De los siete pecados capitales, que enumeró el Papa Gregorio Magno en el siglo VI y a los que yo sumaría un octavo, el de la ingratitud, que me resulta el más deleznable de todos, hay alguno como el de la pereza que no me tocan ni de refilón.
Otros, como el de la lujuria, no tiene en mi opinión ni siquiera entidad de falta grave.
Y uno en concreto, el de la envidia, me parece genuinamente español.
Les digo esto, porque estoy seguro de que a estas alturas, cuando Donald Trump enfila su segunda semana en la Casa Blanca, son multitud los españoles que anhelan para nuestro atribulado país no todo, pero si algo de lo que el flamante presidente de EEUU está haciendo en el suyo.
Ver como ha frenado en seco al narco-guerrillero Petro, que pasó en un pis-pas de rechazar altivo que aterrizase en Colombia un sólo avión militar norteamericano con ‘ilegales’, a enviar el aparato presidencial a recogerlos ‘in situ’, te lleva a pensar si no sería posible algo así con Marruecos, Mauritania o Senegal.
Tiene su lógica, incluso diplomática, que los ‘ilegales’ que llegan, sea en cayuco, saltando vallas o sorteado aduanas, sean retornados ‘ipso facto’ al lugar de origen.
No se hace porque vivimos atenazados por trámites legales insensatos, impactados en aras del ‘buenísmo’ y sobre todo, porque los países de los que parten los indocumentados se niegan a recibirlos de vuelta.
Aunque nuestra balanza comercial sea favorable con Marruecos y un cierre total de fronteras nos costaría como mínimo 3.000 millones de euros, quizá sería más que suficiente la amenaza, para hacer entrar en razón a Mohamed VI y al Májzen.
No lo se, pero les juro que no entiendo la razón por la que quien arriba ‘ilegal’ a Barajas, no es devuelto de inmediato al avión y enviado a su casa a cargo de la compañía que lo haya traído a España saltándose las normas.
Cómo no entiendo la renuncia a las devoluciones en caliente o que no sea procedimiento rutinario la expulsión fulminante del emigrante que delinque, casi siempre con reiteración, alevosía y una chulería que estomaga.
Hoy he leído que Trump purga a más de una docena de fiscales, que participaron en investigaciones contra él.
También, que crecen los rumores de que Sánchez no completa legislatura y que por mucho que se aferre al cargo, movilice a sus sicarios en el Tribunal Constitucional y use torticeramente el aparato del Estado, tendremos elecciones generales este 2025.
A la vista de las encuestas y viendo las torpezas de La Moncloa y como se acumulan los escándalos del PSOE en los juzgados, es casi seguro que PP y VOX tendrán una mayoría absoluta holgada.
Y me pregunto si una vez en la presidencia, Feijóo y los suyos imitarán levemente a Trump o volverán al compadreo de siempre y aquí no rendirá cuentas ni María Santisima.
Si hay que juzgar por lo ocurrido en el pasado y recordamos que con Rajoy ni derogaron los populares la infame Ley de Memoria Histórica, ya les adelanto que seguirán en las televisiones los tertulianos de la ‘Brunete Pedrete’, continuarán recibiendo subvenciones los comegambas de los sindicatos, prosperarán en el IBEX y en los organismos público los colegas del marido de Begoña y nos seguirán friendo a impuestos, mientras ellos gastan a manos llenas.
A menos que Abascal y los suyos entren en el Gobierno y aprieten duro, que vistos los sondeos empieza a ser una opción bastante plausible.