William Cárdenas: «Pablo Casado y una Política Exterior para Iberoamérica»

En el acto en que el Partido Popular lo proclamó como su nuevo presidente, Pablo Casado lanzó lo que podría ser el ideario de una política exterior en su eventual arribo al Palacio de la Moncloa.

Las líneas maestras encarnan un auténtico giro copernicano en lo que ha sido, hasta ahora, la visión de las relaciones exteriores de España en un período reciente.

En efecto, Casado dio por sentada su adscripción europea, en el entendido de que ésta no le es ajena, sino todo lo contrario, España forma parte de Europa como un todo, con geopolíticas de estado dirigidas a su interior y exterior; y centró su atención en su vocación Atlántica, especialmente, Iberoamericana.

Como pilares de esa política exterior, adelantó los siguientes puntos clave:

• Por un lado, un mensaje claro a las naciones y a los mercados, al presentar una propuesta decidida y fuerte en la defensa de los principios de la unidad de la nación española, condenando las aventuras independentistas de populistas y separatistas, que atañe fundamentalmente a la importancia que dará Casado a la seguridad jurídica de quienes aspiran o pretendan invertir y relacionarse con España.

• Por otro lado, centró sus objetivos en una política exterior basada en la defensa de la democracia y en la solidaridad con los pueblos que luchan por la libertad contra regímenes tiránicos, focalizando su preocupación en Cuba, Nicaragua y Venezuela. Esta sería una de las mejores apuestas que puede emprender España, pues ello le permitirá recuperar espacios perdidos en la región.

En su camino a La Moncloa, que apenas comienza, Casado tendrá la tarea de explicar, que la libertad para Venezuela, Nicaragua y Cuba, es el mejor proyecto para sus pueblos, pero igualmente, la mejor perspectiva para quienes quieran contribuir en su reconstrucción, participando en el comercio, la inversión y la prosperidad de estos países.

Ello implica, a nuestro entender, la necesidad de advertir que el modelo chino de regímenes autoritarios, con apertura a la inversión extranjera bajo control del Estado, no ha servido en aquellas latitudes, ni siquiera a las propias empresas estatales chinas; y que incluso ha afectado intereses españoles en la región. Bastará preguntar en privado a cualquier ejecutivo de Repsol para confirmarlo.

Este ideario en favor de la libertad y la democracia acabará con la vergonzosa apuesta de Pablo Iglesias y su camarilla, por el Socialismo del Siglo XXI. La nueva visión de política exterior hacia Iberoamérica por parte de Casado, debería condenar los apoyos a regímenes autoritarios que impusieron la esclavitud a sus ciudadanos y depauperaron naciones enteras.

Hay que marcar un antes y un después, tanto frente a quienes han actuado como mercaderes ideológicos en estos pueblos hermanos, como con hechos puntuales, tales como la mediación cómplice de Rodríguez Zapatero, que oxigenó al régimen represivo de Nicolas Maduro, y que ya ha recibido un amplio rechazo por la sociedad venezolana, así como en distintos sectores políticos de la sociedad española.

A su favor, Casado podrá a encontrar importantes aliados en el liderazgo de los presidentes Sebastián Piñera, Mauricio Macri y en la nueva esperanza que surge en Colombia, con la elección del presidente Iván Duque, cuya fuerza emergente puede coincidir con la apuesta exterior que acaba de surgir dentro del PP.

Por esta razón, si hacemos una proyección a futuro, podemos llegar a la conclusión de que con Pablo Casado nació la esperanza de llegar a tener una política exterior que, en base a principios y valores, pueda dar un vuelco a la actual vinculación de España con Iberoamérica, haciéndola más intensa e inclusiva, como corresponde a la historia y nexos de este país, con aquellos pueblos con los que integra la Comunidad Iberoamericana.

William Cárdenas Rubio