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Un año de impunidad chavista con la complicidad de Zapatero

El torturador Maduro intenta reescribir la historia: la farsa de las municipales tras el fraude electoral en Venezuela

El chavismo gana las principales alcaldías y la oposición conserva sus feudos en los municipios caraqueños

Periodista Digital 28 Jul 2025 - 09:43 CET
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Venezuela amanece bajo la sombra persistente de un régimen que insiste en maquillar su autoritarismo con urnas vacías y propaganda.

Nicolás Maduro, decidido a borrar el recuerdo del masivo fraude electoral que le permitió mantenerse en el poder hace justo un año, ha organizado unas elecciones municipales que la mayoría de la sociedad y la comunidad internacional califican abiertamente como una farsa.

La abstención masiva y el rechazo ciudadano han marcado una jornada sin sorpresas, donde los centros electorales permanecieron desiertos y solo los actores del chavismo se movían entre urnas y cámaras oficiales.

La clave para entender este proceso está en el contexto: el fraude electoral del 28 de julio de 2024 no solo despojó a la oposición venezolana, encabezada entonces por Edmundo González Urrutia y María Corina Machado, de una victoria legítima avalada por más del 80% de las actas escrutadas, sino que también consolidó un sistema institucional blindado frente a cualquier intento democrático real.

El Consejo Nacional Electoral, controlado por figuras afines al chavismo, proclamó sin pruebas ni transparencia a Maduro como vencedor, ignorando las evidencias presentadas por la Plataforma Unitaria Democrática (PUD).

TODO TRAMPA Y MANIPULACIÓN

Oficialmente, los resultados serían así:

El chavismo obtuvo este domingo las principales alcaldías de Venezuela en las elecciones municipales, entre ellas la hasta ahora opositora Maracaibo —capital del estado Zulia (noroeste)—, mientras que la oposición conservó las caraqueñas Chacao y Baruta, según los resultados con “tendencia irreversible” anunciados por el Consejo Nacional Electoral (CNE).

Además, el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) logró mantener el control que desde hace 25 años ejerce sobre el municipio Libertador de Caracas, donde se encuentran las sedes de los poderes públicos y buena parte de los organismos e instituciones del Estado, al ser reelegida la alcaldesa Carmen Meléndez, indicó el presidente del organismo comicial, Elvis Amoroso, después de una jornada que no se cerró de manera oficial.

Gustavo Duque y Darwin González, alcaldes de Chacao y Baruta, respectivamente, fueron reelegidos, mientras que Fernando Malena, del Movimiento Ecológico, ganó en El Hatillo, y Diógenes Lara, del chavismo, en el municipio caraqueño de Sucre, donde se encuentra ubicada Petare, considerada la favela más grande de Venezuela.

En Maracaibo triunfó Gian Carlo Di Martino, candidato del PSUV, partido que también ganó en 23 de los 29 municipios anunciados por Amoroso, quien autorizó a cada una de las juntas electorales del país a proclamar a los ganadores “en cada uno de esos municipios” que ya registran, sostuvo, una “tendencia irreversible”, que son 304 de un total de 335 cargos.

Un año después: urnas vacías, represión intacta

La convocatoria a las municipales llegó precedida por un despliegue masivo del aparato estatal. Miles de efectivos militares custodiaron las instalaciones, los pasos fronterizos con Colombia y Brasil se blindaron oficialmente para “facilitar” la jornada electoral y el Gobierno promovió actividades festivas para celebrar el aniversario del supuesto triunfo presidencial. Sin embargo, la realidad fue otra: calles desiertas, centros electorales vacíos y una abstención visible que ni la maquinaria oficial pudo disimular.

En cifras:

La estrategia chavista quedó clara: reforzar el control local arrebatando incluso aquellas alcaldías históricamente opositoras mediante una “oposición” confeccionada a medida del régimen o, directamente, mediante abstención forzada. La represión se mantuvo como telón de fondo invisible pero omnipresente.

Represión y tortura: el lado sangriento del chavismo

Detrás de este teatro electoral se esconde una realidad mucho más dura: la represión sistemática y las violaciones a los derechos humanos en la Venezuela chavista. Diversos organismos internacionales han documentado en los últimos años un patrón recurrente de detenciones arbitrarias, torturas físicas y psicológicas contra opositores reales o percibidos.

Estas prácticas forman parte del engranaje represivo que sostiene al régimen, junto con el control absoluto sobre el sistema judicial y las fuerzas armadas. La persecución no se limita a figuras relevantes; cualquier ciudadano señalado puede ser objeto de represalia o intimidación.

El papel internacional: decepciones e intereses cruzados

A lo largo de este año, los venezolanos han visto cómo las esperanzas depositadas en presiones externas se han desvanecido. La Unión Europea y España han reducido su presión diplomática sobre Caracas. Por su parte, Estados Unidos ha instrumentalizado el caso venezolano según sus propios intereses domésticos: mientras Donald Trump endurece su retórica migratoria y utiliza a Venezuela como ejemplo negativo, el régimen negocia concesiones puntuales como intercambios de presos o licencias petroleras cuando le conviene.

En este escenario destaca el controvertido papel desempeñado por José Luis Rodríguez Zapatero. El expresidente español ha intentado repetidamente mediar entre Gobierno y oposición bajo una supuesta neutralidad que muchos sectores democráticos consideran dañina. Desde hace años Zapatero ha defendido públicamente al régimen chavista o minimizado sus violaciones sistemáticas de derechos humanos, lo que ha generado duras críticas tanto dentro como fuera de Venezuela.

Su intervención ha servido para oxigenar políticamente a Maduro en momentos clave; por ejemplo:

Para buena parte de la sociedad venezolana —y para numerosos observadores internacionales— su rol ha sido nefasto porque legitima desde fuera lo que dentro es imposible disfrazar: un sistema autoritario sustentado en la fuerza.

Lo que está en juego: democracia o perpetuación del régimen

El aniversario del fraude presidencial encuentra a Venezuela en una situación crítica:

En paralelo, sigue abierta la herida social provocada por años de crisis económica —con hiperinflación crónica— y éxodo masivo (más de siete millones de venezolanos han abandonado el país). La represión estructural impide cualquier contestación efectiva desde dentro; desde fuera, apenas queda espacio para nuevas presiones eficaces.

Perspectivas: ¿hacia dónde va Venezuela?

A corto plazo, todo indica que el chavismo consolidará su dominio municipal como ya hizo con las gobernaciones en mayo. No obstante:

Mientras tanto, ni las urnas ni los mediadores externos parecen capaces hoy por hoy de romper un ciclo vicioso donde el poder se perpetúa mediante simulacros democráticos vacíos y represión sistemática.

La pregunta clave para los próximos meses será si la comunidad internacional encuentra una vía renovada para acompañar realmente a quienes resisten dentro del país —y no solo denunciar desde fuera— o si Venezuela deberá seguir sumida en esta larga noche política cuyo final aún no se vislumbra.

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