Un reciente estudio que advierte sobre la posibilidad de que el asteroide Apofis impacte la Tierra en 2029 ha encendido una alarma, aunque sea pequeña, en la comunidad científica y en el público en general.
Apofis, con su nombre inspirado en el dios egipcio del caos y la oscuridad, ya parece predispuesto a sembrar inquietud, pero ¿realmente deberíamos preocuparnos? Según la NASA, las probabilidades de una colisión son inferiores a una en mil millones. Entonces, ¿por qué seguir hablando de ello?
Este asteroide, con forma de cacahuete y dimensiones comparables a la Torre Eiffel, es lo suficientemente grande como para destruir una ciudad y provocar daños climáticos de gran escala. No obstante, la ciencia nos asegura que no es lo suficientemente masivo como para desencadenar una extinción global. Y si bien Apofis fue inicialmente clasificado como “potencialmente peligroso” debido a su tamaño y proximidad, se nos repite constantemente que pasará de manera “segura” a unos 32.000 kilómetros de la Tierra. Claro, seguro… si ignoramos el hecho de que esa distancia es menor que la de muchos satélites en órbita.
¿Cómo hemos llegado a este punto? Fue en 2004 cuando Apofis fue detectado por primera vez. Desde entonces, el asteroide ha sido objeto de especulación y temor. Y aunque los científicos han afinado sus cálculos, reduciendo prácticamente a cero las probabilidades de impacto para 2029, los números no borran la ansiedad inherente a estos eventos cósmicos.
Después de todo, hablamos de un objeto de 340 metros de longitud y con una velocidad que alcanza los 30 kilómetros por segundo. ¿Qué pasaría si un pequeño bólido se interpusiera en su camino y desviara ligeramente su órbita? El astrónomo Paul Wiegert ya ha mencionado que un impacto con un objeto tan pequeño como de 0,6 metros podría cambiar su trayectoria lo suficiente como para traerlo de vuelta hacia nosotros.
Apofis es el tipo de amenaza que refleja nuestra fascinación y miedo ante la naturaleza incontrolable del universo. Aunque los cálculos científicos actuales nos aseguran que el asteroide pasará sin causar daños, la historia nos recuerda que la Tierra no está exenta de catástrofes cósmicas. Basta con pensar en la extinción de los dinosaurios, provocada por un impacto similar. Y si bien las posibilidades de que Apofis siga ese camino son insignificantes, no podemos evitar la incómoda pregunta: ¿qué pasaría si las predicciones no fueran tan precisas como pensamos?
El optimismo científico ha funcionado como un buen ansiolítico hasta ahora, pero la verdad es que no podemos controlar todo lo que sucede allá afuera. Apofis puede ser solo un recordatorio de lo pequeños y vulnerables que somos frente a los fenómenos cósmicos. Lo mejor que podemos hacer es mantenernos informados y confiar en que la ciencia seguirá refinando sus cálculos, pero sin caer en una falsa sensación de seguridad. Después de todo, el “Dios del Caos” no ha terminado de hacer su recorrido.
En 2029, cuando Apofis pase cerca de la Tierra, tendremos una valiosa oportunidad para aprender más sobre estos cuerpos celestes y cómo podrían afectar nuestra vida en el futuro. Pero hasta entonces, no nos queda más que esperar, con los ojos en el cielo y un ligero nudo en el estómago.

Asteroirde Apofis. Foto. Agencia Espacial Europea
¿Quién era «Apofis» en la mitología egipcia?
Apofis, también conocido como Apep, es una de las figuras más temidas en la mitología egipcia. Representa el caos primordial y es el enemigo eterno del orden cósmico, simbolizado por el dios sol Ra. Apofis era descrito como una gigantesca serpiente o dragón que habitaba en las profundidades del inframundo (Duat) y constantemente intentaba destruir a Ra durante su viaje nocturno a través del cielo.
Cada noche, mientras Ra navegaba en su barca solar, Apofis lo atacaba con el objetivo de sumergir al mundo en el caos absoluto, regresando al estado previo a la creación. Sin embargo, Ra siempre lograba vencerlo, gracias a la ayuda de otros dioses, como Seth, quien defendía la barca contra el monstruo. Esta lucha representaba el ciclo diario del amanecer y el anochecer, y simbolizaba la lucha continua entre el orden (Ma’at) y el caos (Isfet).
A pesar de ser un enemigo temido, Apofis no tenía templos ni un culto dedicado, ya que era visto como una fuerza de destrucción que debía ser rechazada en lugar de venerada. Los sacerdotes realizaban rituales específicos para ayudar a Ra en su batalla contra Apofis, y se creía que la victoria diaria del dios solar aseguraba la continuidad de la vida y el orden en el cosmos.