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Madrid es, ante todo, una ciudad de terrazas. Da igual la estación; el madrileño lleva el ritmo social escrito en la piedra de sus balcones y en el hormigón de sus azoteas. Buscamos ese rincón al aire libre donde alargar la comida, donde celebrar que el día ha terminado o donde dar el pistoletazo de salida a la noche. Y en esa búsqueda constante, a veces, aparece un lugar que lo cambia todo.
Ese lugar tiene un nombre: KŌ by 99 Sushi Bar. Y una ubicación que, sin exagerar, es imbatible: la planta diez del Estadio Santiago Bernabéu. Imagínatelo: estar ahí, a esa altura, con el coloso madridista a tus pies. No es solo una terraza más; es la terraza de mayor altura de todo el enclave, un mirador privilegiado y exclusivo que Grupo Bambú ha tenido el acierto de crear.
Pero esto no es solo una postal. Es una experiencia completa que comienza en los sentidos. Llegas y te recibe una atmósfera vibrante, un espacio diáfano con mesas altas y bajas que se adaptan a cualquier plan. ¿Una sobremesa que no quieres que acabe? Este es tu sitio. ¿Un afterwork con los compañeros que se transforma en algo más? Perfecto. ¿Las primeras copas de la noche con una perspectiva diferente? Aquí cobran otro significado.
La terraza es, sin duda, el corazón del local. Pero si bajas la vista del césped, descubrirás que la propuesta va mucho más allá de las vistas. KŌ es, ante todo, un homenaje a la excelencia nipona con un toque contemporáneo. Y para entenderlo, hay que hablar de su carta líquida, una de las más ambiciosas de la ciudad.
Al mando está Ezequiel Riesgo, el Bar Manager, y su equipo. Son artistas de la coctelería que han creado una lista de Signature Cocktails exclusivos para la marca. No son cócteles cualquiera. Son viajes en vaso. Prueba el Yakuza, una explosión de pisco acholado infusionado en vainilla, yuzu, sirope de frambuesas y clara de huevo. O el Wabisabi, una delicia sedosa que juega con el roku gin, la mantequilla, el limón y la salvia. O atrévete con el Kawaii, donde el humo del mezcal se encuentra con el earl grey y el bitter de cacao. Son creaciones con personalidad, pensadas para sorprender.
Si lo tuyo son los clásicos, no hay problema. Los bartenders tienen la destreza y el conocimiento para preparar lo que desees. Pero mi consejo es que te dejes guiar. La apuesta por los destilados es firme, con una alianza estratégica con The House of Suntory, la destilería más antigua y famosa de Japón. Esto se traduce en una presencia destacada de whiskies como Yamazaki o Hakushu. Para los amantes del single malt escocés, la barra también es un templo, con etiquetas selectas de The Macallan como el codiciado Decanter No. 6.
Y, por supuesto, no podía faltar una cuidada selección de sake. Casi 30 referencias de diferentes regiones de Japón, como el Iwa 5 de Toyama, te esperan para maridar con la comida o simplemente para disfrutar por sí solas.
Detrás de toda esta inmersión líquida está también Alejandro Aparicio, uno de los sumilleres más respetados de España. Su criterio se refleja en una carta de vinos con más de 300 referencias, donde destaca una generosa oferta de vinos por copa –casi 30– que permite explorar sin compromiso. Desde tintos y blancos españoles y franceses hasta espumosos y una selección de generosos y dulces. Es una bodega en toda regla al servicio del comensal.
Con semejante despliegue de bebidas, la comida tenía que estar a la altura. Y vaya si lo está. Al frente de los fogones está el chef Noam González, cuya carta es un recorrido sensorial por la cocina japonesa más sofisticada. La filosofía es clara: producto excelente, tanto nacional como internacional, y una presentación impecable. Es una carta perfecta para compartir, para probar un poco de todo y dejarse llevar.
Puedes empezar el viaje con unos entrantes que son puro umami. El okonomiyaki de toro con trufa es una revelación, una tortilla japonesa que eleva lo tradicional a lo sublime. Las gyozas de jabalí tienen un relleno potente y una textura perfecta. Y las ostras con espuma de yuzu son un chute de frescura y mar que abre el apetito.
Los platos siguen sumando. Los tartares, como el de erizo o el de wagyu, son una lección de frescura y equilibrio. Los carpaccios, especialmente el de quisquilla, son de una delicadeza extrema. Y las tempuras, como la emblemática de langostino tigre, son ligeras y crujientes, tal y como debe ser.
Luego llega el sushi. Aquí la herencia de 99 Sushi Bar se siente con fuerza. La selección es exquisita, con nigiris, gunkans y makis que son pequeñas obras de arte. No te pierdas el 99 Jewel, un maki que es puro lujo con toro y caviar. Cada bocado justifica la visita.
Y para los que buscan sabores más intensos, la robata, la parrilla japonesa, ofrece platos llenos de matices. El pollo glaseado o la lubina con miso son dos ejemplos de cómo el fuego y la técnica se alían para crear sabores profundos y reconfortantes. Si buscas el colofón, los cortes de wagyu japonés de las variedades más exclusivas son una inversión en placer que no olvidarás fácilmente.
KŌ by 99 Sushi Bar no es solo un restaurante. Es una declaración de intenciones. Es la unión perfecta entre un enclave de vértigo, una gastronomía de altísimo nivel y una propuesta de bebidas que no conoce límites. Es ese sitio donde cualquier plan, ya sea una comida de negocios, una cita especial o una simple copa entre amigos, se convierte en un momento memorable. En el cielo de Madrid, a los pies del Bernabéu, han creado un refugio para quienes buscan lo extraordinario. Y créeme, una vez que subes, no querrás bajar.
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