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El semanario británico advierte sobre el desgaste del liderazgo socialista en España

‘The Economist’ sentencia a Sánchez: ¡Está acabado!

El editorial acusa al presidente del Gobierno de cerrar el círculo de la corrupción que prometió erradicar en 2018 y alerta sobre una grave crisis institucional y de credibilidad que podría precipitar elecciones anticipadas.

Paul Monzón 20 Jun 2025 - 23:22 CET
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Cuando en 2018 Pedro Sánchez tumbó al gobierno de Mariano Rajoy con una moción de censura, lo hizo con una promesa: limpiar las instituciones de la podredumbre que la corrupción había dejado en el Partido Popular. Era el discurso de la regeneración democrática, el relato de un nuevo comienzo. Hoy, siete años después, ese relato se desmorona con estrépito, no por culpa de sus rivales políticos, sino por las sombras que proyecta su propio entorno más cercano.

La crítica no proviene esta vez de la oposición ni de la prensa española, que Sánchez suele despachar como parte de una supuesta campaña de descrédito. Llega desde The Economist, una de las publicaciones más influyentes del mundo anglosajón, conocida por su rigor y su distancia ideológica con cualquier corriente política concreta. En su último editorial, la revista acusa al presidente del Gobierno español de estar «herido» por los escándalos de corrupción que salpican al corazón de su partido y cuestiona abiertamente su credibilidad como líder reformista.

Los nombres que cita The Economist no son marginales. Santos Cerdán y José Luis Ábalos no eran simples peones en el engranaje socialista; eran piezas clave del núcleo duro.

Cerdán, de hecho, era el cerebro estratégico de Ferraz, encargado de moldear candidaturas y aislar a las voces disidentes. Ahora la policía lo acusa de haber gestionado sobornos que superan el medio millón de euros. Ábalos, exministro y antiguo responsable de organización del PSOE, está procesado por corrupción y envuelto en un escándalo sexual bochornoso. Las grabaciones filtradas, en las que él y su exasesor —un ex portero de prostíbulo devenido en consejero político— comentan obscenidades sobre prostitutas, son devastadoras para un partido que ha hecho del feminismo una de sus banderas más visibles.

No es solo una cuestión de coherencia ética o de desgaste reputacional. Como bien señala la revista británica, el Gobierno de Sánchez también enfrenta un serio problema de gobernabilidad. Sin Presupuestos Generales desde 2023, con una mayoría parlamentaria precaria sostenida por fuerzas nacionalistas, y con una agenda paralizada por las crisis internas, el Ejecutivo avanza con dificultad hacia un horizonte cada vez más incierto.

Sánchez, fiel a su estilo, insiste en que todo se trata de una conspiración mediática y judicial orquestada desde la derecha. Pero incluso The Economist, nada sospechosa de formar parte de ninguna conjura ibérica, considera que ese argumento ha perdido fuerza. Y lo ha hecho no solo por la gravedad de los casos citados, sino porque las investigaciones empiezan a rozar también a su esfera familiar, con causas abiertas que implican a su esposa y a su hermano.

Lo que antes era una promesa de renovación parece hoy una rendición ante las viejas inercias del poder. La pregunta ya no es si Pedro Sánchez puede sobrevivir políticamente hasta 2027, sino si su permanencia no acabará arrastrando consigo al conjunto del Ejecutivo y dañando aún más la confianza ciudadana en las instituciones.

Desde dentro del PSOE ya se alzan voces que reclaman una salida: elecciones anticipadas, una moción de confianza, algo que permita redefinir el rumbo antes de que sea demasiado tarde.

The Economist no ofrece recetas. Tampoco da por hecho un cambio inmediato. Pero sí lanza una advertencia que merece ser escuchada: lo que hoy se juega no es el futuro personal de Sánchez, sino la estabilidad política de un país que no puede permitirse otro ciclo de descomposición institucional.

Y ese espejo, por mucho que moleste, no lo sostiene la derecha, ni los medios nacionales, ni los jueces. Lo sostiene una publicación británica que, con la frialdad que da la distancia, retrata a un presidente atrapado entre lo que prometió ser y en lo que, finalmente, se ha convertido.

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