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Los números están ahí.
En los pasillos del Congreso de los Diputados, los murmullos circulan más velozmente que el café de la máquina en jornada de pleno. “¿Has visto el último barómetro?”, inquiere un asesor con cara de no haber pegado ojo en días.
Y es que, mientras algunos celebran con discreción en los despachos del Partido Popular y VOX, en la sede del PSOE el teléfono no deja de sonar y la tensión es palpable.
La razón es clara: Feijóo y Abascal suman más de 200 escaños según las encuestas más recientes, una cifra que no se había registrado en más de diez años, lo que coloca a Pedro Sánchez en una posición política cada vez más comprometida.
La escena política española se ha transformado en un auténtico tablero de ajedrez donde cada jugada es observada con atención. El barómetro de encuestas publicado en septiembre de 2025 en el diario ‘El Debate’ indica que el PP podría alcanzar entre 144 y 145 diputados, mientras que Vox estaría entre 54 y 56, lo que les permitiría superar con holgura la mayoría absoluta (175 escaños). Por otro lado, el PSOE enfrenta una sangría electoral, con estimaciones que lo colocan entre 107 y 112 diputados, dependiendo del sondeo consultado.
El ascenso de Vox y el retroceso socialista
El crecimiento de Vox se ha convertido en una de las grandes sorpresas del momento. El partido dirigido por Santiago Abascal roza el 17% de los votos, consolidándose como la tercera fuerza política, incluso superando los 4 millones de sufragios según algunas estimaciones. El PP liderado por Alberto Núñez Feijóo mantiene su posición, aunque empieza a sentir algo de desgaste ante el empuje del partido verde.
En total, el bloque conservador podría llegar a sumar hasta 201 diputados en sus mejores previsiones, lo que representaría una mayoría sin precedentes en el Congreso. Este vuelco electoral tiene lugar en un contexto marcado por una agitación política y mediática constante, donde la gestión del Gobierno de Sánchez está bajo un escrutinio implacable.
La estrategia adoptada por Pedro Sánchez en los últimos meses ha estado definida por una doble agenda. De un lado, defiende con fervor la causa palestina en foros internacionales, realizando llamamientos a la ONU y al Congreso para exigir “medidas” que frenen el “genocidio” en Gaza. Por otro lado, utiliza estos posicionamientos como una “bomba de humo” ante la avalancha de casos de corrupción que envuelven al Ejecutivo, según argumentan sus oponentes políticos y reflejan numerosos análisis periodísticos.
Mientras el presidente del Gobierno interpela a Israel desde las tribunas internacionales, dentro del país emergen titulares sobre los problemas judiciales que afectan a su círculo más cercano:
- Álvaro García Ortiz, fiscal general del Estado; así como David Sánchez, hermano del presidente; están pendientes de comparecer ante la justicia.
- Santos Cerdán, ex número tres del PSOE, se encuentra en prisión provisional debido a su presunta implicación en una trama relacionada con comisiones durante su etapa al frente del Ministerio de Transportes bajo Ábalos.
- Begoña Gómez, esposa del presidente Sánchez, está imputada por cinco delitos relacionados con supuestos favores e influencias indebidas.
Esta combinación ha deteriorado gravemente la imagen del Gobierno y ha generado un clima lleno de inestabilidad y desconfianza que se traduce directamente en la intención de voto.
La caída del PSOE no puede atribuirse únicamente a estos escándalos judiciales. Analistas y sociólogos coinciden al señalar que existe un agotamiento respecto al ciclo político iniciado en 2018. La dificultad para avanzar reformas significativas junto a la dependencia hacia socios parlamentarios poco fiables han dejado a Sánchez sin opciones viables. La agenda legislativa parece estar prácticamente estancada mientras la oposición logra capitalizar el malestar social y económico.
Un elemento clave reside en el sentimiento generalizado entre el electorado progresista: muchos optan por abstenerse o desviar sus votos hacia formaciones más pequeñas. En contraste, la derecha parece haber superado sus divisiones internas para presentar un frente cohesionado —al menos desde una perspectiva parlamentaria— lo cual refuerza su imagen como alternativa viable al gobierno actual.
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