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La política española es experta en dotar de giros inesperados al mes de agosto, y este año no ha sido menos. El Boletín Oficial del Estado amanecía el 5 de agosto con una noticia que ha hecho fruncir el ceño a más de un analista: Félix Bolaños, ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, firmaba el nombramiento de Jorge Pérez Naharro como nuevo director del Gabinete del director del Gabinete del presidente del Gobierno. Sí, han leído bien: un jefe para el jefe del jefe. La estructura piramidal no deja de crecer en La Moncloa.
La reacción no se ha hecho esperar. En los pasillos del Congreso se habla tanto del “cargo matrioska” como del último récord en el número de asesores y personal de confianza bajo la batuta de Pedro Sánchez. Solo el Ministerio que dirige Bolaños suma ya 613 asesores, casi la mitad del total gubernamental, mientras que el número global asciende a 1.262, superando con holgura las cifras previas al último mandato.
Historia y función: ¿un puesto realmente nuevo?
Aunque pueda parecer una broma, el cargo no es ni mucho menos una invención reciente. La figura nació en tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero y sobrevivió al primer mandato de Mariano Rajoy, cuando la entonces vicepresidenta primera, Soraya Sáenz de Santamaría, confió la posición a Valentina Martínez. En este sentido, la Moncloa sigue una tradición que convierte cada crisis o cambio político en una oportunidad para engrosar el organigrama.
El puesto, según fuentes oficiales, existe para garantizar la máxima confianza y eficacia en la coordinación interna del equipo presidencial. En otras palabras: alguien debe coordinar a los que coordinan… aunque esa pirueta burocrática no convenza a todos los ciudadanos ni a parte de la propia Administración. La polémica se reavivó hace un año cuando Diego Rubio, actual director del gabinete presidencial, solicitó contar con un colaborador directo —una figura que no existía bajo Iván Redondo— para ayudarle en sus tareas estratégicas.
Jorge Pérez Naharro: trayectoria política y ascenso relámpago
El nuevo inquilino del despacho —no precisamente modesto— que corresponde al puesto es Jorge Pérez Naharro, exconcejal socialista en Alcorcón y asesor parlamentario desde 2019. Su carrera muestra un ascenso constante desde su implicación municipal hasta aterrizar en septiembre de 2024 como asesor adjunto en Moncloa. Apenas once meses después, Pérez Naharro sustituye a Ana Ruipérez Núñez, quien ha pasado a dirigir la recién creada Secretaría General de Relaciones Institucionales y Ciudadanía. El anterior titular, Francisco Salazar, fue cesado tras una sonada controversia interna.
- Pérez Naharro fue vocal en la Comisión Sectorial de Juventud e Infancia (Federación de Municipios de Madrid)
- Concejal por el PSOE en Alcorcón durante una legislatura
- Asesor parlamentario entre 2019 y 2024
- Asesor adjunto en Presidencia (Moncloa) desde septiembre 2024
- Director del Gabinete del Director del Gabinete (agosto 2025)
No se puede negar que los socialistas madrileños han encontrado cantera para nutrir los despachos monclovitas.
Proliferación de cargos y debate público
La designación vuelve a poner bajo los focos la tendencia creciente a multiplicar cargos intermedios en los gobiernos recientes —tanto populares como socialistas—. El argumento oficial esgrimido por Moncloa apela a la complejidad creciente de la gestión pública; sin embargo, las críticas desde partidos opositores y parte de la opinión pública insisten en calificar estos movimientos como “enchufes” o “premios” políticos.
Algunos datos ilustrativos sobre el fenómeno:
- 613 asesores bajo el Ministerio de Presidencia
- 1.262 asesores totales en los ministerios del actual Gobierno
- Aumento neto: 52 nuevos asesores respecto al mandato anterior
- 1.289 funcionarios designados “a dedo”, casi mil más que en 2023
El PP y otros grupos parlamentarios han aprovechado para reavivar el debate sobre los límites entre la legítima confianza política y el uso partidista o clientelar de las instituciones públicas.
Consecuencias políticas y proyección institucional
Más allá del revuelo mediático —y las bromas sobre “matrioskas” administrativas—, el nombramiento revela varias tendencias preocupantes:
- Se consolida una estructura cada vez más jerárquica dentro del núcleo duro presidencial.
- El coste político se incrementa cuando cada nuevo cargo es interpretado por la ciudadanía como un ejemplo más de “enchufismo”.
- Se refuerza la percepción social sobre el distanciamiento entre gobernantes y gobernados.
- El debate sobre racionalización y transparencia administrativa vuelve a primer plano —sin visos claros de solución inmediata.
Por si fuera poco, esta designación coincide con otras tensiones internas dentro del Consejo de Ministros (la llamada “guerra Bolaños-Robles”), alimentando así la imagen pública de un Ejecutivo sobredimensionado y dividido.
Curiosidades y datos llamativos
- El cargo ahora ocupado por Pérez Naharro tiene antecedentes desde 2005; fue creado por Zapatero y mantenido por Rajoy.
- La sustitución interna se produce justo después del nombramiento exprés (y polémico) al frente de otra secretaría recién estrenada.
- Agosto sigue siendo un mes proclive para publicar movimientos sensibles en el BOE mientras media España está pendiente solo del termómetro.
- Las redes sociales han bautizado ya este puesto como “el jefe matrioska”, tendencia que promete dar juego durante semanas.
Así pues, mientras unos ven eficiencia y profesionalización —confiando en que tanta capa jerárquica mejore la coordinación— otros solo perciben otra vuelta de tuerca al viejo arte español del nombramiento discrecional.
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