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El mantra que hay que repetir si te dedicas a la política o el periodismo es que es necesario pasar página, mirar hacia el futuro y confiar en la Justicia.
Te echan a la cara, que es mejor que los que antes se dedicaban a matar hagan política y que la integración de los malvados sirve de bálsamo a una sociedad traumatizada por la tragedia del terrorismo.
Vuelven a pasear el pringoso argumento, a propósito de Otegi, obviando que en un país con memoria, a semejante facineroso sólo le correspondería ser candidato a la vergüenza y al olvido.
Yo no perdonaría jamás al asesino de mi hermano y odiaría hasta la muerte al homicida de mi padre.
Por eso me ha conmovido leer la carta de Teresa Jiménez-Becerril, como me emociona la firme entereza de Rubén Múgica (Otegi, ¿quién te crees que eres?).
Ya sabíamos que para parte de los habitantes del País Vasco e incluso Navarra, aquejados de esa enfermedad moral que generan la mezcla de fanatismo y estupidez, secuestrar, torturar, participar en atentados y reconstruir una organización terrorista es un buen currículum para ser lehendakari
También éramos conscientes de que los de Podemos y otros zarrapastrosos iban a sintonizar con ellos, porque no hace tanto que Pablo Iglesias se felicitó por la salida de la cárcel del etarra y escribió que sin él no sería posible la paz.
Sin Otegi y otros compinches lo que no hubiera sido posible en España son más de 800 asesinatos infames. Las manos del dirigente de Bildu están manchadas de sangre y la ignominia no se lava en las urnas .
Tampoco en los tribunales, tras los que se parapeta el PSOE para no definirse.
Idoia Mendía, la secretaria general del PSE-EE a quien no tengo el disgusto de conocer, siempre ha estado a favor de la entente EH Bildu, Podemos y el PSE-EE.
Y su compinche María Chivite no le va a la zaga.
El precio de Pedro Sánchez a la infamia en Navarra -tras dar Ferraz el visto bueno a la componenda entre PSOE, Podemos, Geroa Bai e Izquierda-Ezkerra, con la connivencia de los bilduetarras- será sacrificar la memoria de los militantes socialistas que fueron asesinados por ETA: Germán González López, Isaías Carrasco, Jose Luis López de Lacalle, Enrique Casas, Fernando Múgica Herzog, Froilán Elespe, Juan Priede, Fernando Buesa, Joseba Pagazaurtundúa, Juan María Jáuregui y Ernest Lluch.y quizá haya que buscar ahí la explicación a la puesta de perfil de los socialistas.
La del PSOE y sus dirigentes, es una actitud mezquina y miserable. Ni el País Vasco ni Navarra son diferenten, ni hay que evitar el victimismo de la izquierda abertzale, ni son sólo los jueces quienes deben pronunciarse.
Nadie que no haya extraviado la dignidad puede permanecer indiferente ante la ofensa que entraña ver el nombre de ese forajido en las papeletas electorales.
Si los crímenes de ETA no tienen perdón de Dios, como mascullábamos cada vez que mataban a un inocente, quiénes somos nosotros para ponernos ahora a perdonarlos.
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