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TENSIÓN INDEPENDENTISTA EN EL CONGRESO

Junts, en pánico por el ascenso de Aliança Catalana, se da tres meses para revisar su apoyo a Sánchez

El crecimiento de la ultraderecha secesionista provoca una crisis interna entre los de Puigdemont y pone en riesgo su apoyo al Gobierno Frankenstein

Periodista Digital 27 Sep 2025 - 13:53 CET
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Aquellos que pensaban que el independentismo catalán había alcanzado su máximo potencial electoral no contaban con la rápida irrupción de Aliança Catalana.

En solo un año, este partido, liderado por Sílvia Orriols, ha pasado de ser una mera anécdota local a convertirse en una amenaza tangible para la hegemonía de Junts per Catalunya, alterando el panorama político justo cuando se discute el futuro del pacto de investidura con Pedro Sánchez.

Las encuestas recientes pintan un escenario preocupante: Aliança Catalana podría multiplicar por diez su representación en el Parlamento, pasando de dos diputados a entre 11 y 19, según diferentes sondeos.

Este ascenso no solo erosiona la base electoral de Junts, sino que también introduce un elemento desestabilizador en la política tanto catalana como española.

La reacción de Junts ha sido inmediata y tensa: el partido se ha dado un plazo de tres meses para decidir si rompe con el Gobierno central. La portavoz parlamentaria, Míriam Nogueras, ha calificado este proceso como una «reflexión estratégica» que podría resultar en una ruptura con consecuencias difíciles de prever para la legislatura.

El crecimiento de la ultraderecha independentista: una fuga de votos incesante

El fenómeno Aliança Catalana no solo sorprende por su rapidez, sino también por su capacidad para atraer a diversos sectores sociales. Este partido ha logrado calar hondo en los bastiones rurales de Girona y Lleida, donde Junts había mantenido un dominio indiscutible desde la época de Convergència. El último barómetro del CEO revela que el apoyo a Aliança en las comarcas menos pobladas ha crecido notablemente, superando incluso a Vox y acercándose a la CUP. En contraste, Junts ha visto cómo caen casi tres puntos porcentuales en esos territorios, un trasvase que rememora la pérdida sufrida por el PP ante Vox en la derecha española.

Las razones detrás de este auge son más complejas que el simple hecho independentista. Aliança Catalana ha construido su narrativa sobre un discurso abiertamente xenófobo, islamófobo y contrario a la inmigración, resonando entre sectores insatisfechos con las políticas migratorias y las cuestiones de seguridad. Las declaraciones provocadoras de Orriols han sabido captar ese malestar social, llevando incluso a Junts a endurecer su postura sobre estos temas en el Congreso.

La reciente votación sobre la cesión de competencias migratorias a la Generalitat fue un verdadero examen para Junts. El rechazo a esta proposición de ley por parte de Podemos dejó al partido malparado y sirvió para reforzar los argumentos de Aliança sobre la «debilidad» de Junts ante Madrid.

Junts y el dilema del apoyo a Sánchez: ¿ruptura o supervivencia?

La relación entre Junts y el Gobierno de Pedro Sánchez nunca ha sido precisamente idílica. Esta alianza, forjada tras las elecciones generales, se basa más en conveniencias mutuas que en afinidades ideológicas; los siete votos de Junts son cruciales para alcanzar una mayoría parlamentaria. Sin embargo, con el ascenso imparable de Aliança Catalana, cada concesión hecha a Sánchez ahora se traduce en desgaste interno y fuga hacia posturas más radicales.

La presión dentro del partido es máxima. La cúpula debate cómo frenar esta pérdida y si realmente conviene mantener el apoyo puntual al Ejecutivo. El temor a quedar relegados políticamente en Madrid, junto con el riesgo inminente de perder su primacía en Cataluña, ha llevado a Puigdemont y sus allegados a contemplar seriamente la ruptura como una opción viable. No obstante, esta estrategia es arriesgada: unas elecciones anticipadas podrían dejar a Junts fuera del Gobierno y relegado al papel opositor mientras Aliança Catalana se consolida como fuerza determinante.

El panorama no es alentador. El PSC pierde impulso en los sondeos; ERC continúa descendiendo y los Comuns no logran repuntar. La política catalana parece encaminarse hacia un estancamiento, con un Parlamento fragmentado y sin mayorías claras. En este contexto incierto, Aliança Catalana podría erigirse como árbitro inesperado tanto en Cataluña como en el Congreso.

Consecuencias y curiosidades: el efecto contagio y las paradojas del tablero catalán

La expansión territorial de Aliança Catalana merece atención especial. En menos de un año, este partido ha pasado de contar con representación en dos ayuntamientos a seis, formalizando 28 nuevos comités comarcales y atrayendo cargos electos de otras formaciones sin necesidad incluso de elecciones previas. Este fenómeno recuerda al avance inicial de Vox por los territorios rurales castellanos y andaluces; sin embargo, lo hace desde una perspectiva independentista aún más excluyente.

Entre los datos sorprendentes que deja esta situación destaca que, según una reciente encuesta realizada por Ipsos, Aliança Catalana cuatriplica el apoyo hacia los Comuns y la CUP dentro del interior catalán; además supera al PP y Vox en varias áreas tradicionalmente nacionalistas. Para añadir más leña al fuego, en Lleida y Girona sería Aliança Catalana quien obtendría mayor cantidad de votos; entre los jóvenes menores de 34 años, Vox es ahora su elección preferida.

Cataluña siempre ha sido escenario habitual para paradojas políticas; ahora se enfrenta a otra nueva: Junts, nacido del legado histórico del antiguo Convergència, podría ser superado por una formación que amalgama radicalismo independentista con ultraderecha excluyente justo cuando el apoyo general hacia la independencia alcanza niveles mínimos históricos.

El futuro cercano promete ser intenso; habrá declaraciones explosivas e intrigas dignas del mejor thriller político. Solo queda esperar si Junts decide romper con todo o si logra reajustar su relación con el Gobierno sin perder más piezas clave en este complicado tablero político. Mientras tanto, el avance imparable de Aliança Catalana sigue siendo una pesadilla recurrente para los estrategas dentro del partido juntero. Nadie dijo que gobernar fuese sencillo; mucho menos lo es hacerlo en Cataluña.

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