Más información
Este lunes, 7 de julio de 2025, la política mexicana atraviesa un momento de transformación profunda.
Las palabras clave que marcan el pulso del análisis internacional —Morena, partido hegemónico, PRI, poder político— están en boca de analistas y ciudadanos.
El ascenso meteórico de Morena ha despertado comparaciones inevitables con el PRI, que gobernó México durante siete décadas.
¿Cuánto se parecen realmente estos dos titanes políticos?
Y en medio de este debate, la figura de Claudia Sheinbaum añade matices propios a la historia reciente.
Morena: dominio electoral y centralización del poder
En 2025, Morena controla la presidencia, la mayoría de los estados, el Congreso y una porción significativa de los municipios mexicanos. El partido ha logrado un crecimiento exponencial: de poco más de tres millones de votos en 2015 a más de treinta millones en las últimas elecciones. Esto le otorga más recursos públicos que a cualquier otro partido, superando los 2.000 millones de pesos solo este año. Su acceso al poder es casi absoluto, una característica que recuerda al viejo PRI hegemónico.
Morena ha impulsado reformas para debilitar organismos autónomos y contrapesos institucionales, como se observa en los cambios al poder judicial y la creciente simpatía hacia Morena dentro de instituciones clave como la Fiscalía General. Esta concentración de poder genera preocupación sobre la salud democrática mexicana. Para algunos expertos, el país avanza hacia un sistema donde la alternancia política se vuelve cada vez más difícil.
El PRI: hegemonía institucionalizada y disciplina presidencialista
El PRI fue fundado en 1929 para aglutinar a los caudillos surgidos de la Revolución Mexicana bajo un solo proyecto nacional. Durante setenta años, el control del partido sobre las instituciones fue casi total: el presidente elegía a su sucesor y designaba candidatos para cargos clave. El PRI gestionó una estructura piramidal donde el Ejecutivo tenía la última palabra.
A lo largo del tiempo, el PRI cambió varias veces de nombre y orientación ideológica —del nacionalismo revolucionario al neoliberalismo en los años ochenta—, pero mantuvo una lógica: el partido era el Estado y viceversa. La alternancia llegó finalmente en 2000 tras décadas de prácticas clientelares, cooptación social y centralización política.
¿Morena es un nuevo PRI?
Las similitudes entre Morena y el PRI son notables:
- Control simultáneo del Ejecutivo, Legislativo y buena parte del territorio nacional.
- Subordinación progresiva de los órganos autónomos.
- Creciente dependencia económica de recursos públicos para sostener su maquinaria electoral.
- Uso masivo de programas sociales como herramienta política.
Sin embargo, existen diferencias importantes:
- Morena nació como movimiento popular antineoliberal; su base social es más heterogénea que la del PRI clásico.
- El liderazgo carismático ha sido más visible (primero con López Obrador y ahora con Sheinbaum), frente al presidencialismo institucionalizado del PRI.
- El PRI buscaba preservar el sistema; Morena promueve cambios estructurales (aunque muchos críticos ven riesgos de restaurar viejas prácticas bajo nuevos ropajes).
El tránsito actual sugiere que Morena está evolucionando: pasó de ser un “movimiento” a consolidarse como partido dominante e incluso “partido de Estado”, subordinando poderes y buscando transformar las reglas para dificultar la alternancia. La propia Claudia Sheinbaum advirtió recientemente a su partido sobre el riesgo de convertirse precisamente en eso: “un partido hegemónico que repita los errores del pasado” (Zeta Tijuana). Sin embargo, la distancia entre discurso y realidad parece acortarse cada día.
Antecedentes: rupturas y continuidades
La transición mexicana hacia la democracia fue lenta e incompleta. La hegemonía priista se resquebrajó con reformas electorales graduales y presiones sociales internas y externas. Morena se benefició tanto del desgaste del viejo sistema como del desencanto ciudadano ante las promesas incumplidas de alternancia.
El contexto actual muestra continuidades preocupantes:
- Reconfiguración del sistema electoral para favorecer al partido dominante.
- Concentración presupuestaria sin precedentes.
- Tensiones entre poderes que recuerdan las épocas doradas del presidencialismo priista.
Pero también hay rupturas:
- Mayor protagonismo femenino con Claudia Sheinbaum como primera presidenta electa.
- Discurso abierto contra las élites tradicionales, aunque acompañado por nuevas élites políticas surgidas del propio Morena.
¿Qué futuro espera al sistema político mexicano?
Los próximos años serán decisivos. Si Morena consolida su dominio sin restaurar mecanismos efectivos de contrapeso institucional ni garantizar auténtica competencia electoral, México podría entrar en una nueva era de hegemonía partidista. Las reformas impulsadas recientemente buscan afianzar este control; sin embargo, sectores sociales críticos mantienen viva la exigencia democrática.
La presidenta Claudia Sheinbaum tendrá el reto histórico de demostrar si Morena puede gobernar sin repetir los vicios autoritarios del pasado o si acabará siendo “el nuevo PRI”. La evolución dependerá tanto del liderazgo interno como de las presiones ciudadanas e internacionales por preservar espacios democráticos.
Diez curiosidades sobre Claudia Sheinbaum
Para completar este panorama internacional sobre México y su nuevo liderazgo, repasamos diez datos singulares sobre Claudia Sheinbaum, figura clave en esta coyuntura:
- Es doctora en Ingeniería Energética por la UNAM.
- Fue parte del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), equipo galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 2007.
- Primera mujer electa para gobernar Ciudad de México.
- De ascendencia judía lituana por parte materna.
- Su carrera política comenzó junto a López Obrador en su primer gabinete capitalino (2000).
- Impulsó políticas ambientales pioneras en transporte público durante su gestión como jefa delegacional y luego como alcaldesa.
- En 2023 sobrevivió políticamente a una intensa campaña mediática tras el colapso del metro capitalino.
- Es conocida por su estilo sobrio y pragmático, alejado del discurso estridente habitual en muchos líderes mexicanos.
- Ha publicado investigaciones científicas sobre eficiencia energética reconocidas internacionalmente.
- Se autodefine como feminista progresista y ha prometido ampliar derechos sociales desde Palacio Nacional.
La historia mexicana se encuentra ante un espejo retrovisor cargado tanto de advertencias como de oportunidades para redefinir su futuro político.
Más en Hispanoamérica
CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL
QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE
Buscamos personas comprometidas que nos apoyen
CONTRIBUYE
Home