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Están todos morenos, pero tengo la impresión de que el único que ha vuelto de las vacaciones con un plan claro es el socialista Sánchez.
Mi duda es si, al final, en abril, tendremos elecciones, como se rumorea entre bambalinas.
O si el objetivo es solo distraer, tapar con una cortina de humo la rampante corrupción de su partido y parientes, y de paso devorar a la fanática extrema izquierda con vistas a esos comicios en otoño de 2027 con los que sueña el marido de Begoña.
No hay a estas alturas en España alguien con dos dedos de frente que se trague que al amo del PSOE le preocupan los niños palestinos, los derechos humanos o el atormentado paisaje urbano de Gaza.
La campaña orquestada por RTVE y la Brunete Pedrete, junto con la violencia callejera impulsada por Marlaska y el delegado del Gobierno, no creo que genere votos.
Pero sirve a Sánchez para terminar de absorber la recua de zarrapastrosos que en su día convirtieron a Podemos en la tercera fuerza política, con 71 escaños.
En términos políticos, el abracadabrante antisemitismo de Sánchez y su cuadrilla cumple la misma función que bendecir a los okupas o santificar a los MENAs como imaginarios creadores de pensiones y bienestar.
Todo en este régimen infame, que padecemos desde hace más de siete años, tiene como objetivo que ellos sigan pegándose la vida padre a cuenta de los españoles.
Y cuando digo ‘ellos’ me refiero, por supuesto, a la familia Sánchez-Gómez, a los dirigentes del PSOE, a la legión de enchufados que prospera a su sombra, a sus compinches periféricos y a los que tienen que mantener un chalet de lujo en Galapagar y colegio privado para los churumbeles.
La táctica no es nueva, pero sigue siendo muy eficaz.
Para someter a la opinión pública, además de la propaganda televisiva, hay que elevar la tensión.
Los mismos que aporrearon estudiantes y gasearon beatas en Ferraz, los que multaron a ciudadanos que se acercaron a los Juzgados de Plaza de Castilla cuando Begoña peregrinó al banquillo, han dejado campar a sus anchas a los reventadores de La Vuelta ciclista.
Y con la crispación matan dos pájaros de un tiro: por un lado, asustan a la oposición; por otro, logran que la gente normal no salga a protestar por la falta de vivienda, la inseguridad, la amnistía o el expolio fiscal.
Estos caraduras, y Sánchez es doctor cum laude en lo de la jeta, nunca dan puntada sin hilo.
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