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La imagen es reveladora: ministros europeos intercambiando miradas de incredulidad cada vez que se menciona a Pedro Sánchez durante las cumbres. Mientras tanto, los diplomáticos en Bruselas especulan sobre cuánto tiempo podrá sostenerse esta situación en España antes de que estalle una crisis aún mayor. La política de Sánchez, marcada por cambios abruptos en la política exterior y una serie de escándalos de corrupción que salpican su entorno, ha generado un cóctel de asombro y preocupación en las principales capitales europeas. La imagen tradicional de España como un socio fiable parece haber quedado atrás.
El reciente sentido de aislamiento internacional que rodea a Sánchez se ha hecho evidente en los foros europeos más relevantes. El presidente, que alguna vez fue visto como un interlocutor respetado en Bruselas, Berlín y París, ahora ocupa un papel secundario, cuando no irrelevante, en las negociaciones sobre Ucrania, las sanciones a Rusia o la política de defensa común. Las reuniones decisivas se llevan a cabo sin su presencia, relegando a España al papel de mero espectador, como si fuera un invitado no deseado.
Escándalos de corrupción: el epicentro de la alarma continental
La fragilidad política del Gobierno español se ha visto intensificada por una serie de escándalos de corrupción que han salpicado tanto al círculo cercano a Sánchez como a altos cargos del Partido Socialista. La reciente apertura del juicio oral contra el Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz, acusado de actuar bajo las órdenes del Gobierno y revelar secretos para perjudicar a un rival político, ha causado verdadero estupor en Bruselas y Estrasburgo. No es habitual que el máximo responsable del Ministerio Público en un país miembro de la UE se vea envuelto en una situación tan comprometida.
Ante la presión interna y externa, el Gobierno de Sánchez ha presentado un ambicioso Plan Estatal de Lucha contra la Corrupción, que incluye la creación de una Agencia Independiente de Integridad Pública y nuevas auditorías para partidos políticos. Sin embargo, esta iniciativa ha recibido una acogida tibia en Europa; muchos consideran estas medidas como un intento desesperado por ocultar grietas cada vez más evidentes, más que como una respuesta sólida y efectiva.
- El plan incluye:
- Auditorías externas obligatorias para partidos con financiación pública significativa.
- Publicidad sobre donaciones superiores a 2.500 euros.
- Refuerzo de la Fiscalía Anticorrupción y creación de secciones especializadas en tribunales.
- Protección reforzada para denunciantes y extensión de los plazos para prescribir delitos.
- Uso de inteligencia artificial para detectar fraudes en la contratación pública.
A pesar del anuncio del plan, la percepción sobre el desgaste institucional y la falta de confianza en la independencia judicial española han calado hondo en las cancillerías europeas. Algunos temen que España siga el camino marcado por Hungría o Eslovenia hacia un retroceso democrático y deterioro del Estado de Derecho.
Debilidad política y pérdida de influencia en Bruselas
No solo preocupa la corrupción. El creciente aislamiento político de Sánchez dentro del ámbito comunitario ha sido objeto de análisis por influyentes medios internacionales como Frankfurter Allgemeine Zeitung, Le Monde o The Times, quienes no han dudado en calificar su contribución a los grandes debates europeos como “papel secundario”. Las señales son claras:
- El canciller alemán, Friedrich Merz, todavía no ha programado una visita oficial a Madrid tras más de tres meses desde su nombramiento.
- España ha sido excluida de negociaciones clave sobre Ucrania y política defensiva común.
- La relación con Estados Unidos ha sufrido tensiones tras varios desencuentros diplomáticos, incluida la polémica relacionada con el contrato con Huawei.
- Bruselas ha demandado aclaraciones sobre el acercamiento entre Sánchez y China, lo cual contrasta con la postura adoptada por la UE respecto a las redes 5G y seguridad tecnológica.
En el Parlamento Europeo, Dolors Montserrat, vicepresidenta del Grupo Popular Europeo, ha instado abiertamente a que la Comisión Europea “llame al orden” a Sánchez por lo que considera una “deriva autocrática”. Esta advertencia hace eco ahora más allá del este europeo; ya no es exclusiva para países considerados menores dentro del bloque comunitario.
Reacciones en los países vecinos y el temor a un “efecto contagio”
El asombro no se limita a las instituciones europeas. En París, Berlín y Roma se observa con inquietud lo que sucede en España; existe temor a que esta inestabilidad política e institucional pueda generar un “efecto contagio” justo cuando la UE atraviesa un momento delicado. El miedo al avance del populismo y la corrupción no es infundado: el caso español ya se menciona como ejemplo claro sobre los peligros derivados de una fragmentación política y la falta de consenso alrededor de los valores democráticos.
A pesar del anuncio constante sobre reformas y promesas regenerativas, persiste un escepticismo palpable desde fuera. Las dudas acerca del impacto real de las medidas anticorrupción y sobre la fortaleza del Estado de Derecho en España han crecido tras las recientes crisis institucionales.
Curiosidades y datos llamativos
- En la última cumbre OTAN, Sánchez fue el único líder europeo que rechazó explícitamente alcanzar el objetivo del 5% del PIB destinado al gasto defensivo; este hecho le valió ser denominado como “outsider” entre sus colegas.
- The Times llegó incluso a publicar un editorial titulado “Los españoles merecen algo mejor”, reflejando así el sentir generalizado entre gran parte dela prensa internacional.
- El contrato asignado por el Ministerio del Interior con Huawei para gestionar escuchas telefónicas ha suscitado investigaciones por parte del Congreso estadounidense así como recelos desde Bruselas.
- La creación anunciada por el Gobierno acerca de una Agencia Independiente de Integridad Pública ha sido recibida con recelo por parte dela prensa europea; recuerdan que muchos escándalos recientes involucran directamente a altos miembros del propio partido gobernante.
Mientras tanto, entre pasillos bruselenses algunos diplomáticos ya catalogan esta crisis española como “el misterio ibérico”, una incógnita cuya resolución podría desbordar lo anecdótico para convertirse en un verdadero quebradero de cabeza para toda la Unión Europea.
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