Se basa en una de las mejores novelas del siglo XIX a la que le puso partitura uno de nuestros mejores compositores. Y a pesar de Juan Valera e Isaac Albéniz, dio vueltas y revueltas y todavía hoy no cuaja del todo. Esta nueva producción nace con anomalías artísticas y musicales, aunque su programación deba ser aplaudida sin reparos.
En 1896 se estrenó en italiano y no será hasta 1964 cuando se interpreta por primera vez en español, pasando antes por sucesivos arreglos en inglés, alemán y francés. Albéniz tras sucesivos cambios falleció sin quedar contento y Pablo Sorozábal se encargó de esta versión definitiva modificando bastantes cosas. En la novela, el joven seminarista Luis y la rica viuda Pepita termina casándose y el amor terrenal venciendo al sacerdocio. En el desafortunado libreto del inglés Francis Burdett pasado por el tamiz de Sorozábal, mejor músico que libretista, Pepita ante la negativa de Luis a abandonar su carrera sacerdotal y cuando sus incitaciones están a punto de vencer su resistencia, se retira sorpresivamente de su obsesión, entiende que su amor es imposible y se suicida rápidamente en la escena final. El libreto pierde todo el valor psicológico de la novela para crear una historieta más de amores imposibles y con ello lastrar la pieza.
En cuanto a la música, el teatro lírico no fue precisamente lo mejor de Albéniz, y sus otras aportaciones -Merlín, San Antonio de la Florida y The Magic Opal (ver nuestra reseña de 2022) – tampoco pasaron de aceptables. En esta, abordó meritoriamente fusionar el folclore andaluz con el influjo de Wagner y su técnica del leitmotiv más el colorido italianizante de las arias, y el resultado es desigual, mejor en las aperturas de cada acto, peor en las partes vocales. Guillermo García Calvo, el director musical de la producción, dice que ‘es una joya del nacionalismo musical español que trasciende las etiquetas; viste la novela con una partitura rica en melodías cálidas y ardientes, donde la orquesta no solo acompaña, sino que pinta el ambiente andaluz y el drama interior de los personajes; utiliza ritmos y giros melódicos propios del folclore español, pero con una sofisticación y un lenguaje armónico que revelan la influencia de su etapa europea, creando una obra de gran lirismo y colorido orquestal; y es un diálogo musical entre la tradición española y la ópera europea de finales del siglo XIX, donde la pasión, la religiosidad y el conflicto humano se entrelazan con una belleza cautivadora, una obra esencial para comprender la evolución de la ópera en España’.
Sin duda, pero sus avatares son reflejo de la dificultad de la causa, encajonada entre el apoyo popular a la zarzuela y el papanatismo extranjerizante de la élite que solo sabía apreciar lo que venía de fuera. Esta pieza no es una zarzuela, genero autóctono de agudeza sin par en la captación de ambientes y tipos populares, ni llega a ópera europea, por menos duración y complejidad en su partitura. En la velada de este martes de estreno, García Calvo estuvo discreto, la orquesta sonó bien en sus solos, pero no consiguió conjuntarse con las intervenciones vocales, dejándonos una impresión general de imprecisión y desarmonía.
La dirección escénica de Giancarlo del Monaco se apoyaba en una discutible y convencional escenografía de Daniel Bianco, un complejo andamiaje metálico por el que el reparto subía y bajaba sin el menor sentido y que solo demostró eficacia visual en sus giros efectistas al comienzo del segundo acto, aunque perjudicado por el sonido muy perceptible de la maquinaria que lo movía. Sustituir el paisaje andaluz, la huerta cordobesa, el entorno y el interior de un cortijo por una fría estructura vertical metálica puede significar el complicado entramado de las relaciones personales que estamos presenciando, pero hubiéramos preferido los ambientes originales, representados como se quiera, con realismo o fantasía, desubicados de época o naturalistas, adornados de imaginación o minimizados, de cualquiera de las mi maneras eficaces que más se hubieran agradecido. Resulta poco afortunado el vestuario de Jesús Ruiz especialmente en lo referente a los jornaleros -ellos de traje, ellas con peineta- y a los tres militares -el conde y sus asistentes- como ridículos soldaditos de plomo. La iluminación de Albert Faura con Raquel Merino como maestra de luces hizo lo posible por mejorar el entorno.
La discutible puesta en escena lo es sobre todo por el viejo problema de que no casa lo que se ve con lo que se oye, hasta resultar en una fiesta si fiesta y una entrevista final de los protagonistas sobre la cama entre tules vaporosos, ella en camisón y él en calzoncillos.
El reparto acompañó la sensación de medianía que emanaba del espectáculo. La soprano Ángeles Blancas cantó destemplada y altisonante, en un registro agudo casi molesto, apena inteligible entre una deficiente vocalización y una orquesta sobrepasada. El tenor Antoni Literes -que sustituyó al programado en esta función Leonardo Caimi- fue correcto pero nos pareció un tanto apagado, y en el resto del elenco nada pudo destacarse. Tras 130 años de recorrido accidentado, llegamos a una producción decepcionante de una de nuestras óperas más destacada, aún con todas sus imperfecciones. Y tan decepcionante resultó que hizo mejor el recuerdo de la coproducción de 2013 de los Teatros del Canal con el Teatro Argentino de la Plata, a cargo de Calixto Bieito en la parte artística y José Ramón Encinar en la musical, dejando de lado la versión de Sorozábal en tres actos y contentándose con la anterior inglesa de dos (ver nuestra reseña de entonces).
VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 7
Partitura: 7
Libreto: 5
Dirección musical: 6
Dirección artística: 5
Orquesta: 7
Voces: 6
Escenografía: 5
Producción: 6
Programa de mano: 7
Documentación a los medios: 9
Teatro de la Zarzuela
P E P I T A J I M É N E Z
Ó P E R A E N T R E S A C T O S
Música Isaac Albéniz
Libreto Francis Burdett Money-Coutts, basado en la novela de Juan Valera
Versión del libreto y de la música de Pablo Sorozábal
Días 1 , 2 , 3 , 4 , 5 , 8 , 9 , 1 0 , 1 1 , 1 5 , 1 6 , 1 7 , 1 8 Y 1 9 DE O C T U B R E DE 2 0 2 5
E Q U I P O A R T Í S T I C O
Dirección musical Guillermo García Calvo
Dirección de escena Giancarlo del Monaco
Escenografía Daniel Bianco
Vestuario Jesús Ruiz
Iluminación Albert Faura
Maestra de luces Raquel Merino
R E P A R T O
Pepita Jiménez Ángeles Blancas (1, 3, 5, 9, 11, 15, 17 y 19 de octubre)
Carmen Romeu (2, 8 y 18 de octubre)
Maite Alberola (4, 10 y 16 de octubre)
Luis de Vargas Leonardo Caimi (1, 3, 5, 9, 11, 16 y 18 de octubre)
Antoni Lliteres (2, 4, 8, 10, 15, 17 y 19 de octubre)
Antoñona Ana Ibarra (1, 3, 4, 8, 10, 15, 16, 18 y 19 de octubre)
Cristina Faus (2, 5, 9, 11 y 17 de octubre)
Pedro de Vargas Rodrigo Esteves
Vicario Rubén Amoretti
Conde de Genazahar Pablo López
Primer oficial Josep Fadó
Segundo oficial Iago García Rojas
Estrenada en el Teatro de la Zarzuela, el 6 de junio de 1964
Nueva producción del Teatro de la Zarzuela
Horario 19:30h (domingos 18:00h)
75 minutos, sin pausa.
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