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La política española vive estos días uno de esos episodios donde las alianzas parlamentarias se convierten en un pulso de fondo entre la aritmética del Congreso y la presión judicial.
El Partido Popular ha elevado el tono contra el Partido Nacionalista Vasco (PNV), a quien acusa abiertamente de convertirse en el sostén más fiel del presidente Pedro Sánchez.
En Génova ya no esconden su decepción por la negativa del nacionalismo vasco -‘siempre tan pesetero y meapilas‘ – a explorar una moción de censura ni a distanciarse del Ejecutivo socialista, pese a los últimos escándalos que salpican a la cúpula del PSOE.
El desencuentro no es nuevo, pero ha cobrado un cariz especialmente agudo tras la dimisión de Santos Cerdán, número tres del PSOE, tras ser señalado por la Unidad Central Operativa (UCO) en un informe sobre presuntas mordidas en contratos públicos.
La reacción templada del PNV ante este caso —pidiendo una sentencia firme antes de tomar cualquier decisión— ha sido interpretada por los populares como una excusa para no incomodar a su socio en La Moncloa.
Y, como dicen ahora en el PP: “El partido que antaño planteaba la independencia del País Vasco, ahora no puede independizarse ni de Sánchez”.
El PNV: De árbitro a pilar clave del Gobierno socialista
El papel del PNV como árbitro parlamentario no es ninguna novedad. Ya en 2018 fue clave para desalojar a Mariano Rajoy tras la sentencia Gürtel. Entonces, Aitor Esteban justificó el giro por responsabilidad institucional y por coherencia ante la corrupción. Hoy, sin embargo, los populares ven una doble vara de medir: lo que entonces fue motivo para tumbar un Gobierno, ahora parece insuficiente cuando afecta al PSOE.
En este contexto, las críticas desde Génova se han intensificado. Miembros destacados del PP han acusado al PNV y al resto de aliados parlamentarios —ERC, Junts o Sumar— de ser “corresponsables” de lo que consideran un deterioro institucional y ético, alertando de que “la corrupción es letal” y puede pasar factura política. El portavoz popular Miguel Tellado ha sido especialmente duro: “El PNV se ha convertido en lacayo de Sánchez y encubridor”, mientras Cayetana Álvarez de Toledo remacha que cuanto más débil esté Sánchez, más contentos estarán sus socios.
Feijóo descarta moción y apuesta por la vía judicial
Ante este escenario, Alberto Núñez Feijóo ha dejado claro que no ve margen para una moción de censura exitosa. La aritmética parlamentaria no da: ni el PNV ni Junts están dispuestos a sumarse a una iniciativa así. Génova opta por esperar a que los procesos judiciales terminen de desgastar al Gobierno y forzar unas elecciones anticipadas. El mensaje es claro: si algún día tuvieran los apoyos necesarios, presentarían una moción, pero sólo para convocar nuevos comicios inmediatamente después.
¿Por qué creen en Génova que Sánchez no aguantará hasta 2027?
Aunque Pedro Sánchez ha insistido esta semana en que agotará la legislatura y descarta cualquier adelanto electoral —“No va a haber elecciones hasta 2027 porque esto no va de mí, sino de un proyecto”—, dentro y fuera del PP se multiplican las voces que anticipan un desenlace mucho más abrupto.
Entre los motivos que se barajan destacan tres argumentos recurrentes:
- Desgaste judicial: La sombra de los casos de corrupción amenaza con cronificarse. Génova confía en que nuevas investigaciones terminen por forzar dimisiones en cadena o erosionar irremediablemente la imagen presidencial.
- Inestabilidad parlamentaria: El Ejecutivo depende cada vez más del favor —o chantaje— de sus socios minoritarios. Cualquier movimiento táctico del PNV o Junts podría dejarle sin Presupuestos o sin mayorías mínimas para gobernar.
- Fuga electoral: Los escándalos y el ambiente tóxico podrían precipitar una fuga de apoyos incluso entre los propios socialistas, empujando a Sánchez a convocar elecciones antes de tiempo.
Puigdemont y el fantasma del “Gobierno zombi”
El otro factor decisivo es Junts per Catalunya. Según las cábalas políticas más extendidas estos días, Carles Puigdemont tiene en su mano mantener vivo —o muerto viviente— al Gobierno socialista durante dos años más. No lo dejará caer abruptamente porque prefiere aprovechar cada votación para arrancar concesiones; tampoco le dará aire con unos Presupuestos estables ni facilitará grandes reformas. El resultado: un Ejecutivo zombi, obligado a sobrevivir a base de decretos mínimos y negociaciones agónicas.
Esto alimenta las especulaciones sobre si habrá o no elecciones anticipadas. Aunque Sánchez se aferra al calendario oficial —y descarta adelantar comicios incluso tras la dimisión forzada de Cerdán— muchos ven improbable que esta legislatura pueda llegar intacta a 2027.
¿Cuándo podrían celebrarse unas generales anticipadas?
Las fechas bailan según evolucione la tormenta política:
- Si los escándalos avanzan rápido o Junts retira su apoyo formalmente, las elecciones podrían convocarse ya este otoño.
- Si el Gobierno aguanta con respiración asistida —sin presupuestos pero sin moción posible— podría estirarse hasta primavera o verano de 2026.
- En el peor escenario para el PP, Sánchez lograría agotar la legislatura hasta finales de 2027, aunque pocos analistas ven viable este horizonte si persisten los sobresaltos judiciales y parlamentarios.
En todo caso, Feijóo insiste en recordar a los ciudadanos quién sostiene realmente al Ejecutivo: “Que tomen nota y recuerden estas alianzas cuando vuelvan a ser convocados a las urnas”.
Curiosidades y datos sobre el caso
- El PNV fue decisivo tanto para investir a Rajoy en 2016 como para tumbarlo en 2018; ahora su papel parece mucho menos imprevisible.
- El Ibex mira con inquietud esta deriva parlamentaria: su conexión histórica con el nacionalismo vasco le hace temer una parálisis política prolongada si el Gobierno entra en modo zombi.
- En círculos populares ya circulan chistes sobre “el síndrome Frankenstein”: ningún socio quiere romper la criatura política… pero tampoco se atreve a dejarla sola ante la tormenta.
- Entre los socialistas hay quien teme otro “efecto Andalucía”: resistir demasiado tiempo acorralados judicialmente puede acabar pasando factura electoral inesperada.
- La última vez que España agotó una legislatura completa sin sobresaltos electorales fue hace más de dos décadas; desde entonces, las crisis internas o externas han adelantado casi todas las citas con las urnas.
En definitiva, la política nacional baila hoy al ritmo incierto marcado por los tribunales y los pactos parlamentarios más frágiles que nunca. Y mientras tanto… todos toman nota.
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