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TENSIÓN EN LA UE POR LA ESTRATEGIA ESPAÑOLA

Bruselas tira de las orejas a Sánchez y le advierte de que no se puede ir de pardillo con China

La Comisión Europea lanza un serio aviso a Pedro Sánchez por el modelo español de acogida a empresas chinas, que desafía los aranceles y genera inquietud en Bruselas

Periodista Digital 15 Sep 2025 - 10:40 CET
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La advertencia de Bruselas a Pedro Sánchez no es solo un aviso para el Gobierno español, sino también un mensaje al conjunto de la UE: la relación con China requiere inteligencia, estrategia y una visión a largo plazo que priorice los intereses europeos.

Las próximas semanas serán clave para ver si la Comisión logra imponer un marco común más exigente en el que la industria, la seguridad y el empleo de calidad sean la prioridad. La entrada de Chery en Barcelona ha encendido las alarmas en la Comisión Europea.

El modelo español de atraer empresas chinas que ensamblan vehículos eléctricos en territorio nacional permite esquivar los aranceles impuestos por la UE a la importación directa desde China.

Esta práctica, lejos de ser vista como un éxito industrial por parte de Bruselas, ha sido calificada de “no ser un buen modelo”, ya que aporta escaso valor añadido y genera empleo de baja calidad, según ha subrayado el comisario de Prosperidad y Estrategia Industrial, Stéphane Séjourné.

La relación entre la Unión Europea y China se encuentra en un momento de revisión profunda. El aterrizaje de grandes factorías chinas en España —con la de Chery en la Zona Franca como máximo exponente— ha provocado un toque de atención directo al Gobierno de Pedro Sánchez. El argumento de la Comisión es claro: ensamblar en Barcelona vehículos con piezas traídas casi en su totalidad desde China no transforma la industria local, ni impulsa el tejido productivo europeo. Más bien, convierte a España en una puerta de entrada para el automóvil chino, permitiendo a Pekín ganar cuota de mercado sin pagar los elevados aranceles que Bruselas impone a la importación de coches eléctricos completos.

El 60% de los componentes de los vehículos fabricados en Europa deberían ser europeos, según los nuevos estándares que Bruselas quiere implantar.

El acuerdo entre Chery y la española Ebro para producir 150.000 coches eléctricos en 2029 en Barcelona no está afectado por los aranceles, ya que la producción es local, aunque los componentes sigan llegando de China.

Críticas al modelo español y tensiones políticas

El recelo de la Comisión Europea no es solo económico, sino también estratégico. El comisario Séjourné ha insistido en la necesidad de ser “mucho más inteligentes en la relación con las autoridades de Pekín”. Para Bruselas, la estrategia no debe limitarse a la imposición de aranceles ni a abrir de par en par la puerta a la inversión china sin condiciones. Se demanda una revisión de los acuerdos y la introducción de requisitos más estrictos sobre la procedencia de los componentes y la transferencia de competencias en sectores clave, como el de las baterías eléctricas.

La comparación con la experiencia francesa en el sector nuclear, donde la colaboración con empresas chinas ha terminado por beneficiar a Pekín, sirve de advertencia para el futuro de la industria europea. “No veo por qué no haríamos nosotros también eso”, remarca el comisario, dejando claro que la UE debe evitar errores pasados y proteger sus sectores estratégicos.

España: entre la inversión china y la presión internacional

La política de Pedro Sánchez de presentarse como socio preferente de China ha generado críticas tanto en el ámbito nacional como internacional. Tras su reciente visita a Pekín, el presidente español defendió la necesidad de mantener relaciones “equilibradas” con el gigante asiático, y recalcó que España busca trabajar en temas de interés común fomentando el comercio y la inversión de manera equilibrada. Sin embargo, la acogida entusiasta a empresas chinas, lejos de convencer a Bruselas, ha causado malestar en otras capitales europeas y en Washington.

El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, llegó a calificar el acercamiento europeo a China como “cortarse el cuello”.

La visita de Sánchez a Pekín fue percibida por algunos sectores como un intento de desviar la atención de problemas internos, mientras que desde el Partido Popular se cuestionó la idoneidad de la estrategia diplomática y comercial del Gobierno.

Seguridad y autonomía estratégica: el caso Huawei

El debate no se limita al sector automovilístico. Otro foco de preocupación para la Comisión Europea es el contrato adjudicado por el Gobierno español a Huawei para el suministro de servidores destinados al almacenamiento de escuchas judiciales del sistema SITEL. Dicha empresa está considerada de alto riesgo en infraestructuras críticas por numerosos Estados occidentales. La decisión española contraviene las recomendaciones comunitarias sobre seguridad en redes 5G y la Directiva SRI 2, lo que ha llevado a la Comisión a plantearse una evaluación de los riesgos de seguridad derivados del uso de hardware chino en sistemas estratégicos en la UE.

La Comisión estudia medidas para garantizar que las decisiones unilaterales de los Estados miembros no comprometan la seguridad del conjunto de la Unión.

El contrato con Huawei ha sido visto como una vulneración del principio de seguridad nacional y pone de manifiesto la necesidad de una mayor coordinación europea en materia de tecnología y defensa.

Bruselas busca una tercera vía

Frente a la dicotomía entre aranceles y apertura total al capital chino, la Comisión Europea aboga por una “tercera vía”. Esta estrategia pasa por revisar los acuerdos existentes, fijar cuotas mínimas de contenido europeo en los productos fabricados localmente y exigir obligaciones de producción real que generen empleo cualificado y valor añadido para la industria continental.

El objetivo es evitar la dependencia tecnológica y productiva de China y que el modelo español se convierta en la norma para el resto de la UE.

La Comisión insiste en que la política industrial europea debe centrarse en la innovación, la autonomía estratégica y la protección de los sectores clave frente a la competencia desleal de países extracomunitarios.

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