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En el universo político español, donde el postureo académico se ha convertido en una especie de deporte nacional, Óscar Puente ha saltado a la palestra por presumir de un supuesto “máster en Dirección Política” que, a la luz de los hechos, resulta ser más bien una filfa de manual.
El título, otorgado por la Fundación Jaime Vera, incluía como asignatura destacada el ideario socialista de Felipe González y el Congreso del PSOE del año correspondiente.
Más que un máster, parece el recuerdo de unas jornadas de convivencia en la sierra, con algo de power point, discursos emocionales y mucha foto grupal. Pese a ello, Puente no ha dudado en adornar su biografía institucional con este galardón, elevando la anécdota a categoría de mérito académico.
La polémica viene de lejos, pero ha recobrado fuerza tras la reciente dimisión de Noelia Núñez, del PP, por falsear su currículum. Puente, siempre ágil en la crítica ajena, clamó entonces por la dimisión inmediata de cualquier político pillado en renuncios académicos. El problema es que, mirando hacia dentro, la lista de socialistas con currículos inflados o directamente falsos es tan larga como un consejo de ministros en hora punta.
Los otros «másteres» del PSOE: una decena de dirigentes bajo sospecha
En el PSOE, la creatividad a la hora de presentar la formación académica ha alcanzado cotas insospechadas. Casos como el de Pilar Bernabé, que aparecía como licenciada en Filología Hispánica y Comunicación Audiovisual sin haber terminado la carrera, o el de Patxi López, que presumía de haber estudiado Ingeniería Industrial pero sin título a la vista, son solo la punta del iceberg. El propio López, adalid de la transparencia, no dudó en exigir la dimisión de Núñez por “mentir a la gente”, mientras en sus biografías oficiales se dejaba llevar por el entusiasmo curricular.
Este fenómeno no es nuevo ni exclusivo de los socialistas, pero resulta especialmente llamativo en un partido que se autoproclama paladín de la ética pública y la meritocracia. La diferencia, quizás, reside en la facilidad con la que los afectados sobreviven al escándalo sin apenas despeinarse: la dimisión se reserva para otros, mientras en casa se opta por el clásico “aquí no ha pasado nada”.
Patxi López y la “analfabetización” parlamentaria
Patxi López es, probablemente, el caso paradigmático del analfabetismo funcional en la política nacional. No solo ha adornado su currículum con estudios inconclusos, sino que su oratoria en el Congreso a menudo roza el disparate, con discursos plagados de lugares comunes y una retórica más propia de una asamblea de vecinos que de una cámara legislativa. En ocasiones, sus intervenciones han sido objeto de mofa en medios y redes sociales, alimentando la percepción de que en el Parlamento abunda más la verborrea que la reflexión.
La crítica no es gratuita: la tendencia a colocar en puestos clave a perfiles cuya principal virtud es la lealtad al líder, y no la competencia técnica o intelectual, está generando efectos perversos en la gestión pública. La proliferación de “amiguitos”, familiares y conocidos en los escalafones del poder ha convertido la política española en una suerte de coto privado donde el mérito importa menos que la proximidad al núcleo duro del partido.
Ineptitud y desastre en la gestión: Puente como ejemplo paradigmático
Si el currículum de Óscar Puente genera dudas, su gestión al frente del Ministerio de Transportes no ayuda precisamente a despejarlas. Los fiascos en la planificación ferroviaria y la caótica política de infraestructuras han dejado episodios memorables, como los retrasos interminables en obras clave, la falta de previsión en la renovación de trenes y la confusión permanente sobre prioridades estratégicas.
Puente ha demostrado una capacidad asombrosa para sortear las críticas, ya sea responsabilizando a gobiernos anteriores o achacando los problemas a la burocracia europea. Sin embargo, la realidad es tozuda: los usuarios del transporte público asisten a un deterioro progresivo del servicio, mientras los proyectos emblemáticos se eternizan o naufragan en el laberinto administrativo. El sector de carreteras tampoco sale mejor parado: inversiones insuficientes, mantenimiento deficiente y una accidentada política de peajes completan un cuadro de gestión que invita más al sarcasmo que al aplauso.
El efecto dominó de los gestores ineptos y el nepotismo socialista
Colocar a personas sin la preparación adecuada en puestos de responsabilidad tiene consecuencias que van mucho más allá del anecdotario. La ineficacia se traduce en despilfarro de recursos, proyectos fallidos y, en última instancia, en una pérdida de confianza ciudadana en las instituciones. Además, la costumbre de premiar la fidelidad con cargos y prebendas ha degenerado en un nepotismo rampante, donde las “amiguitas”, amantes y parientes encuentran acomodo en las estructuras del Estado, a menudo sin más mérito que su proximidad a la cúpula del PSOE.
La prensa ha documentado casos en los que familiares directos de altos cargos han accedido a puestos de asesoría, dirección o representación institucional, sin que medie proceso selectivo alguno. Este fenómeno, lejos de ser un secreto a voces, se ha convertido en una práctica normalizada y apenas disimulada, alimentando el descrédito de la política como oficio y la sensación de que en España el acceso al poder depende más de la agenda de contactos que del expediente académico.
Curiosidades y datos sobre el caso
- El “máster” de la Fundación Jaime Vera, del que presume Óscar Puente, incluyó como materia el análisis del ideario socialista de Felipe González y el Congreso del PSOE de aquel año, una asignatura que difícilmente encontraría equivalencia en cualquier otro programa académico serio.
- Patxi López llegó a ser presidente del Congreso de los Diputados sin haber terminado la carrera de Ingeniería Industrial, un ejemplo más de cómo el currículo importa poco si se cuenta con el respaldo adecuado.
- El fenómeno de los currículos inflados no es exclusivo del PSOE, pero en este partido una decena de cargos han sido señalados en los últimos años por adornar o falsear sus biografías, sin que ninguno haya presentado la dimisión tras ser descubierto.
- El humor, a veces involuntario, lo pone el propio Puente: tras exigir la dimisión de una rival por mentir en su currículum, se ha convertido en el protagonista de una polémica idéntica, aunque él prefiere mirar hacia otro lado.
- Según voces críticas, la tendencia a colocar a perfiles mediocres en puestos de responsabilidad ha convertido la política española en una “red de oligarquías de analfabetos funcionales”, con consecuencias nefastas para la gestión pública y la calidad democrática.
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