Me estaba comiendo media cabeza a gusto
De cochinillo, y he caído en la cuenta,
Que, a mí a la gente de mi familia, justo,
Más que comérmela a besos, que no alimenta,
Me va el comérmela a bocados … ¡placer augusto!;
Pero esto solo ocurre de tarde en tarde;
Confinado, y aunque no lo estuviera, sin tajo,
Lo de cada día: unas lentejas, carajo,
Con tocino, y si el estómago me arde,
O me da el flato, ya se sabe: ¡agua y ajo!;
Por pocas luces que se tengan, cualquiera entiende
Que lo del conillo es solo un sueño y, por ende,
Lo del tocino es una realidad como un templo;
Hay muchos más, este es solo un ejemplo,
Bastante claro, de lo que el Gobierno nos vende;
Dándole una mano de minio a la mentira,
Pues lo rojo el Iglesias lo lleva en la aorta,
La verdad, blanca como la paz, arde en la pira
De la revancha, odio y rencor, y de la ira,
Que es lo que, a todas luces, a él le importa;
Viene al caso, porque realmente el Gobierno,
Quien lo maneja no es el Sánchez, dulce y tierno
Con este sujeto, pues por él se mantiene en el cargo,
Y dándole pienso sin parar se siente eterno,
Conservando la voz, pero el mando en letargo;
Estando en juego, con este tejemaneje,
El pan nuestro de cada día, no es lo mismo
La Democracia, que se mueve en el eje
De que el sueño sea verdad, que el Comunismo,
Que el comer bien solo es un sueño, … ¡De catecismo!