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TURBULENCIAS SOCIALISTAS TRAS EL CASO KOLDO Y LA CAÍDA DE CERDÁN

El PSOE trata de tapar su putrefacción recurriendo a una cortina de humo: 14 meses después expulsa a Ábalos

La salida de Ábalos llega después del estallido del escándalo del ya exsecretario general del PSOE y en pleno terremoto en la cúpula del partido

Periodista Digital 16 Jun 2025 - 11:52 CET
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En la sede de la calle Ferraz se han vivido últimamente más sobresaltos que en una novela de suspense. José Luis Ábalos, exministro y exsecretario de Organización del PSOE, ha sido expulsado finalmente del partido socialista, 14 meses después de abrirse el expediente por su presunta implicación en el conocido como caso Koldo. El anuncio se ha producido justo cuando el PSOE atraviesa una de sus mayores crisis internas, marcada por la dimisión forzada de Santos Cerdán, hasta ahora número tres y hombre fuerte de la organización, también salpicado por las investigaciones judiciales.

La maniobra ha levantado todo tipo de sospechas y comentarios entre los propios militantes y la oposición. ¿Se trata de una reacción firme ante la corrupción o, como señalan las voces críticas, es solo una “cortina de humo” para tapar otros problemas más profundos que aquejan al partido?

Claves del caso: Ábalos, Koldo y el efecto dominó

El caso que ha acabado con la carrera política de Ábalos comenzó a sonar con fuerza hace más de un año. Todo partió del escándalo por presuntas comisiones ilegales ligadas a contratos públicos, con el exasesor Koldo García como figura central. La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil apuntó conexiones directas entre Koldo, Ábalos y, según las últimas revelaciones, también Santos Cerdán. La presión mediática y política fue creciendo hasta forzar primero la apertura del expediente disciplinario y ahora, tras más de un año de espera, la expulsión definitiva.

El momento elegido no es casual. La decisión llega justo después de que se haya hecho público un contundente informe policial que implica directamente a Cerdán y pone en entredicho la integridad del núcleo duro del partido. La dirección socialista sostiene que “cuando hay indicios se actúa”, pero la tardanza en el caso Ábalos contrasta con la celeridad para anunciar auditorías internas o reestructuraciones tras las últimas filtraciones sobre Cerdán.

Sánchez, Cerdán y el difícil arte del funambulismo político

Pedro Sánchez ha intentado capear el temporal con una mezcla de disculpas públicas (“quiero pedir perdón porque hasta esta mañana confiaba plenamente en Santos Cerdán”) y anuncios de regeneración interna. Tras la dimisión fulminante del secretario de Organización –que asegura su inocencia pero renuncia al aforamiento parlamentario– Sánchez ha prometido una auditoría externa y una profunda reestructuración de la Ejecutiva Federal. El próximo Comité Federal del 5 de julio será clave para elegir al sustituto definitivo de Cerdán e intentar restaurar una imagen seriamente dañada.

El presidente rehúye hablar de adelanto electoral y minimiza el impacto institucional, mientras tanto desde Sumar se reclama un “reseteo total” y Junts exige explicaciones inmediatas. Por si fuera poco, algunos barones socialistas piden ya un Congreso Extraordinario para revalidar liderazgos y abrir un proceso verdaderamente democrático dentro del partido.

Malestar interno: ¿regeneración real o maquillaje?

La expulsión tardía de Ábalos no ha calmado los ánimos dentro del PSOE. Sectores críticos consideran que estas medidas son insuficientes para garantizar una auténtica regeneración y reclaman mayor transparencia e incluso una refundación desde las bases. El malestar se palpa especialmente entre quienes acusan a la dirección de actuar solo cuando no queda otro remedio o cuando el escándalo amenaza con arrastrarles electoralmente.

El caso Cerdán ha servido como catalizador para un descontento largamente acumulado, mientras figuras como Juan Lobato insisten en la necesidad de debates abiertos y reales sobre el futuro del partido.

Curiosidades y datos llamativos

En definitiva, mientras el PSOE trata de virar hacia aguas más tranquilas expulsando lastre como Ábalos o Cerdán, muchos se preguntan si estas medidas son suficiente para restaurar la confianza o si asistimos solo a una operación cosmética mientras persiste el riesgo de nuevas tormentas políticas.

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