Un vino de una única finca, cuidadosamente plantada y seleccionada a mano de forma tradicional, por los antepasados de uno de los socios fundadores de la cooperativa, Benito Castelo Baulo, un viticultor y miembro de esta gran familia de larga tradición vitivinícola y de profundo arraigo en el valle del Salnés, al que la bodega Martín Códax recuerda con profunda admiración cariño y respeto tras su fallecimiento a finales de 2019. Y es que las cepas más antiguas de Bodegas Martín Códax hacen brotar las uvas que dan nombre al albariño Finca Xieles, vino del que hoy les hablamos. Orientadas hacia el mar, se yerguen en un terreno de marcada pendiente, dividida por muros de piedra, conocidos en gallego como socalcos. Los viñedos de esta parcela, que mide cerca de una hectárea, fueron plantados a finales del siglo XIX y conforman uno de los terrenos cosecheros tradicionales más antiguos y más importante de Cambados.
“La singularidad de esta plantación es que mantiene cepas prefiloxéricas (que datan de antes de la reconversión varietal), que ocupaban zonas marginales, de baja fertilidad, asentadas en suelos graníticos, de alta densidad de plantación y con parrales de baja altura. De este pasado se pueden ver aún cepas muy viejas, con troncos finos y muy arrevesados o retorcidos, debido a las modificaciones que han sufrido los parrales con el paso del tiempo, para adaptarlos a las formas de trabajo actuales”, explica el director técnico de la bodega, Miguel Tubío.
Como decíamos, se trata de un vino de una única finca, cuidadosamente plantada y seleccionada a mano de forma tradicional, por los antepasados de uno de los socios fundadores de la cooperativa, Benito Castelo Baulo. Todas estas características y este largo recorrido en el tiempo aportan a este albariño gran intensidad, largura y amplitud. “Desde 2006 en Bodegas Martín Códax trabajamos en la clasificación de zonas, con el apoyo de las nuevas tecnologías, para seleccionar diferentes terruños y uvas procedentes exclusivamente de parcelas seleccionadas. Finca Xieles 2018 se elabora en su totalidad con uva albariño, procedente exclusivamente de una única parcela. Este vino tiene una crianza de seis meses en depósitos de hormigón de 1.700 litros”, detalla Tubío.
Se trata de un vino que se presenta a la vista con un color amarillo pajizo, limpio y cristalino. En nariz es de intensidad media, con notas cítricas (pomelo), y de fruta blanca (manzana y pera),así como notas florales, de gardenia y jacinto, y notas balsámicas y de hierbas a romáticas, como el romero. En boca es intenso, largo y cítrico, amplio, con buena cidez y gran volumen, dejando un gusto retronasal balsámico. Acogido a la D.O. Rías Baixas, se ha criado 6 meses en depósitos de hormigón de 1700 litros, alcanzando una graduación alcohólica de 13% Vol. Sírvase fresco (a unos 12 ºC) acompañando mariscos, pescados blancos, sushi y postres cítricos. Su PVP en tienda es de 25 €.
Mañana le hablaré de otro vino igualmente interesante de esta bodega, Arousa 2017.
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