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uno le gustaría poder votar en España a un líder con el patriotismo de De Gaulle, la sensatez de Adenauer, la tenacidad de Churchill y el carisma de Kennedy, pero tenemos lo que tenemos y con estos bueyes hay que arar.
Hay matices.
Entre el nefasto Sánchez, presumido jefe de una banda de puteros y corruptos, y Feijóo o Abascal, media un abismo moral.
Dicho esto, reseñar que padecemos unos políticos de centroderecha con proclividad a meter la pata, complejos de inferioridad ideológica frente a los progres y tendencia a darse tiros en el pie.
Y en general, ajenos a los medios de comunicación, el pastoreo de los periodistas y el manejo de la opinión pública.
Un ejemplo clamoroso es cómo están abordando el batacazo socialista en Extremadura los palmeros de la izquierda y los de la derecha.
Desde el primer instante, la Brunete Pedrete periodística ha puesto el acento en que convocar elecciones ha sido un dispendio estéril de Guardiola, que la culpa de la derrota del PSOE corresponde al imputado Gallardo y que Sánchez no tiene nada que ver con el resultado.
En el otro lado del espectro, entre los que hacen méritos para que el PP los enchufe en RTVE y pillar cargos y subvenciones cuando cambien las tornas, se habla de ‘pinza’, se dice que VOX da aire a Sánchez y se editorializa instando a Abascal a adoptar una posición sumisa y facilitar que Guardiola renueve su presidencia.
Pues no, señores; no.
Guardiola, con el permiso de Génova 13, convocó elecciones para sacar mayoría absoluta y apostó en su campaña por un perfil moderado y la confrontación con Abascal, confiando en que eso le permitiría quedarse con los votantes socialistas que huían del imputado Gallardo.
Y no ha sido así, porque los votos estaban en el antisanchismo y en el descontento.
Y se han ido a VOX, que ha sacado 40.000 votos más que en 2023, mientras el PP pierde 10.000 y el PSOE 110.000.
Y no es un fenómeno castúo. El antisanchismo y el descontento, al igual que el temor a la inmigración ilegal, el cabreo con la ‘okupación’, el hartazgo con la burocracia local y europea y la rebelión frente a la censura woke, crecen en toda España y es lógico que se hagan notar dentro de un mes en Aragón, en marzo en Castilla y León y en junio de 2026 en Andalucía.
Feijóo tiene que saber ya que no sacará mayoría absoluta en ninguna de esas regiones y actuar en consecuencia pensando en La Moncloa.
Lo ideal sería competir con los partidos nacionalistas de derechas y arrebatar votos a los xenófobos de Junts y los meapilas del PNV en Cataluña y País Vasco, pero ya no hay tiempo para eso.
Estigmatizar a VOX soñando con engatusar a los electores de centroizquierda, no funciona.
Queda por tanto lo lógico, lo natural, lo razonable: articular una estrategia sensata con Abascal, negociando con él un programa de mínimos que responda a lo que quieren de verdad los españoles y sacar a trompazos a Sánchez de la presidencia del Gobierno de España.
Si Guardiola tiene que tragar quina y en lugar de repetir como un loro eso de ‘extremeños y extremeñas’ tiene que decir solo ‘extremeños’, que lo haga.
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