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Por años, las redes sociales y los pasillos del poder han murmurado el secreto peor guardado de Venezuela: Nicolás Maduro no gobierna, sino sobrevive, y ya ni siquiera le quedan máscaras. Ahora, la confirmación llega desde Miami y brota con furia: “Maduro estaría planeando fugarse con su familia”. La frase de Jaime Bayly, no es solo especulación: es un retrato ácido del ocaso chavista.
Las elecciones del 28 de julio de 2024 ni siquiera merecieron ese nombre. La democracia murió asesinada por la maquinaria judicial de Maduro, que persigue, silencia y barre bajo la alfombra a sus rivales. El pueblo eligió a Edmundo González Urrutia, pero la casta armada del Palacio de Miraflores se encargó de lo demás. El resultado es el de siempre: fraude, ilegitimidad y un país secuestrado por la complicidad militar.
Hoy, solo una docena de regímenes parias reconocen a Maduro. El resto le da la espalda, y Estados Unidos ha subido la apuesta: 50 millones de dólares por su captura, como en los tiempos de forajidos y pistoleros. No es una metáfora. Donald Trump envió una flota con 4.000 soldados, buques y aviones a vigilar el Caribe. Mientras tanto, el avión presidencial —ese Boeing 737 de Conviasa, símbolo de la corrupción rampante— realiza vuelos misteriosos rumbo a Managua.
¿Qué llevaba? Oro, lingotes, millones saqueados a un país que se pudre de hambre.
Bayly revela: Maduro está vaciando Venezuela. Saca el botín con nocturnidad y cinismo, rumbo a la Nicaragua de los Ortega, otro búnker para dictadores en retirada.
El plan es tan burdo como criminal: esconder la fortuna mal habida, esperar el momento clave y huir con Cilia Flores, los hijos, los fieles del clan. Oro primero, patria después. El régimen se defiende con la única fuerza que le queda: los militares. Pero hasta esa lealtad tiene precio, fecha de caducidad y olor a traición.
Maduro, capo del «Cártel de los Soles» según Bayly y la DEA, ni siquiera disimula. Contesta a Estados Unidos acusando a Trump de usarlo como chivo expiatorio, intentando cambiar el foco del desastre que él mismo propició. Pero la verdad es grotesca y brutal: Maduro no es presidente, es prófugo en potencia.
Treinta años de revolución bolivariana terminarán con una estampida dorada. Al igual que tantos otros tiranos en América Latina, el gran caudillo rojo se irá con las maletas repletas… y dejará a su gente con el dolor, la pobreza y una república saqueada. La pregunta urgente: ¿Dejarán los militares que escape, o será capturado bajo precio millonario? El final de la película está escrito, y es un drama sin redención.
¿Quién es Jaime Bayly?
Jaime Bayly Letts (Lima, 1965) es uno de los periodistas más polémicos e ingeniosos de América Latina, famoso por un estilo incisivo y sin filtros que combina irreverencia, sarcasmo y profunda cultura política. Comenzó su carrera siendo apenas adolescente, ha dirigido programas de entrevistas y opinión política desde Perú hasta Miami. Ganador de tres premios Emmy y autor de cerca de 20 libros —algunos llevados al cine—, Bayly representa la voz incómoda y audaz que las dictaduras odian: la del periodista libre que denuncia y expone, sin miedo y sin tregua.
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