Pablo Casado se va de la presidencia del PP perdiendo una gran oportunidad.
El hasta ahora líder de la oposición desperdició una ocasión de oro para demostrar ante los suyos y ante los votantes de toda España que aún podía ser, dada su juventud, un político aprovechable.
Eduardo Inda, en su tribuna en La Razón de este 12 de marzo de 2022, tiene claro que, precisamente, no son los acuerdos con el partido de Santiago Abascal de lo que Casado debiera arrepentirse.
Y pone como ejemplo las alianzas tejidas por el PSOE de Pedro Sánchez con los herederos de ETA, con los fieles seguidores en España del chavismo o con los golpistas catalanes.
El periodista navarro apunta que desde que VOX entró en el Parlamento de Andalucía con 12 escaños y apoyó el cambio de Gobierno para que, después de cuatro décadas de socialismo, entrase a la Junta el PP de Juanma Moreno, en Moncloa se puso en marcha la maquinaria de la manipulación.
Dicho en plata, apunta Inda:
Desde entonces jamás se ha dejado de emplear goebbelsianamente al partido de Abascal a modo de anticristo para ver si un normalmente atontado PP se tragaba el cuento chino, se negaba a pactar con ellos y cedía el gobierno de turno a la izquierda.
Lo curioso es que el centroderecha europeo, que nunca censuró los pactos de Pedro Sánchez, se comporta como un pardillo y se traga la trola de lo malo es que VOX:
El centroderecha europeo que ahora cae en la trampa calló como putas, putos y putes cuando Sánchez consiguió retener el Falcon coaligándose con un partido a las órdenes de la sangrienta narcodictadura venezolana y pactó con quienes habían perpetrado un golpe de Estado dos años antes y con esa banda terrorista ETA que ha asesinado a 856 compatriotas, ha herido, mutilado o incinerado a miles y ha provocado el éxodo del País Vasco y Navarra de 250.000 personas que se dice pronto.
Inda subraya que Pablo Casado perpetró una tremenda metedura de pata en su acto de despedida de los compañeros del PP europeo al asegurar que en su haber estaba el no haber pactado con la «extrema derecha»:
«Me voy con la satisfacción de haber luchado contra la corrupción y de no haber pactado con la extrema derecha». La frase de Casado ante la crème de la crème del PP europeo en París fue la última metedura de pata de un tipo que hace seis meses era demoscópicamente presidente del Gobierno y ahora, tras haber sucumbido a eso que la psiquiatría denomina «el error permanente», es un pato cojo con menos futuro que Pochettino en el PSG. Además de la enésima puñalada trapera a Ayuso, lo de Casado es una falsedad nivel Dios.
Tanto es así que hasta el aún presidente en funciones de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, no dio crédito a esas declaraciones:
Para empezar, porque como recordó ayer un cabreado Mañueco, Casado le dio vía libre para negociar con Vox,y para terminar porque durante su mandato hubo acuerdos de gobernabilidad con ellos en Andalucía, Murcia e incluso Madrid. El de Palencia no puede acabar su carrera política en la élite parafraseando a Sánchez, a Iglesias, a Otegi o a la lumbrera de Adriana Lastra.
Ni, tal y como ilustró ayer Jiménez Losantos, construir su futuro comportándose como un Verstrynge de la vida, que tras salir por la puerta de atrás de Alianza Popular ha dedicado toda su vida a vengarse de la formación que le recogió tras un pasado oscuro y no menos filonazi.
