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El ataque es inminente

Washington activa su fuerza militar para capturar a Nicolás Maduro

El presidente reafirma su postura frente a a la ductadura bolivariana, sin ceder ante presiones ni temores de conflicto

Paul Monzón 04 Nov 2025 - 02:47 CET
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En una entrevista transmitida por el programa “60 Minutes” de la cadena CBS, Trump fue claro, directo y sin evasivas políticas: los días de Nicolás Maduro están contados. No fue una amenaza ni una promesa vacía, sino una afirmación basada en una visión de justicia y orden que ha caracterizado su política exterior desde el primer día de su segundo mandato.

El mandatario no titubea al señalar los estrágos que el régimen venezolano ha causado, tanto a su propio pueblo como a Estados Unidos. Denunció que el chavismo ha permitido el tráfico de drogas y ha enviado —según sus palabras— “cientos de millas de personas no deseadas” hacia el norte, entre ellos criminales y exreclusos. Un acto irresponsable que ningún otro presidente estadounidense había tenido la valentía de enfrentar con tanta claridad.

El presidente también comparó la situación con México, recordando que su política de frontera cerrada ha dado resultados sin precedentes: “Durante cinco meses seguidos, nadie ha cruzado ilegalmente la frontera”. Con esa frase, Trump no solo reafirmó su compromiso con la seguridad nacional, sino que marcó un hito en el control migratorio que tanto prometió y que hoy cumple con hechos, no con discursos.

Cuando se le preguntó si Estados Unidos planea una intervención militar en Venezuela, Trump fue prudente y estratégico. Dijo que no creía que estuviéramos “ante una guerra”, pero dejó claro que su gobierno no tolerará ofensas ni amenazas a la soberanía estadounidense. Con inteligencia política, evitó adelantar cualquier plan, resaltando que un líder responsable no revela sus cartas ante cámaras ni reporteros.

Su respuesta al ser presionado sobre el despliegue del portaaviones USS Gerald Ford fue digna de su estilo: irónica, segura y contundente. “Tiene que estar en alguna parte, es muy grande”, respondió, dejando entrever que la fuerza estadounidense mantiene su presencia donde debe estar: en alerta, sin caer en provocaciones.

Trump y su secretario de Estado, Marco Rubio, reafirmaron que Washington no busca un conflicto, sino una solución firme y pacífica que favorezca la libertad del pueblo venezolano. Lo que sí está claro es que, bajo su liderazgo, Estados Unidos ha recuperado la autoridad y credibilidad internacional para defender sus intereses y los valores democráticos que el chavismo ha destruido durante más de dos décadas.

Hoy más que nunca, queda evidente que Trump no improvisa. Su estrategia combina la presión diplomática, la fuerza disuasiva y la negociación calculada. No se trata de guerra, sino de principios. Y en eso, el presidente demuestra una vez más que no gobierna para agradar a los medios, sino para proteger a los estadounidenses y recordar al mundo que la libertad no se negocia.

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