Cuando he leído que Pedro Sánchez, se reunirá en la Moncloa, el próximo mes de febrero, con los directores ejecutivos mundiales de las principales farmacéuticas, no he podido evitar sentir un gélido mordisco en la nuca que me ha helado la sangre, al venirme a la cabeza aquel viejo dicho que reza ´reunión de pastores, oveja muerta´.
Y es que uno, que es mal pensado por naturaleza, amén de por aquello de ´piensa mal y acertarás´, ha tenido un “déjà vu”, donde me he visto de nuevo encerrado sin poder salir de casa, como en aquel, de facto, ´arresto domiciliario´ que durante la pandemia sufrimos todos españoles, salvo algunos privilegiados de ´la casta´.
Y es que para nadie es un secreto, la complicada situación judicial que atañe directamente al círculo íntimo del inquilino de la Moncloa.
Y ello, amén de, políticamente hablando, la reciente inestabilidad de su cutre castillo de naipes, donde por días le crecen los enanos que le quitan alguna de las contadas cartas que sustentan por los pelos su efímero castillo de cuento de hadas.
Así que, aparentemente, tan sólo lo puede salvar un milagro, cosa que dudo mucho, dado que, para su desgracia, eso de los milagros es cosa de Dios y no del diablo; y no creo que el Todopoderoso tenga a este sujeto, en su listado de amigos.
Descartado el milagro, ya saben lo que queda: ´Reunión de pastores, oveja muerta´.