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GIRO ELECTORAL EN LOS CINTURONES ROJOS

VOX le ha arrebatado 300.000 votos ‘obreros’ al PSOE en los dos últimos meses

Abascal ha conseguido atraer decenas de miles de antiguos votantes izquierdistas, principalmente jóvenes y clases trabajadoras urbanas

Periodista Digital 09 Dic 2025 - 09:45 CET
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Abascal exige elecciones inmediatas ante la sospecha de que Sánchez hará trampas en 2027

Habra quien diga que Santiago Abascal va a lomos de un misil llamado ‘inmigración ilegal’, pero hay bastante más.

Y estan la ‘okupación’, la lucha contra la burocracia y el antiespañolismo progre.

La imagen se repite en localidades como Fuenlabrada, Parla, Cornellà o Hospitalet: banderas de España ondeando en balcones que antes exhibían carteles del PSOE, charlas sobre sueldos que no alcanzan a cubrir los gastos y una frase que resuena con fuerza: «ya no nos representan». Este descontento ha encontrado un nuevo cauce político.

En cuestión de semanas, VOX ha comenzado a ocupar un terreno que durante décadas se consideraba casi exclusivo de la izquierda.

De acuerdo con el Panel de Sigma Dos para El Mundo, el 3,9% de quienes votaron a Pedro Sánchez el 23-J ahora optaría por el partido de Abascal, en contraste con el escaso 0,3% de traspaso registrado el verano pasado.

Si tomamos como referencia los resultados de las generales de 2023, esto se traduce en unos 300.000 antiguos votantes socialistas que hoy están dispuestos a respaldar a Vox. Y lo más alarmante para Ferraz es que esta tendencia es acelerada, no puntual: en noviembre, el porcentaje ya había ascendido al 2,5% y en diciembre roza el 4%.

Del cinturón rojo al cinturón «desencantado»

Las cifras evidencian un cambio que trasciende el simple desgaste del Gobierno.

El sondeo de Sigma Dos revela que VOX está ganando terreno en las clases populares y en los denominados «barrios», con una penetración notable en los cinturones obreros de Madrid y Barcelona. Estas son áreas donde el PSOE había cimentado durante años un voto casi identitario, vinculado al movimiento sindical, la vivienda pública y las grandes conquistas sociales.

Ahora, el panorama comienza a desdibujarse:

En este contexto, cobra sentido la afirmación que repiten algunos analistas: «cuando la izquierda se desconecta de la realidad y de sus bases, la gente busca otras alternativas». El diagnóstico es claro: una parte del electorado socialista tradicional siente que su agenda diaria —salarios, alquileres, facturas, inseguridad en sus barrios y acceso a servicios públicos— ha quedado relegada por debates identitarios y luchas internas.

De la pancarta al polígono industrial

Vox no ha llegado a este terreno por casualidad. El Mundo menciona ya un «plan obrero» elaborado por la formación para aumentar su presencia en sectores populares que hasta ahora le eran esquivos. Durante años, el partido liderado por Abascal era percibido como una opción vinculada principalmente a las clases medias y a votantes conservadores del PP. Las cifras de 2019 indicaban que el voto obrero seguía siendo uno de sus puntos débiles.

Ese patrón ha cambiado:

El resultado es una mezcla peculiar: un mensaje nacionalista, antiélite y ordenado, acompañado por referencias al «trabajador español» y al agravio respecto a subvenciones y chiringuitos. No es un discurso clásico de izquierda; sin embargo, sí representa una opción clara para quienes sienten haber perdido pie en un mundo globalizado donde nadie habla ya sobre sus nóminas.

La sangría socialista: de la erosión al aviso estructural

La preocupación dentro del PSOE va más allá del número exacto de esos 300.000 votos perdidos. Lo alarmante es la dirección del flujo. El panel de Sigma Dos muestra que además del trasvase hacia el PP, se establece una corriente constante hacia Vox. En octubre, el movimiento hacia Vox era casi insignificante (0,5%, unos 39.000 electores); en noviembre alcanzó ya el 2,5%, mientras que en diciembre se sitúa en un preocupante 3,9%.

Este desplazamiento se suma a otros datos relevantes:

A esta erosión se añade un clima general adverso: según otro sondeo realizado por Sigma Dos, dos tercios de los ciudadanos (65,7%) piden elecciones anticipadas, citando deterioro institucional y debilidad parlamentaria del Ejecutivo. En este contexto, cada voto perdido hacia la derecha radical pesa aún más.

Los jóvenes se van en masa a VOX

Quizás uno de los datos más impactantes de este ciclo demoscópico no provenga tanto del ámbito laboral como del académico. Y es que Vox se ha erigido como líder entre los jóvenes en diversas franjas etarias.

Las encuestas realizadas por Sigma Dos y 40dB presentan un panorama claro:

Este fenómeno puede interpretarse desde varias perspectivas. Por un lado refleja cómo ha decaído el discurso progresista entre una juventud marcada por la precariedad laboral, alquileres inalcanzables y promesas incumplidas. Por otro lado muestra cómo Vox ha logrado conectar con ese malestar generacional que ya no se siente representado ni por las viejas siglas ni siquiera por las nuevas marcas surgidas.

No resulta extraño entonces observar cómo los sondeos apuntan hacia un creciente giro conservador entre toda la ciudadanía: PP y VOX sumarían alrededor de 200 escaños juntos; una cifra histórica para la derecha desde tiempos anteriores a la Transición.

Feijóo aguanta, Abascal acelera y Sánchez se encoge

En este escenario político actual, el PP liderado por Alberto Núñez Feijóo mantiene su posición como primera fuerza; sin embargo, lo realmente llamativo es lo sucedido con ese tercer jugador emergente. Un sondeo realizado por Sociométrica para El Español sitúa a Vox con unos sorprendentes 60 escaños, frente a los actuales 33; mientras que el PSOE caería hasta unos estimados 102 escaños e incluso podría perder ante un PP estable alrededor de 145 asientos. La fotografía política está clara: Feijóo resiste ante todo pronóstico; mientras tanto, Abascal despega rápidamente y Sánchez parece encogerse.

Otros estudios corroboran esta tendencia:

Lo cierto es que esto implica que esa estrategia planteada por Sánchez para engordar a VOX como herramienta contra el PP empieza ahora a volverse contra sí mismo. La táctica polarizadora —«o nosotros o la extrema derecha»— ha servido para retener parte del electorado; sin embargo también ha normalizado a Vox como actor permanente dentro del sistema político español e incluso ha abierto paso para que parte del electorado obrero contemple ahora a Abascal no como una amenaza sino como viable alternativa.

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