la sensación de abandono por parte de los partidos tradicionales.
- Saturación mediática: La omnipresencia del debate migratorio en los medios —alimentado por sucesos puntuales, a menudo trágicos— ha situado la inmigración en el centro del tablero electoral.
- Percepción de impunidad: Muchos ciudadanos creen que los inmigrantes ilegales actúan con impunidad y que la legislación actual favorece más al recién llegado que al nacional.
- Desconfianza institucional: La idea de que el Gobierno oculta datos y manipula las estadísticas ha calado incluso en votantes de centro, que demandan transparencia y soluciones contundentes.
Datos
- En 2025, por cada español nuevo registrado, casi cinco extranjeros han sido contabilizados, una ratio nunca vista en la historia reciente del país.
- España lidera las llegadas de inmigrantes en la Unión Europea por mil habitantes, superando en cinco veces la tasa de Francia.
- El 72% del empleo en el servicio doméstico y el 45% en la hostelería está en manos de inmigrantes, lo que subraya la dependencia económica de la inmigración, a la vez que alimenta el debate sobre su integración y el futuro del mercado laboral.
- El abandono escolar entre adolescentes de origen inmigrante triplica al de los autóctonos, lo que plantea retos de integración para la próxima generación.
- El término “remigración”, defendido por VOX, tiene su origen en los círculos de extrema derecha alemana y ha sido adoptado recientemente por formaciones identitarias europeas.
- Las manifestaciones de vecinos en Canarias y Ceuta han obligado a los partidos tradicionales a endurecer su discurso, aunque sin alcanzar la radicalidad de las propuestas de VOX.
España, en definitiva, se asoma a una campaña electoral en la que la inmigración ilegal promete ser el gran campo de batalla, con un impacto directo en la configuración del próximo Parlamento y en el futuro modelo de sociedad. Lo que está claro es que, para bien o para mal, el tema ha llegado para quedarse en el centro del debate político y social.
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